Los cambios desembocaron en un desorden generalizado
Edición Impresa | 16 de Septiembre de 2019 | 04:37
Las presencias de Nazareno Colombo, en lugar de Juan Fuentes, y de Nahuel Estévez, por Diego García, le permitió a Diego Milito diagramar una formación con tres centrales en la última línea (Colombo-Jonatan Schunke, Gonzalo Jara), un volante central delante de ellos, que fue Enzo Kalinski, y dos que se movieron delante suyo (Nahuel Estévez e Iván Gómez), para liberar a Facundo Sánchez y Facundo Mura, quienes se movieron abiertos, tratando a abrir a la defensa que esperaba y conectarse con Ángel y Federico González. Un esquema elástico, que más allá de las buenas intenciones, no alcanzó para evitar la apertura de Boca y menos para tratar de neutralizarla después.
No encontró el modo Estudiantes de cambiar la tendencia del juego en el segundo tiempo, y cuando Gabriel Milito movió el banco de los suplentes, por más que sumó jugadores de ataque, lo que terminó fomentando fue un desorden general que dejó ver a jugadores desparramados sin una idea clara de como organizar jugadas en los metros finales y a la vez evitar las salidas rápidas de un rival que asustó en cada contragolpe.
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