Prueban que posponer el placer reduce la felicidad

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Guardar un buen vino para una ocasión especial, dejar para otro día esa visita que deseamos hacer, o postergar una llamada a un viejo amigo hasta encontrar el momento ideal constituyen decisiones que conspiran contra la felicidad.

Así lo estableció una investigación reciente publicada en PNAS Nexus, según el cual posponer actividades gratificantes en busca del contexto perfecto puede afectar negativamente nuestro bienestar emocional.

Para alcanzar esta conclusión, el estudio, liderado por investigadores en ciencias del comportamiento de la Universidad de Chicago, analizó la conducta de cientos de personas, especialmente durante la pandemia. Y lo que encontró fue un patrón repetido: quienes más tiempo llevaban sin realizar algo placentero, más tendían a seguir posponiéndolo. Una trampa mental que, lejos de cuidar el momento, lo deja escapar.

Esta inclinación a esperar una ocasión “digna” de cierto placer responde a un fenómeno psicológico conocido como occasion-matching: la idea de que solo vale la pena disfrutar cuando el contexto es especial. Pero esa lógica, aunque suene razonable, suele dejarnos con una vida en pausa, en la que los buenos momentos se quedan esperando un marco ideal que casi nunca llega.

Los investigadores también observaron que esta tendencia no depende del esfuerzo que implique la actividad, ni de su costo, sino de una percepción subjetiva: el presente no parece suficiente. El problema es que cuanto más se aplaza el disfrute, más difícil se vuelve retomarlo, y se instala una rutina que debilita la conexión con el goce cotidiano.

Para revertir este ciclo, los expertos recomiendan cuestionar la idea del “momento perfecto” y permitir que lo simple —una charla, una comida, una salida breve— recupere valor. Reprogramar la idea de lo “especial” puede ayudarnos a vivir con más plenitud, sin depender de fechas marcadas o excusas futuras.

Este hábito de postergar no solo impacta en el presente, sino que también puede generar una sensación acumulada de insatisfacción. Al dejar pasar oportunidades de disfrute, lo que queda es muchas veces una mezcla de culpa, apatía o desconexión emocional.

El bienestar -sostienen los autores del estudio-no se construye solo con grandes experiencias, sino con la capacidad de saborear el presente. Aprender a no posponer lo que nos hace bien es, en el fondo, una forma de elegir una vida más feliz.

 

 

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