El otro partido

Edición Impresa

Por EDUARDO TUCCI
deportes@eldia.com

Cómo olvidar todo lo que ocurría alrededor de la cita máxima del fútbol con un representante platense como actor principal. Como dejar de recordar la escenografía que rodeaba a un día tan especial con el fútbol como protagonista central. Pasaron 50 años pero aquellas imágenes para quienes fuimos testigos del acontecimiento siguen intactas y ni hablar de los que estábamos haciendo los primeros palotes en esto del periodismo.

La calle estaba distinta, la gente se movía a otro ritmo, el diario era la caja de resonancia de todo lo que ocurría a miles de kilómetros. Con un marco diferente al que nos devolverían estos tiempos frente a un acontecimiento similar. El infernal ruido de las “Olivetti”, las máquinas de escribir que volcaban en el papel las sensaciones del histórico episodio, el taller de armado --con plomo y linotipos como herramientas--, afilado para estar lo más temprano posible con la edición de aquel día y las rotativas tomando carrera para imprimir la histórica edición.

“Estudiantes: legítimo campeón del mundo” y “No hubo ayer en la tierra ciudad más feliz que La Plata” fueron los encabezados elegidos para presentar toda la información generada por el equipo del diario que viajó hasta el escenario del partido. Nadie estuvo ajeno al episodio deportivo. Todos, de una manera u otra, aportaron su granito de arena para dar forma a la información central, al título, a la locura.

En la calle, mientras tanto, se recogían otros sonidos. Récords de radios portátiles en cada rincón de la Ciudad y altoparlantes sonando a todo volumen en cada esquina a lo largo de la avenida 7.

Las plazas fueron el lugar elegido por aquellos que no se “aguantaban” en sus propias casas y preferían seguir las acciones acompañados. José María Muñóz y su equipo, más otras emisoras que también se le animaron al desafío de transmitir la finalísima, dominaban la escena y no peleaban por el rating, porque todavía no existia, sino por lograr la mejor emisión frente a las limitaciones técnicas de entonces.

Octubre del ´68, sin computadoras ni información globalizada. Lejos de los celulares, las imágenes HD y los plasmas. Con la radio y las pizarras de los diarios que también aportaban flashes de última hora para mantener informado al soberano como actores centrales. La ansiedad dominó a todos desde muchas horas antes al partido. La parada era dura y la tensión fue creciendo hasta que la pelota e puso en movimiento. A partir de ese momento nada ni nadie atrajeron la atención como aquel partido.

Las teletipos se esforzaban por atraer la atención con noticias que hablaban desde el desarrollo de los XIX Juegos Olímpicos de México que habían comenzado el 12 de octubre hasta la presentación del “Wonderwall Music” de George Harrison, el primer album en solitario de un Beatle, publicado por Apple Records previsto para el 1 de noviembre. También los cables que sacudían atmósfera informativa de esos días la detonación de una bomba atómica por parte de Estados Unidos en un sitio de pruebas de Nevada.

Aunque la verdadera explosión la estaban promoviendo Osvaldo Zubeldía y aquel equipo conformado en gran parte por los pibes de la “Tercera que Mata” de Miguel Ignomiriello que estaban tocando el cielo con las manos.

Pasó medio siglo y las imágenes siguen vivas. Otro país, otra Ciudad. Las mismas sensaciones...

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