Fue la mascota del equipo en la Copa Centenario y ahora cruzó el océano para estar en Mendoza

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Hace exactamente una semana, Luciano Pasquale era el único despierto en la madrugada de la ciudad alemana de Frankfurt. A pesar de que tenía que ir a trabajar al otro día, había pospuesto su descanso para poder ver a través de su computadora la semifinal de la Copa Argentina entre su amado Gimnasia y River. Cuando Jonathan Maidana malogró su penal, no lo dudó ni un segundo y decidió sacar un vuelo hacia nuestro país para estar presente hoy en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza.

Pasquale nació en La Plata y, al igual que toda su familia, es hincha fanático del Lobo. Hace 15 años que los caminos de la vida lo llevaron a Europa, más precisamente a Alemania, en donde logró asentarse rápidamente. Pero a pesar de la distancia y la diferencia horaria, su pasión por Gimnasia nunca cesó y todas las semanas está pendiente a lo que ocurre en el club, no solamente en el fútbol.

En 1994, y cuando tenía 14 recién cumplidos, presenció en vivo y en directo la consagración en la Copa Centenario de la AFA y hasta tuvo el privilegio de posar en la foto del equipo como una de las mascotas. “Fue una jornada muy especial, recuerdo que fui temprano. Me acuerdo que detrás del banco de los suplentes, donde estaban anteriormente debajo de la techada, había un viejo sector para niños en el cual era muy fácil meterse al campo de juego saltando un alambrado. Otra manera era a través de la techada, por una escalera interior que te conduce a las cabinas de prensa”, recordó en diálogo con este medio.

“Me acuerdo que cuando sonó el pitazo final me metí a la cancha para ver si podía agarrar una prenda de algún jugador pero fue imposible porque yo era muy chiquito y los hinchas invadieron la cancha. Fue una locura, el campo de juego estaba repleto”, prosiguió.

Ahora, con 24 años más y una vida formada en el Viejo Continente, buscará volver a sentir la misma felicidad de aquella tarde de verano de 1994. Por eso extendió la carpeta médica que tenía en el trabajo (por la operación de una uña encarnada) y se vino para la Argentina. “El viaje se me hizo eterno, infinito, no veía la hora de llegar a La Plata. Estuve casi 24 horas de viaje entre que salí de mi casa, tren, avión y combi. Hoy a la mañana (por ayer) me levanté, me fui directo al Bosque. No pude dormir por el cambio horario y necesitaba ir a un lugar que me diera paz y tranquilidad”, comentó.

Ayer a la noche, cerca de la madrugada, se subió a micro que sacó la filial “Cuestión de Honor” y en horas del mediodía estará llegando hacia la ciudad cuyana a la espera de la final de esta noche ante Rosario Central.

 

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