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Vivir Bien |ALIMENTACIÓN SIN CARNE

Vida veggie

Se alimentan en base a vegetales y evitan la proteína animal. Mientras las ciencias de la salud plantean tener precauciones, ellos defienden estas dietas como fuente de bienestar. Veganos, vegetarianos y ayurvedas cuentan cómo y por qué cambiaron su forma de comer

Vida veggie

YAEL LETOILE / Fotos CÉSAR SANTORO
Por YAEL LETOILE / Fotos CÉSAR SANTORO

24 de Marzo de 2019 | 08:18
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Cuando Cibeles Guerrero (28) vino a estudiar a La Plata en 2009, ya había empezado a cambiar sus hábitos alimenticios y casi no consumía productos de origen animal. “Lo que me llevó a cambiar la forma de comer fue sentirme muy mal, todo el tiempo cansada, con problemas gastrointestinales. Empecé a investigar, conocí grupos de activistas veganos y tomé conciencia. De repente me encontré leyendo más de alimentación que de música, que era lo que estudiaba”, dice hoy, esta joven licenciada en Nutrición (MP 3779), que no dudó en cambiar de carrera y dedicarse por completo al tema que la desvelaba.

Otro problema de salud –esta vez un quiste en la glándula tiroides– fue lo que motivó a Victoria Rey Morón (31), diseñadora de indumentaria y bailarina, a consultar a un médico macrobiótico para tratar la enfermedad. “Me habían indicado cirugía y medicación de por vida y no me cerró. Entonces acudí a un profesional que me dio una dieta macrobiótica, que no en todos los casos es vegetal, pero que hace hincapié en los tipos de alimentos que consumís: nada refinado, sin harinas y lo más natural posible, prestando atención a cómo se combinan”.

El caso de Micaela Mariani fue distinto. Acompañante terapéutica de 40 años, dice que empezó a experimentar rechazo a la carne desde los 12. Lloraba y no quería comer. Su mamá le había regalado un gallo y no podía dejar de pensar que para consumir carne se sacrificaban animales como él. En la adolescencia, entonces, dejó las carnes rojas y después el pollo, “porque no quería seguir participando de algo que estaba mal y sabía que detrás de ese consumo hay un sicario que mata por vos”, denuncia.

María Clara Lima (52) descubrió la filosofía ayurveda hace 18 años por recomendación de su esposo, quién le regaló un libro sobre el estilo de vida que logra un balance del organismo en base de productos orgánicos. Abogada especializada en propiedad intelectual de la UNLP y, desde entonces, voluntaria de la Fundación El Arte de Vivir, lleva una alimentación ovo lacto vegetariana inspirada en la concepción ayurvédica: la vida como unión equilibrada entre cuerpo y mente. Cambiar la vida, para ella, implicó también cambiar toda la alimentación.

Si bien no existen datos oficiales globales ni a nivel país, la Sociedad Argentina de Nutrición reconoce una proporción de población vegetariana que va del 1 y al 10 por ciento en la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá. Otro informe, de la Fundación Foodways, sostiene que en Estados Unidos el 13% de la población es vegetariana, el 47% de los ingleses se autodenominan vegetarianos y la India es el país con mayor proporción de vegetarianos: 40%. El mismo estudio asegura que hay más de 600 millones de vegetarianos en el mundo y va en aumento.

Mientras la noticia sobre la influencer Rawvana –famosa por sus videos inspiracionales donde recomienda la dieta crudivegana– genera polémica en las redes porque debió modificar su alimentación e incorporar pescado y huevo debido a problemas de salud, las formas alternativas de alimentación vuelven a tomar relevancia. De qué hablamos cuando hablamos de vegetarianismo. ¿Son sólo hábitos de comida o significan algo más? ¿Cómo definimos lo que comemos? Veamos.

Vegetarianos de todo tipo. Tradicionalmente el término “vegetariano” se usa para nombrar la ausencia de ingesta de carne. El problema del rótulo es que no discrimina los hábitos alimenticios en relación a otros alimentos. Así, entre quienes eligen no comer carne, hay infinitas variantes. Se destacan entre ellos los ovo -vegetarianos, incluyen huevos; lacto-vegetarianos, incluye lácteos y yogures y queso; ovo-lacto- vegetariano, que consumen huevos, leche y derivados; crudívoros que sólo incorpora alimentos crudos tales como frutas, verduras, nueces, semillas y legumbres, entre otras.

Los veganos o “vegetarianos estrictos” son quienes llevan una dieta basada exclusivamente en alimentos de origen vegetal sin excepciones de ningún tipo.

La dieta ayurveda, que tiene origen en la medicina natural india y es una forma de vegetarianismo, considera que “somos lo que comemos” y que cada persona debe alimentarse según su constitución ayurvédica o ´dosha´ para mantener en equilibrio la fuerza universal de la vida.

Aunque todos coinciden en que desde la existencia de las redes sociales y el mayor flujo de información impulsaron estas tendencias, el vegetarianismo tiene la edad de Pitágoras. “¡Oh mortales! No sigáis envenenando vuestro cuerpo con un alimento tan repulsivo como la carne. ¿Puede darse mayor delito que introducir entrañas en las propias entrañas?”, sostenía el matemático y autor del teorema allá por el siglo VI A.C.

Y si el cuestionamiento principal a estas formas de alimentación proviene del ámbito de la salud, que advierte con preocupación la deficiencia de nutrientes como la vitamina B12, los ácidos grasos omega 3, el hierro y el calcio que pueden tener estas dietas; el alerta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) frente a pandemia de enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión, la diabetes y algunos cánceres, pone de relieve la importancia de los hábitos saludables presentes en la mayoría de ellas.

EVOLUCIóN Y NUTRICIÓN. Cibeles Guerrero considera que la posibilidad de contar con una dieta a la medida de cada persona y basada en su perfil genético es lo ideal en cuestiones de alimentación. Y no habla del futuro, la nutrigenómica –que estudia la relación entre alimentación y salud desde los genes– está en pleno desarrollo. Hasta que eso sea accesible a las mayorías, ella sigue y recomienda a sus pacientes los principios de la Whole Foods Plant Based (WFPB), una dieta que no incluye carne, productos lácteos o huevos, pero sí una gran variedad de alimentos integrales.

El término entero -del inglés whole- se refiere al menor nivel de procesamiento de los alimentos. Incluye granos enteros, frutas, verduras y legumbres. También, con moderación: nueces, semillas, paltas, edulcorantes naturales y ciertos productos de soja o trigo que no contienen grasa agregada; por ejemplo, tofu y seitán.

“Son variadas las razones por las que muchas personas no consumen productos de origen animal”, explica Cibeles: “hay algunas que no les cae bien la carne, no la toleran o no la pueden digerir bien; otras no les gusta; hay quienes son intolerantes a la lactosa y no pueden consumir leche ni derivados”.

A las críticas clásicas al vegetarianismo, Cibeles opone “que la alimentación omnívora sea la más difundida no quiere decir que éstas formas de alimentación no sean buenas, ya sea por temas de salud o sólo de respeto: si la persona manifiesta que se siente mal cuando consume cierto producto de origen animal no podemos insistir porque es absurdo, peligroso y hasta podría generarle un daño”. Desde su visión, “se puede ser vegetariano o vegano en cualquier etapa de la vida, sea en niñez, en la adultez, durante el embarazo y la lactancia o en los adultos mayores, y esto tiene que ser planeado y guiado por un profesional de la salud especializado en el área”, dice y asegura “esto tiene un beneficio para la salud porque se aumenta tanto el consumo de fibras que hay una mejora importante de la flora intestinal y de las sensaciones físicas y del sistema inmune”.

CARNE NUNCA MÁS. Un vez superada su afección endócrina, Victoria fue abandonando la dieta macrobiótica, no sin antes llegar al origen de la situación emocional que la provocó. Después cambió de hábitos: “la macrobiótica requiere la elaboración de todos los alimentos y me fui cansando”, cuenta y enumera otras mejoras que consiguió sin buscarlas: cambios en la piel y el pelo, mejoramiento de la circulación sanguínea y hasta un problema ginecológico desapareció.

Hoy lleva una dieta vegetariana donde no pueden faltar cereales integrales, legumbres y verduras de todo tipo. Además incluye algunos condimentos imprescindibles como tekka (polvo de raíces), miso (pasta fermentada de soja orgánica), shoyu (salsa de soja orgánica) y levadura de cerveza “todos elementos que aportan calcio y fósforo y la mayoría no conoce porque vienen del mundo oriental”, precisa.

En su modo particular de ser veggie, a veces se permite queso o helado, pero jura que a la carne no vuelve nunca más. “Si hay carne, no como”. ¿La clave para socializar? Lo mejor es llevar el tupper a donde vaya, aunque últimamente en no es necesario: muchas de sus amigas se hicieron vegetarianas y cada vez más hay más conciencia y mesas con opciones veganas.

VEGANOS: UNA FORMA DE SER. Micaela Mariani se hizo vegana a los 24 años, a pesar de las recomendaciones médicas que insistían en que no abandonara los lácteos. Su familia, dice, reaccionó bien. “No teníamos cultura del asado. No tengo recuerdos latentes o los borré. Éramos más de las pastas”, revive y asegura: “después de eso me sentí mejor”. Para ella ser vegana no es un tema de alimentación. “De ninguna manera es sólo una cuestión de alimentación, hay gente que lleva una dieta vegana y no lo es. El veganismo está en contra de toda explotación animal”, declara y sentencia: “hoy es un capricho consumir carne, porque tenés la opción de evitar la masacre de los animales, de seres inocentes que se asesinan por hábitos y costumbres”.

Activista de Anonymous for the Voiceless, organización vegana que funciona en La Plata desde hace un tiempo, Micaela se ocupa de difundir lo que pasa en los mataderos durante vigilias organizadas en el frigorífico de Gorina, frente a heladeras de grandes supermercados o en espacios públicos como plazas o locales de comida rápida. “Comer un poco de carne y violar de vez en cuando a una mujer para mí es lo mismo”, dispara Micaela y explica: “porque es una cuestión ética: no un tema de salud. Puede sonar extremo, pero es una elección ética y moral de no matar. La industria ganadera es la que más contamina y estamos matando el planeta por comer un asado el fin de semana”.

AYURVEDA O EL EQUILIBRIO DE LAS DOSHAS. María Clara dice que eligió una alimentación ovo lacto vegetariana porque comprobó que se sentía más liviana cuando suprimió las carnes. En su caso, la espiritualidad le exigió nuevos hábitos. “Había comenzado con las técnicas de respiración y las meditaciones y la limpieza de la mente eran más profundas cuando dejé de consumir todo tipo de carnes”.

La filosofía ayurveda, que siguen ella y su marido, considera que el crecimiento y el decaimiento del cuerpo y de la mente, giran alrededor de los alimentos. “La digestión, la asimilación y el metabolismo de la comida tiene una interacción en la salud y la enfermedad y se ven afectados significativamente por mecanismos psicológicos y también por falta de fuego digestivo”, explica María Clara.

Los ayurvédicos clasifican a las personas en tres tipos constitutivos: pitta, vata y kapha. Todos, según esta corriente, presentamos una combinación de dos doshas y eso es lo que nos da cierto físico y personalidad. “Cuando los doshas están en equilibrio el cuerpo se mueven en armonía y esto se considera que es salud para el Ayurveda”, señala.

¿Qué elementos causan desequilibrio? Esencialmente, la alimentación, el ritmo de vida, las compañías, las emociones y las estaciones del año. Por eso, para mantener el balance en el cuerpo, el Ayurveda sugiere un estilo de vida acorde con el ritmo de la naturaleza y con el reloj biológico: es decir, despertarse antes de la salida del sol, limpiar el cuerpo y la mente con ejercicios de respiración meditación y yoga y lo primordial: una alimentación natural.

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Victoria Rey Morón, diseñadora de indumentaria y vegetariana desde hace 6 años

Cibeles Guerrero, nutricionista y seguidora de una dieta especial basada en vegetales y semillas

María Clara Lima, abogada y practicante de la dieta ayurvédica

Micaela Mariani, activista vegana

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