Asesinato de Charlie Kirk: teorías, secretos, conspiraciones, un arma pero ningún detenido
| 11 de Septiembre de 2025 | 11:28

Charlie Kirk, activista conservador y fundador de Turning Point USA, fue asesinado de un disparo en el cuello durante un acto universitario en Utah Valley University, en Orem. Según informan diversas fuentes, el atacante, descrito como un francotirador, disparó desde el tejado de un edificio cercano y huyó del lugar inmediatamente después. Un rifle de cerrojo de alta potencia fue recuperado por el FBI junto a huellas de sandalia, palma y antebrazo. El mortal ataque fue calificado por el gobernador de Utah, Spencer Cox, como un “asesinato político”.
Desde entonces, no se ha detenido a ningún sospechoso, aunque inicialmente se detuvo a una persona que luego fue liberada al no hallársele relación alguna con el tiroteo. Ante la incertidumbre del móvil y del perpetrador, han comenzado a circular diversas teorías, algunas surreales, otras más plausibles. Estas son las principales hipótesis que se discuten en medios y redes:
Una teoría que resurge en ciertos círculos conspirativos sostiene que Kirk había exigido la publicación de los archivos secretos relacionados con Jeffrey Epstein, y por ello su asesinato sería una represalia para que callara o para “silenciar” información comprometedora. No obstante, no hay datos concretos de que Kirk haya tenido acceso directo a esa documentación ni de que hubiera manifestado públicamente la intención de revelarla. Sin embargo, la idea de que estaba empujando hacia temas comprometedores, y que por ello pagó un precio fatal, circula entre simpatizantes acérrimos del movimiento MAGA como una explicación plausible de magnicidio político.
Otra teoría se orienta hacia una intervención de algún servicio de inteligencia (ya sea estatal o no estatal). En este marco, el asesinato desde un tejado con un rifle de largo alcance, sin caer en caos inmediato para el tirador, hace sospechar a algunos sobre la posible participación de agentes profesionales. El método sofisticado sería, para los teóricos, un indicio de que no fue un ataque espontáneo ni de un ciudadano común, sino preparado por una organización entrenada. Hasta ahora, las autoridades no han confirmado vínculos de esta naturaleza ni han dado lugar a filtraciones al respecto.
El discurso oficial del presidente Donald Trump, según reportan medios, adjudicó el crimen a “la izquierda radical”, culpabilizando la retórica política de ese ala por inspirar o incitar el ataque. Con frecuencia, esa narrativa se emplea para señalar a grupos antifascistas o progresistas como responsables ideológicos o materiales. No obstante, no hay imputados, y ninguna organización ha reclamado la autoría del hecho.
Aun sin detección del tirador, la figura de Kirk ha sido elevada por simpatizantes como víctima ejemplar de violencia política. Ese marco -más que una hipótesis sobre el autor material- es una construcción ideológica: su legado se encuadra dentro de una narrativa de curación cultural frente a una sociedad hostil. Trump incluso ordenó que las banderas ondearan a media asta, y lo describió como un “mártir por la verdad”.
Más allá de teorías específicas, expertos y comentaristas apuntan a que este episodio se enmarca en un contexto de creciente polarización política y violencia en Estados Unidos. El tiroteo ocurrió en un evento masivo, frente a unas 3.000 personas, y fue captado en video; la visibilidad y el simbolismo del asesinato intensificaron el debate sobre seguridad institucional y discursos extremos.
Hasta ahora, las investigaciones oficiales se concentran en identificar al autor mediante análisis forense (del rifle, huellas, zonas desde donde disparó), revisar imágenes de cámaras de seguridad y entrevistas con testigos, y explorar posibles motivaciones políticas o ideológicas. No se ha verificado la implicación de Epstein, ni existen pistas confirmadas de espionaje o intervenciones extranjeras. Tampoco hay confesiones ni reclamos de responsabilidad por parte de grupos organizados.
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