Decisiones en tiempos de cuarentena

Edición Impresa

Rosana Cecilia Grisolía

Psicóloga

¿Qué significa este tiempo signado por la pandemia para los adultos mayores?

Si bien cada sujeto transita el período de acuerdo a su propia historia y a los recursos con que cuenta, este lapso supone cambios drásticos en la cotidianeidad, en las formas de dar y recibir afecto, en las posibilidades y limitaciones del espacio vital.

Los adultos mayores se enfrentan a un dilema de no fácil resolución. Deben optar entre minimizar los peligros de la exposición al virus “guardándose” en las viviendas, o recuperar los placeres (derivados del encuentro con los vínculos, de la reanudación de las actividades que les eran cotidianas) a expensas de un mayor riesgo a contraer la enfermedad.

Surge así el contraste manifiesto entre la necesidad de renunciar a parte de lo que motoriza el vivir, con el objetivo de resguardar la vida; y el vivir la vida que se desea, a sabiendas del peligro real y/o subjetivo que de ello pudiera desprenderse.

¿Se puede resguardar la vida renunciando a lo que la motoriza? ¿Se puede resignar gran cuota de los objetivos vitales con la finalidad de preservarla?

Estos interrogantes no brindan respuesta, quedan abiertos a la decisión de cada sujeto; la cual estará en gran medida determinada por la afectividad.

¿Cómo tramita el afecto un adulto mayor, qué necesidad de expresión siente necesaria?

Las experiencias propias habrán dejado maneras idiosincrásicas de expresión, y propiciarán modos personales de decisión ante el dilema.

También ha de influir la apropiación que hace el sujeto del tiempo. Este factor –el tiempo- cobra sentidos diferentes a lo largo del recorrido vital de un individuo y, podemos pensar que, si para un joven pudiera parecer ilimitado, un adulto mayor registra su finitud, la representación de un futuro acotado y hoy más que antes, incierto.

Un porvenir que pudiera juzgarse breve puede hacer más urgente la expresión del deseo, la necesidad del contacto físico; y la convicción de lo irrecuperable y de que aquello no hecho, no vivido, difícilmente pueda ser reintentado en un después.

Por último, la palabra “cuarentena” cobra significaciones diferentes de acuerdo al período transitado. Hoy, en que los plazos de la misma se han extendido, y en que la enfermedad temida circula comunitariamente, los sentidos que los adultos mayores atribuyen a su “estar” en ella han variado. Si este tiempo es un tiempo de espera para muchos, para ellos es más de pérdida que de espera.

Pero siempre, aún en estos tiempos “a destiempo”, es preciso que cada adulto mayor se confronte con sus miedos y con su deseo, y responda por sí ante esta circunstancia que lo atraviesa y lo convoca a decidir.

 

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