El Indiecito Ortiz vivió una noche inolvidable

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Y fue nomás noche de muchas emociones, la que se vivió en el Bosque, porque entre el homenaje general al uruguayo Hugo Romeo Guerra (ver aparte), el cálido recibimiento al nuevo entrenador mensana, Pedro Troglio lo que faltaba llegaría en forma de gol a los cuarenta y tres minutos del primer tiempo.

Es que Nicolás Ortiz, el “Indiecito” que es como lo conocen todos en el Lobo, cumplió algo que muy pocos jugadores logran en su primer partido en primera división: anotarse en el marcador.

Tras el centro de Nico Colazo, el toque de Lorenzo Faravelli, al hijo del entrenador interino del Lobo le quedó servida la pelota entrando al área chica y no dudó, con un fuerte remate la mandó a guardar, corrió hacia donde está la cabecera del Bosque gritando su gol y apretó bien fuerte entre sus manos la camiseta albiazul, plasmando realmente un sueño.

Y vaya que lo disfrutó el hijo de Darío Hernán Ortiz; un zaguero central categoría 95 con muchos partidos en la reserva albiazul y con experiencia en Estudiantes de San Luis (dónde jugó a préstamo) que volvió al Lobo para pelearla y que anoche realmente hizo emocionar a varios en el Juan Carmelo Zerillo.

Hay una estadística que impresiona además: su padre, un verdadero símbolo tripero que vistió la camiseta albiazul en 227 partidos entre los años 1989 y 1996, no anotó en ninguna oportunidad y ya su hijo Nicolás en la primera chance, que pudo jugar como titular, anotó como ya fue dicho, en una noche muy especial para todos los que concurrieron anoche para presenciar el cierre tripero en la Superliga.

 

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