Jeremías Merlo, de querer largar el fútbol al sueño del pibe en Gimnasia: su historia

Titular en el Lobo de Orfila, al juvenil de Los Hornos se le eriza la piel cuando imagina su primer gol y el festejo junto a su familia. “Y si es en el Bosque, mejor”, dobla la apuesta

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Si el 18 de julio de 2024 quedó marcado a fuego en la vida de Jeremías Merlo, este inicio del Torneo Clausura, más de un año después de aquella derrota ante Independiente Rivadavia, es un tiempo soñado para el pibe de Los Hornos.

Jeremías Merlo llegó al Lobo en 2021 luego de sus primeros pasos en Alumni. En 2022 tuvo un buen año en Séptima División, en donde marcó 9 goles en 23 partidos. Desde ahí dio el salto a Reserva de Lucas Lobos en 2023, y el año pasado se afianzó como titular, firmó su primer contrato profesional 2024 y tuvo su debut en primera de la mano de Marcelo Méndez. También vivió carencias y malos momentos, que -por suerte- quedaron atrás para cumplir el sueño de la titularidad con continuidad de la mano de Alejandro Orfila.

- ¿Cómo te estás sintiendo con esta continuidad en primera?

- Por suerte muy bien. El grupo está unido. Estamos todos juntos, hay un muy bien ambiente, estamos todos yendo para el mismo lado. Yo me estoy sintiendo con mucha confianza gracias a ellos, trato de aprender de los más grandes y escuchar los consejos que me brindan.

- ¿Que te pide Orfila?

- Me dijo que vaya para adelante, que siempre tenga una decisión en mi cabeza, sea patear al arco o tirar el centro que vaya decidido, convencido de lo que voy a hacer. Me pide que defienda cuando tenga que defender, pero que juegue los duelos y busque terminar la jugada.

- Te pide uno contra uno, pero hay que dar una mano grande en defensa.

- Me pide que juegue el uno contra uno, porque ahí está la virtud que tenemos los extremos. Dice ‘jugate el uno contra uno’, pero que sea de la mitad de la cancha para adelante, porque más atrás si la perdemos estamos más cerca de nuestro arco. En zona de ellos, están otros compañeros para ayudar. Tengo que mejorar en ese aspecto, porque yo mismo noto que quiero gambetear de nuestra mitad de cancha hasta el otro arco, pero voy a aprender, hay que tratar de apoyarse en los compañeros. Con el tiempo lo voy aprendiendo. Orfila pide que le demos una mano al equipo porque los delanteros también tenemos que defender.

¿Son un equipo muy solidario?

- Trabajamos en conjunto, tratamos de ayudarnos. Hablar las cosas con calma, tratar de no pelear. Yo me cebo con las gambetas y me como alguna puteadita pero estamos todos muy juntos, el grupo está unido y eso nos está dando los resultados, porque hay mucha confianza.

¿Tu familia como vive este momento?

- Todos muy contentos. Mi papá se llama Federico, jugó en San Martín de Los Hornos, siempre quiso llegar a este lugar donde estoy. Él está súper contento por mí. Mis abuelos, mis tíos y tías, mi mamá Graciela, mi hermanas Brenda y Azul, estamos todos viviendo un hermoso momento. Hay que seguir para adelante para seguir dándoles más alegrías.

¿Hace poquito les diste la alegría de la mudanza a una casa mas cómoda?

- Gracias a Dios me ayudó mi repre Mariano Fernández junto a Fernando Cosentino. Es una casa más cómoda, más grande, con una pieza para cada uno. Fue una alegría muy linda.

- ¿Están más tranquilos al verse mejor ubicados en la tabla Anual?

- Sí. Contentos también. Antes nos veíamos más abajo y era difícil pero ahora que estamos un poquito más arriba cambia todo el clima.

- ¿Sos de mirar a los rivales de abajo o te ilusionas con olvidarte pronto del descenso?

- Uno siempre ve la tabla pero me concentro más en pensar que si ganamos vamos a ir subiendo de a poco. No soy tanto de mirar a los rivales de abajo, aunque estoy pendiente de que si empatan o pierden nos puede llegar a servir.

- Un par de lesiones te frenaron en la época de Méndez. ¿Se te hizo difícil la espera hasta la siguiente chances después de haber tocado primera?

La frase de su papá que le sirvió: “si vas a llorar cada vez que pasa algo malo, no podés jugar al fútbol”

- Se me hizo muy difícil. Pensé que no me iba a lesionar nunca y volví con miedo. Estábamos pasando un momento malo con mi familia, pero con el tiempo se fueron acomodando las cosas. La última vez que me lesioné, en Reserva, salí y les dije a mi representante y a mi papá que no quería jugar más porque sentía que no estaba disfrutando nada. Gracias a ellos, que me incentivaron y me hicieron entender que no podía arruinar todo por un día de mierda estoy acá. Después, la ecografía me demostró que era una distensión, no era nada, pero fueron momentos difíciles. Me sentía mal, no comía bien, pero ahora con los profes nuevos, Martín Fernández, Juancito Lhomy y todos pude mejorar una banda los isquiotibiales. Ahora estoy diez puntos. Solo fue un momento malo que me habían dicho que iba a pasar. Y en un mes me cambió todo, ahora estoy muy contento.

- Los altibajos están siempre, pero tenés un lindo futuro en el fútbol

- Estaba pasando un mal momento, en esa etapa. Ese día salí caliente del partido pero despues mi representante, familia y amigos me hablaron mucho y recapacite. Entendí que era una boludez lo que decía.

- Sos uno de los más chicos del grupo, ¿te hablan mucho los más grandes?

- Siempre me hablaron Pablito, Suso, Mellu...cuando estaba pasando ese mal momento ellos se enteraron, subimos con la Reserva a hacer fútbol y me hablaron mucho. También el Pata me aconseja. Yo trato de hablar con ellos porque tuvieron una carrera futbolística y trato de escuchar sus consejos, porque ellos pasaron por algunas de estas cosas.

- ¿Estás ansioso por tu gol?

- No soy ansioso, pero quiero que llegue ese día. A veces estoy adentro de la cancha, pienso y digo ‘mirá si hago mi primer gol, me voy al alambrado con mi familia’. Se me eriza la piel, se me llenan los ojos de lágrimas. Hacer mi primer gol en el Lobo...me muero. Quiero que llegue ya ese día, pero con paciencia creo que el gol va a llegar. Y si es en el Bosque, será mucho más lindo.

- ¿Que es Gimnasia para vos?

- Gimnasia es como una segunda casa para mí. Me ayudó mucho, porque cuando llegué al club no estábamos bien económicamente. Nunca faltaba el plato de comida en mi casa, pero no comíamos bien. Me decían ‘pechuguita, arroz, buena alimentación’, pero yo comía lo que todos comían, lo que se podía. O no podía comer milanesas al horno porque no andaba bien el horno. Entonces comíamos un guiso y no me alimentaba bien. Cuando subí a primera con Madelón me fue muy mal, ese día me quedé sin aire, me dolía la panza. Cuando al día siguiente a los dos pibes que habían subido conmigo los volvieron a llamar y a mi no, me puse a llorar. Mi papá me cagó a pedos: “Si vas a llorar todas las veces que pasa algo malo no podés jugar al fútbol”. Era rechiquito, tenía 16 años. Y después el profe me dijo si quería llevar las viandas y el club me empezó a dar para comer al mediodía y a la noche. Gimnasia me dio muchas cosas.

 

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