Uno marcha tercero y el otro, décimo; aunque ese contraste no asigna roles definitivos en la búsqueda del favorito

Estudiantes, con estilo muy básico, impone respeto por sus números. Gimnasia ha extraviado la impronta de su juego. Será moneda al aire

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Por MARTÍN MENDINUETA

@firmamendinueta

Dieciséis años después de aquella pulseada que definió José Luis Calderón en un estadio albirrojo muy diferente al actual, Estudiantes volverá a ser y a sentirse genuinamente anfitrión en uno de los cuatro clásicos más significativos y pasionales del fútbol nacional.

Aquel grito del goleador “Caldera”, con las dos hinchadas presentes y un contexto general mucho menos conflictivo y estresante que el actual, se presenta ahora como un recuerdo tonalizado por la nostalgia de arrugas más felices. Encerrados. Con miedo e incertidumbre. El episodio que se acerca, y que tanto nos gusta, consigue, sólo a medias, endulzar la atmósfera cargada de pesadumbre. Los hisopados hoy son más esperados que cualquier detalle de planificación de la pelota parada. Una triste mueca de este brutal desasosiego.

Primero habrá que ver quiénes podrán jugar y, recién después, analizar cómo pueden hacerlo. Además, la coyuntura de cada uno otorga matices muy marcados que definen identidades futboleras muy distintas.

DUEÑO DE CASA SUMA Y BUSCA JUGAR MEJOR

Ricardo Zielinski, quien arribó con un enorme apoyo popular, ha conseguido cambiar drásticamente el nivel de facturación de puntos de Estudiantes. Tiene muchos. Los mismos que River, y hoy está instalado en zona de clasificación a cuartos de final. Los números constituyen la mejor carta de presentación de un ciclo prácticamente desnudo de creatividad y juego asociado. Su libreto, interpretado más por elección que por falta de recursos, es básico y apunta a llegar al gol del modo más directo. La elaboración pensada y paciente no es lo suyo. No se muestra cómodo en esa faceta. Corta y juega largo, a la carga de sus delanteros, especialmente del potente Leandro Díaz, que parece hecho a la medida de lo que propone el “Ruso”.

¿Alcanza para convencer? Mientras siga sumando no habrá críticas ácidas ni conflictos de grandes proporciones; pero, se sabe, el fútbol te suelta la mano en el momento menos indicado. Algo debiera estar claro para el domingo: En condiciones normales la conformación del mediocampo jamás podría ser igual a la del partido ante Aldosivi. Colombo allí no rindió. Ubicarlo en el lugar de Leonardo Godoy (sin Pasquini en cancha es el defensor menos confiable) sería una muy buena opción. Estudiantes invita con ingenuidad a cada rival a ser atacado por el costado derecho de su defensa. Allí se centra uno de los puntos más flacos de su retaguardia.

En la franja central alguien debe hacer jugar al equipo. Si puede volver el “Corcho” Rodríguez, habrá encontrado una parte de la solución; pero necesita alguien más adelante que enlace con los delanteros. “Tití” y Mauro Díaz no han dado la talla. Sánchez Miño, tampoco. A alguno de ellos deberá darle confianza. De lo contrario, la frontalidad de sus ataques volverá a exponer sus limitaciones.

Delante de Mariano Andújar, Estudiantes tiene más dudas que certezas. El conductor de afuera tiene que darse cuenta de que será muy difícil crecer sin tener un conductor dentro del campo.

EL HUÉSPED QUE SEDUCÍA DEBE RECUPERAR EL GPS

Es cierto que el COVID lo castigó con extrema dureza arrancándole a tirones bastante más de medio equipo titular, pero Gimnasia no tiene tiempo para lamentos. Con lo que tenga, con lo que le quede en pie, la dupla Messera-Martini no puede permitir que ese “Lobo” tan buen amigo de la pelota se haya convertido en el espanto que se vio en Entre Ríos.

Con palpables méritos se convirtieron en los reemplazantes de Maradona y de Sebastián Méndez; bueno, ahora, en el bache más profundo de su más que agradable etapa de conducción, tienen la responsabilidad de devolverle esa forma de “tejer” el juego asociado que tantas satisfacciones les ha deparado. Gimnasia perdió la tenencia, el orden, la presión y la silueta global en una caída demasiado dura. Algunos estuvieron “flojos” o “débiles” como resabio de la enfermedad. Otros (Brahian Alemán, Luchas Licht, Emanuel Cecchini, Maximiliano Comba, Erik Ramírez y Nicolás Contín) jugaron muy mal.

Por el lapso de recuperación, por todo lo que significa el partido, por haber tocado fondo, por el regreso casi confirmado de muchos titulares y porque no imagino a los entrenadores traicionando su esencia constructiva, Gimnasia jugará mucho mejor el próximo domingo. El nivel de superación es imposible de intuir, pero sí tiene fuerza de certeza que el mero peso específico de algunas individualidades elevará ese piso de rendimiento tan bajo que se arrastró a orillas del Paraná. ESTAR SANO YA ES UN MONTÓN

El clásico, como casi siempre, será moneda al aire. Parece mentira que los dos estén pensando más en la salud de los futbolistas que en las carencias de su juego. La pandemia nos cambió la vida. Es lógico que el fútbol también sea su víctima.

 

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