Walter Acevedo y Palito Ruíz, la pasión por el Lobo y Malvinas

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Roberto Ruíz y Walter Acevedo son los protagonistas de esta historia. De fútbol, de Gimnasia, de amistad, de Malvinas, luego de 40 años.

Palito Ruíz nació en Berisso, llegó a los 8 años al Lobo. Era lateral izquierdo. Pasó por el fútbol infantil, juvenil y en el ´80 sube a Reserva. Su sueño de futbolista iba bien hasta que en enero del ´81 debe realizar el servicio militar. Salió de baja el 15 de marzo del ´82 e inmediatamente volvió a entrenar. Lo citaron a Reserva, pero a los 15 días lo volvieron a llamar del Regimiento y debió presentarse para ir a Malvinas.

El sábado 26 de junio Gimnasia en 60 y 118 le hizo un homenaje en la mitad de la cancha a Ruíz, Acevedo y Daniel Galli, que también jugaba y había ido a Malvinas. Ruíz volvió a entrenar, “pero ya no era el mismo Palito. Siempre fui de hacer bromas, divertido y me costó mucho. Me acuerdo que jugué cuatro partidos en Reserva, en uno anduve bien pero en los otros tres no”, cuenta. En diciembre debían firmar contrato o quedarían libres. “Habían dicho que nos iban a hacer contrato, pero eso no pasó. Creeme que la post guerra, es peor que la guerra”.

No fueron fáciles esos años posteriores para poder reacomodarse. “Fue duro, no tenía un mango, me había quedado sin el fútbol, sin trabajo. Pensando le di muchas vueltas a mi carrera, yo tenía la certeza que iba a ser jugador de fútbol”, dice Palito, que agrega, “hoy tengo mi platea permanente, voy a la cancha con Tomás, mi hijo. Yo amo los colores, amo a Gimnasia, los dirigentes son otra cosa, están de paso, y siempre pienso porqué no nos dieron una oportunidad, era lo que pedíamos”.

La historia de Acevedo y Gimnasia comenzó en enero de 1979. Tenía 15 años y llegó desde Rivera, localidad de la provincia de Buenos Aires. “Quedé en Sexta, que era una división muy buena”, recuerda.

En el ´81 le tocó el servicio militar, pero pudo salir a entrenar y jugar en inferiores; también fue parte del plantel de Reserva que salió campeón. Aún vivía en la pensión del club. “El sábado 3 de abril iba a jugar contra Arsenal, iba a debutar como titular en Reserva, pero el partido se suspendió por lluvia. En esas horas me llamaron y debí presentarme. El lunes 12 salimos para Malvinas”, cuenta Walter que jugaba de volante. “En mayo, ya hacía un mes que estaba en Malvinas, me encontré con Palito que lo conocía del club pero no sabía que estaba allá. Fue una gran alegría”, dice.

Volvió a entrenar, pero al poco tiempo le dirían que quedaría libre. “Yo separo al club de lo que fueron los dirigentes. Solo pedíamos seis meses para ponernos bien después de la guerra. Igual no tengo rencor, hoy voy a la cancha y estoy en la Filial de Ex Combatientes”, afirma.

Walter tuvo dos hijos y es abuelo. Al mirar para atrás, reflexiona, “creo que todo lo que pasa, es por algo y mi destino era ese. Mi sueño era ser jugador de fútbol, era lo que quería y de alguna forma lo hice en otro lado. Y después de todo, pude volver de Malvinas”.

Arriba, De izq. a der.: Palito es el primero y Walter el último. la imagen es de un partido en Estancia Chica cuando compartieron la Sexta División del Lobo

 

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