Nández, el mejor de un equipo que terminó quebrado a la mitad

El uruguayo volvió a ser el jugador más destacado por su entrega y sacrificio. Wilmar Barrios, bien, pero lo desdibujó la expulsión

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El volante uruguayo Nahitán Nández fue el abanderado y el más destacado de un Boca que terminó diezmado y quebrado por la mitad después de la expulsión y las lesiones.

Pero dentro de ese final electrizante, no apto para cardíacos, el “Vikingo” se calzó el equipo al hombro, como sucedió en otras oportunidades, y demostró que estuvo a la altura de una final histórica e inédita para el fútbol sudamericano.

A Boca le costó hilvanar el juego que tuvo River, por eso, en algunos pasajes, hubo que recurrir a la entrega y al sacrificio para recuperar la pelota. Y en esa asignatura, Nández estuvo un escalón por encima del resto. Fue importante en la recuperación de la pelota, cortó el juego en infinidades de ocasiones, y se animó a atacar, que no es su arma preferida.

Un peldaño más abajo, en cuanto a rendimientos se refiere, aparece en escena el colombiano Wilmar Barrios, otro jugador que puso lo que había que poner en la mitad de la cancha, y se animó a salir jugando cuando no aparecían Pablo Pérez ni Cristian Pavón, un jugador que no gravitó casi nunca y que no le aportó nada a su equipo.

Al volante colombiano lo empañó la expulsión, al minuto del primer tiempo de suplementario, por un pisotón al Pity Martínez.

Otro de los jugadores que, a pesar de la derrota no desentonó fue Carlos Izquierdoz, siempre sólido en el juego aéreo, en los cruces, y a la hora de relevar a Magallán, cuando éste quedó a mitad de camino.

Un párrafo aparte lo de Julio Buffarini, que arrancó con algunas dudas y terminó siendo importante en la marca, porque en todo el segundo tiempo, neutralizó al Pity Martínez. Y para Darío Benedetto, que durante el primer tiempo, marcó un golazo y mantuvo contenidos a los dos centrales.

Después, hubo algunos puntos por debajo de lo habitual, como el de “Wanchope” Abila, que no gravitó nunca, a pesar de que su misión fue ir al choque con los marcadores centrales, y pelear cada pelota dividida.

Tampoco cumplió con las expectativas Cristian Pavón, que terminó perdido dentro de la cancha.

Por momentos se volcó por izquierdo, después cambió de punta, pero terminó deambulando. Lo destacado fue que no dejó que los laterales de River pasaran al ataque. Y en la misma sintonía estuvo Sebastián Villa, un jugador picante por su velocidad, pero sin claridad para descargar y sin un socio para ir a buscar. No fue problema para la defensa de River.

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