Superó adversidades e injusticias para adueñarse de toda la gloria
Edición Impresa | 14 de Diciembre de 2025 | 03:34
Martín Mendinueta
@firmamendinueta
Este campeón corajudo nació (sin que pudiéramos advertirlo) en el césped de Rosario, aquella tarde en que sus jugadores titulares le dieron la espalda a un campeón inventado en los escritorios del poder.
Girando sobre su eje y masticando mucha bronca endureció la piel, multiplicó la bravura y empezó a escribir el capítulo que le puso fin a las barbaridades arbitrales.
El pasillo de la rebeldía lo condujo hasta el estatus glorioso que sus hinchas recordarán con un tesoro divino. No fue un campeonato más. No sólo significó la cuarta estrella bajo la tutela de Eduardo Domínguez. Fue bastante más que el título que su presidente gozó en la platea “gracias” a una sanción sin fundamento ético. Lo de anoche quedará perpetuado en la memoria colectiva del fútbol argentino como una bofetada a la impune soberbia de los que detentan el poder habiendo extraviado por completo la vocación de servicio.
AMONESTACIONES EVITABLES EN UN TRÁMITE INTENSO Y EQUILIBRADO
Con mínima superioridad albirroja por la peligrosidad de sus atacantes, el primer tiempo entregó todo lo que se preveía: lucha intensa, buen ritmo y notorias ambiciones de ataque.
Una dosis mayor de precisión en los últimos metros del campo hubiera acercado al Pincha a la apertura del marcador. Cambeses evitó el gol de Carrillo con su mano izquierda, pero Medina, Palacios y Cetré fallaron en el instante clave de las mejores situaciones que supieron edificar con su desequilibrio.
El principal reproche fue de tono disciplinario y unió al juvenil Gómez y al experimentado artillero de Magdalena. Las correctas amonestaciones recibidas por ambos fueron innecesarias.
El nivel era opaco, pero llegó el golazo y el milagro de carrillo
El segundo tiempo no ofrecía combinaciones de alto relieve técnico cuando llegó una definición memorable de Maravilla Martínez. Su gol fue notable, propio de un artista, e instaló la sensación de que iba a llevar a Racing derechito hasta el título.
El tema fue que apareció Guido Carrillo para imponerse, tal su especialidad, en el juego aéreo y gestar el milagro que pocos esperaban en el minuto 47.
Fueron al tiempo extra y allí, en el minuto 8 del primer capítulo, Lucas Alario no pudo convertir ante un centro filoso de Cetré. Se llevó por delante el balón, que terminó saliendo por arriba del travesaño.
En ese momento de la calurosa noche los dirigidos por Gustavo Costas habían extraviado la lucidez. El tremendo cabezazo de Carrillo los había dejado fuera de foco.
El aire era espeso y el cansancio, una consecuencia lógica de lo que habían corrido. También del miedo a perder que nadie sabía bien cómo manejar. El temor a equivocarse ya se había apoderado de un trámite bastante desvirtuado.
El segundo tiempo del alargue se jugó pensando en llegar con energía para patear desde el punto del penal.
El desgaste físico se percibió en cada movimiento pensado y hasta los que ingresaron desde el banco regularon sus desplazamientos.
Estudiantes, aun con medio equipo suplente, mantuvo la valentía de su postura original.
La figura de Fernando Muslera creció en la parte final cuando se hizo fuerte atrapando los centros que marcaban la ansiedad de la Academia.
Adrián “Toto” Fernández careció de frialdad en la última llegada con pelota movimiento y tiró la pelota muy lejos del arco Pincha.
muslera se mete de prepo en la galería de los imprescindibles
La definición con tiros desde el punto del penal le tenía reservado al arquero albirrojo un premio que le entregará todavía más brillo a su exitosa carrera profesional.
La atajada frente a Martirena torció por completo el rumbo que había tomado la instancia decisiva cuando Cetré no había podido con el manotazo brillante de Facundo Cambeses.
Facundo Rodríguez recibió un guiño fundamental de la buena suerte cuando le tocó ejecutar. La pelota cruzó la línea luego de un instante de suspenso aterrador. Por eso, el defensor Pardo llegó a patear con la presión haciéndole mucho daño. Arriesgó mucho y quedó tendido impotente.
El final nació del estruendo que brotó para gritar la palabra mágica; “CAMPEÔN”.
Estudiantes de La Plata suma a sus vitrinas un trofeo genuino, no inventado, y se recordará con la recompensa que supo construir apretando los dientes y tragando saliva amarga.
El León terminó en cancha con Alario, Sosa, Tobio Burgos, Meza, Benedetti y, también, Rodríguez
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