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A la mítica sala de 1 y 44, frente a la Estación, se acercaron durante años generaciones de jóvenes que escapaban del colegio para ver programas triples dedicados a la diva
Isabel Sarli, habitué de la programación del viejo cine Roca / Télam
Un viejo mito urbano cuenta que el Cine Roca, que funcionó entre 1950 y 1989 en 1 entre 43 y 44, fue el lugar donde Isabel “La Coca” Sarli más se desvistió. Allí fueron comunes durante décadas los programas dobles y hasta triples de los míticos filmes de La Coca y Armando Bó, por lo cual durante años fue el lugar de peregrinación de la juventud platense, que se “rateaba” de la escuela para ir a ver las curvas exuberantes de Sarli. Allí, los jóvenes platenses conocieron, por primera vez, el sexo y la desnudez.
En medio de aquellas tardes, a los chicos escapados de sus obligaciones escolares se sumaban algunos adultos que bajaban del tren y en lugar de acudir al trabajo, se iban a ver una de la Sarli. Se internaban en la sala de cine atravesando un pasillo con decorados bizarros de tinte andino, cobijándose en la oscuridad para, en aquellas incómodas butacas, hacer quién sabe qué.
Es que eran otros tiempos, más ingenuos. La promesa de una “lola” generaba éxtasis. Y “rateadas” masivas. “Año 1970. Pasaban un tríptico de Bó: ‘Fiebre’, ‘Fuego’ y ‘Carne’, todas películas prohibidas hasta los 18. Media división faltó a la escuela. Entraron todos. ¡Y eran todos menores!”, se ríe recordando un abonado al Roca que prefirió permanecer ayer anónimo.
Esta “tradición” era una conducta que seguramente sería mal vista en aquellos años marcados por varios procesos de “reorganización” que pretendían controlar férreamente la moral pública. De hecho, la censura mutiló las películas de La Coca. Pero, además, la televisión y las revistas eran poco reveladoras, y los jóvenes, en medio de su despertar sexual, querían conocer el cuerpo y el sexo. Y no había, claro, internet: “Era un tiempo donde para ver una mujer desnuda por allí tenías que ir a ver una película o encontrar alguna revista con buenas vistas”, recuerda Roberto G. Abrodos, historiador y autor de los libros “La Plata en Décadas”. “Nada que ver hoy que ponés en el buscador y la ves, era todo más difícil”, agrega entre risas.
Entonces, uno de los pocos lugares donde se podían explorar los bajos instintos era el Roca. “Todos de muchachos todavía adolescentes y con muy poca experiencia en nada, concurríamos”, completa Abrodos, que recuerda que la sala era muy “tranquila” porque mientras en el Cine Belgrano daban filmes “de tiros” y “la gente gritaba”, en el Roca “todos estaban pendiente de los pechos de la Sarli, ¡y había un silencio total!”.
Distinto es, sin embargo, el recuerdo de varios periodistas de mediana edad de la redacción que, aunque no quisieron ser identificados por nombre, ayer recordaban su juventud en el mítico cine, al que solían ser asiduos. Allí reinaba el caos a menudo, relataban, y hasta alguna vez, durante una función triple que incluyó “Fuego”, “El trueno entre las hojas”y “alguna más”, alguien gritó, en medio de la exaltación, “¡me voy a morir!”. Y, excitado, arrojó un zapato a la pantalla.
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