Pipo cuidó demasiado para el clásico y lo único que logró fue ponerle freno al crecimiento

Gorosito apostó muy fuerte y perdió. Tardó en realizar los cambios. Sus tres mejores hombres entraron cuando ya había una diferencia grande

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Por MARTÍN MENDINUETA

@firmamendinueta

Recibió un golpe duro. ¿Fue innecesario o valió la pena cuidar a los mejores y hacerlos jugar algo más de media hora? La historia de esta derrota inapelable frente a Argentinos Juniors estará unida a lo que ocurra el próximo domingo, cuando los extremos emocionales seguramente estén garantizados en el ánimo popular.

Lo único claro y concreto es que Gimnasia, después de haber otorgado ventajas apreciables, procuró volver a ser el Lobo mejorado desde la llegada de Pipo recién a los veinte minutos del segundo tiempo, cuando ya era muy tarde como para torcer el rumbo del partido.

Con esta caída pasada por agua se alejó de la clasificación a la Copa Sudamericana y actuó claramente a contramano de lo que viene declarando su entrenador sobre cambiar la mentalidad y proyectar con mayor ambición. La apuesta salió mal y el costo, por ahora inicial, fue bastante alto.

El innegable peso específico del partido que ya se está disputando en la palpable expectativa de los hinchas, terminó arrastrando a los albiazules a un terreno incómodo, donde se filtran ácidas críticas que, principalmente, apuntan a Néstor Gorosito.

¿Cómo impacta lo ocurrido en la preparación de la semana? ¿Se arrepiente el DT de haber debilitado tanto a un equipo que venía en franco proceso de crecimiento? Por lo que declaró en la conferencia de prensa post caída parece que no.

La sensación reinante es que con la formación habitual no se hubiera chocado de frente con una derrota tan dura.

le costó acomodarse a un once armado sólo para la ocasión

Bajo la intensa lluvia y ante una formación con mucho rodaje, el Lobo alternativo que eligió poner Gorosito tardó no menos de veinte minutos en comenzar a construir algo de juego desde lo colectivo.

Para una formación tripera muy diferente a la habitual, el partido se presentó excesivamente complicado. Guardar a los mejores que se mueven de mitad de cancha hacia adelante, fue, sin dudas, una decisión riesgosa.

Los de Milito terminaron aprovechándose de una lectura previa cuanto menos polémica tomada por la máxima autoridad del equipo. Fue el cuerpo técnico albiazul el que minimizó la expresión futbolística propia y, como lógica consecuencia, facilitó la obligación de los locales por imponerse en un partido valioso para sus aspiraciones.

Gorosito pecó con su exceso de optimismo si creyó que cambiando la mitad del equipo más determinante no iba a pasar nada malo.

No hay equipo en el mundo que sacando a cinco de sus mejores jugadores pueda sostener el nivel de rendimiento.

Haber hecho ingresar a Carbonero, Alemán, Luis Rodríguez y Eric Ramírez, todos juntos, cuando ya estaba perdiendo por dos goles de diferencia, pareció una movida tan demorada como improductiva. Ayer no perdieron únicamente los suplentes, perdieron todos; y lo ocurrido será una carga que el plantel completo deberá sacarse de encima con el correr de las horas.

ninguno se lució, otra arista negativa de la gran movida

La interpretación de Gorosito “no dirijo un equipo, sino a un plantel” es correcta, indiscutible. El tema pasa por los matices. Ayer apostó muy fuerte, demasiado, y perdió de modo contundente.

Guardó con la mejor intención de cuidar, pero la realidad le devolvió un resultado que no pasará desapercibido en la previa del episodio más esperado.

Las únicas conclusiones positivas se posan en la gran personalidad de Guillermo Fratta y en la frescura que aportaron un par de corridas inquietantes de Lautaro Chávez. El resto hizo lo que pudo y fue poco.

De cara al domingo, el principal desafío será recuperar la imagen que venía construyendo con paciencia y sano criterio. El descanso que les dio a los jugadores más desequilibrantes una semana antes del clásico trajo más complicaciones que tranquilidad.

Aun manteniendo a sus titulares, Gimnasia podía perder frente a Argentinos, pero le facilitó la tarea y, al mismo tiempo, rompió la saludable atmósfera de entusiasmo que venía sosteniendo.

Pipo no tiene que barajar y dar de nuevo. Simplemente jugar con las mejores cartas.

 

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