En medio de sus internas, el PRO enfrenta el dilema de la supervivencia
Edición Impresa | 8 de Agosto de 2025 | 03:39

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El PRO, ese partido que en su apogeo, allá por 2015, logró gobernar al mismo tiempo la Nación, la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, se enfrenta hoy al dilema de su supervivencia. Acechado por la novedad de La Libertad Avanza, que avanzó primero comiéndole electorado, luego dirigentes y finalmente identidad. El reciente cierre de alianzas refleja en forma dramática este hecho y abrió una gran grieta dentro de la fuerza fundada por Mauricio Macri hace casi 20 años.
En rigor la crisis amarilla empezó en 2023, cuando no pudo llegar al balotaje con el peronismo y debió plegarse a Javier Milei en aquel test electoral que terminó ganando el libertario. Nunca logró la correspondencia de aquella decisión de parte del finalmente Presidente, que incluyó la cesión de fondos para el tramo final de la campaña y una formidable red de fiscalización en todo el país. El libertario jamás asoció a los macristas a su gestión en forma orgánica. Por el contrario, se propuso absoberlos desde el convencimiento de que el liderazgo no podía compartirse en el espacio más cerca de la derecha.
La figura de Mauricio
Cuando Macri entendió que esto sería así -dicen que al principio confió en ciertas promesas mileístas- decidió ponerse otra vez al frente de su partido; asumir la presidencia del mismo, algo que antes había delegado en otros. Por ejemplo en Patricia Bullrich, que tardó nada en virar del amarillo al violeta furioso. Así, se evidenció lo obvio: más allá del relato de corrección política el PRO siempre fue un partido personalista, centrado en la figura de Mauricio.
Lo que pasó de cara a las elecciones de este año tuvo ribetes de humillación para el PRO, que tanto en la CABA como en la Provincia terminó aceptando las imposiciones para cerrar acuerdos que bajó la Casa Rosada a través de la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei. Una novata en el ejercicio de la política. Brazo ejecutor de la estrategia territorial libertaria.
Macri delegó en Cristian Ritondo la faena de cerrar el acuerdo con los libertarios en la Provincia. “El mas digno posible”, le ordenó. Ritondo consiguió ciertos lugares en las listas seccionales que competirán en septiembre, que no fueron para festejar pero tampoco para llorar teniendo en cuenta la situación perdidosa del macrismo desde hace dos años. Pero resignó que la alianza incluya el nombre PRO y que se olvide el color amarillo en la simbología.
El PRO bonaerense, es verdad, perdió por eso a varios soldados, intendentes y referentes del interior, que prefirieron armar rancho aparte o irse a otras expresiones políticas para afrontar la elección de septiembre. Pero en términos mayoritarios se pudo “vender” el entendimiento como una decisión orgánica.
Punto cúlmine de ese ejercicio provincial de aceptación de la hegemonía libertaria: ayer, en La Matanza, cuando Milei fue a posar con los candidatos bonaerenses, tanto Ritondo como el marplatense, Guillermo Montenegro -postulante a senador provincial por la Quinta Sección-, posaron con camperitas y buzitos violetas. Crueldad karinista.
Adiós al amarillo
En lo referido a la CABA, la decisión de cerrar una alianza con LLA pero de cara a las legislativas nacionales de octubre también recayó en Macri. Pero en este caso, puede decirse, el expresidente directamente encabezó la conversación -con Karina del otro lado del teléfono y con quien ayer terminó de sellar la alianza- y terminó en tensión con casi toda su tropa porteña, incluido el alcalde Jorge Macri, su primo.
Es que, políticamente, Jorge fue la primera víctima de la voracidad libertaria cuando en mayo pasado confrontó con los violetas en su distrito por los cargos locales, comicio que re-configuró la Legislatura de la Ciudad. Esa elección la ganó LLA y el PRO quedó tercero. Un papelón histórico teniendo en cuenta la saga de mil victorias seguidas de las últimas dos décadas, que habían dotado a los amarillos de un aura de invencibilidad en su pago chico.
Los macristas porteños quedaron heridos, enojados, humillados. “La Libertad Avanza termina el ejercicio de comerse al PRO, que había iniciado antes, en la elección porteña de mayo; esa fue una estocada final porque el PRO perdió mucha capacidad de negociación posterior luego de esa derrota, como se vio primero con lo que pasó en la Provincia y luego con la alianza para los candidatos nacionales de la Ciudad para octubre, que se acaba de cerrar”, analiza ante este cronista la politóloga Florencia Filadoro, de la consultora Reyes, Filadoro y Asociados.
Varios enojos
Lo dicho: el acuerdo porteño dejó a muchos macristas históricos enojados. Desde el primo Jorge, quien no participará en la campaña de la alianza porque es vetado por la Rosada, que lo considera un enemigo a vencer en 2027, a María Eugenia Vidal, que no renovará su banca de diputada y ya avisó en redes que la unión le parece un esperpento
Así, objetivamente, el PRO se asomaría al riesgo de su desaparición en el corto o mediano plazo. Pero, atención: fuentes cercanas a Mauricio explican que justamente por eso el líder partidario avanzó, en Provincia pero sobre todo en CABA, con la asociación desfavorable, deshonrosa.
Perder de nuevo en la Capital contra los violetas hubiera sido la bala en la frente, el final casi inmediato, acaso el desgobierno para el primo Jorge, dicen que explicó Macri en la intimidad. Más vale tener poco que nada, sería su nuevo lema coyuntural. Para intentar futuras asociaciones con espacios afines -¿sectores radicales y de centro, gobernadores?- de cara a los dos últimos años de gestión mileísta y con cierto ánimo de condicionar o negociar, desde una centro derecha republicana, con un Presidente que acaso se radicalice aún más si consigue una victoria nacional en octubre próximo. Por ahora suena a ciencia ficción.
Karina Milei y Mauricio Macri terminaron sellando el acuerdo electoral en CABA
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