“Regalarle esto a mi abuelo es algo maravilloso”

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Luego del histórico triunfo sobre el croata Coric, el cual le significó meterse por primera vez en los octavos de final de Roland Garros, el platense Tomás Etcheverry explicó lo que significa para él y sobre todo para su familia y amigos, con principal foco en sus abuelos, vitales para que se enamorara del deporte blanco.

Muy emocionado por lo conseguido ante el 16 del ranking y aún algo sorprendido por lo hecho instantes atrás, Etcheverry enfrentó los micrófonos sobre el mismo polvo de ladrillo en el que obtuvo el triunfo más trascendental de su ascendente carrera.

Y luego de un abrazo muy sentido con sus abuelos Eduardo y Ana, y con el resto de su equipo y sus seres queridos allí presentes, destacó: “Estuve toda la vida esperando un momento como este”.

Ese momento, por el cual tanto trabajó, lo tendrá en la próxima instancia frente a frente con el japonés Yoshihito Nishioka (33), quien acabó con la gran semana del brasileño Thiago Seyboth Wild (172).

La emoción continuó en el relato del platense, quien hizo el foco en sus abuelos, absolutos pilares.

“Gracias a mis abuelos juego al tenis. Por ellos arranqué a jugar”, confió. “Me bancaron gran parte de mi carrera y es un placer tenerlo acá”, expresó en cuanto a Eduardo. “Él siempre me acompañó”, recordó Etchverry. “La primera vez que jugué Roland Garros Junior estuvo acá conmigo, sufriendo. Y regalarle este momento es algo maravilloso”, afirmó.

Por último, el joven de 23 años que está escribiendo historia grande dentro del tradicional certamen, valoró la compañía de sus amigos.

“También está uno de mis mejores amigos acá compartiendo conmigo. Otro que también está viéndolo desde el box. Es impresionante. La verdad que no tengo palabras para este momento”, concluyó.

LA EMOCIÓN DE SU ABUELO

Otro de los protagonistas de esta historia, su abuelo Eduardo, también se refirió a lo conseguido por Etcheverry, recordando sus inicios.

 

“Es impresionante. La verdad es que no tengo palabras para describir este momento”

 

“Yo le regalé la primera raqueta. Todo esto nació estando en la playa de la costa bonaerense, cuando fuimos a un lugar donde vendían juegos y le regalamos esa pelota colgando de un tanza”, indicó. “Y, estando en la playa, Tomás se pasaba todo el día pegándole. Hasta que después fui a averiguar ahí en Cariló. Y le empezaron a dar clases tres veces por semana, con apenas cinco años”, sostuvo. “La verdad que es una emoción muy grande porque lo veo feliz. Para mí todo esto ya es demasiado. Tengo mucho agradecimiento. Hay mucha sintonía a nivel de afecto, de cariño. Es realmente muy hermoso”, completó un orgulloso Eduardo.

 

 

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