La corona de espinas de Jesús, entre sus tesoros

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La arquitectura de la Catedral de Notre Dame, ubicada en una isla en el río Sena, es famosa entre otras cosas por sus gárgolas y sus contrafuertes. Entre las preciadas obras de arte que alberga están sus vitrales, en la parte superior de sus alas oeste, norte y sur. Entre sus tesoros está la reliquia de la corona de espinas usada en la crucifixión de Jesús, que se exhibe sólo ocasionalmente. También se guardan allí un fragmento de la Vera Cruz y uno de los clavos utilizado para crucificarlo.

Estas piezas fueron compradas por el rey Luis IX al Emperador de Constantinopla. El 19 de agosto de 1239, el Rey en persona llevó las reliquias a Notre Dame mientras se construía un edificio adecuado para ellas, lo que sería la Sainte Chapelle.

Durante la Revolución Francesa, las reliquias fueron trasladadas a la Biblioteca Nacional. Tras el Concordato de 1801 (acuerdo entre la Francia revolucionaria de Napoleón y la Santa Sede, por el cual la Iglesia renunció a reclamar las tierras confiscadas en la Revolución), quedaron en custodia del arzobispo de París, que las depositó de nuevo en la catedral el 10 de agosto de 1806.

 

 

 

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