Sarli y Bó, de la crítica y la censura al cine de culto

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Por NICOLÁS ISASI

nisasi@eldia.com

El paso por la pantalla grande de Isabel Sarli fue gracias a su gran amor, el actor, guionista y director de cine Armando Bó, aunque nunca se casaron porque Armando jamás dejó a su esposa.

Con él trabajó en casi 30 películas entre 1960 y 1980, casi todas taquilleras, llegando incluso a varios mercados latinoamericanos y europeos. Cada estreno era un acontecimiento, sobre todo por el concurrido público masculino, algo que provocaba riñas entre los cines de la calle Lavalle, quienes se peleaban por programar cada película nueva.

Sarli causó suceso desde su primera incursión en el cine: en “El trueno entre las hojas” (1958) protagonizó el primer desnudo total del cine argentino en la escena del lago y se convirtió desde ese momento en un referente del cine erótico local. Lo curioso es que ella no imaginaba que su figura se iba a ver tan cercana porque habría sido engañada con el uso de un teleobjetivo (tipo de lente que aumenta el tamaño de la imagen y parece acercar los objetos fotografiados) durante el rodaje.

El contenido naif y kitsch de sus películas, replicaba prácticamente siempre la misma línea argumental: Sarli oficiaba de una mujer pasional poseída por un hombre mayor (que en general era el mismo Bó) y mostraba un incansable deseo hacia los jóvenes, entre bellos paisajes y escenas repletas de clichés.

Pero aunque eternamente rechazada por la crítica y la prensa cinematográfica, censurada durante muchísimos años por el contenido audiovisual de sus películas, y con un ACE a la trayectoria, su trabajo ha sido revalorizado décadas más tarde, y ese contenido tan peculiar fue el que convirtió a filmes como “Fiebre”, “La leona” o “Carne” en películas de culto, formando parte del cine Clase B con programaciones en distintos festivales internacionales.

 

 

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