Vivir a la sombra del delito, una triste realidad en cada barrio de La Plata: nuevo drama en Ringuelet

Angustia. Esa es la sensación que vive por estas horas una familia de Ringuelet, que acaba de ser víctima de la inseguridad.

Ayer este diario se presentó en su domicilio, aunque se excusaron de hablar, por no encontrarse en condiciones anímicas de revivir lo ocurrido.

De acuerdo a lo que informaron fuentes policiales, el pasado 31 de octubre los residentes en ese inmueble tuvieron que salir a la calle por distintas cuestiones. Algo habitual en cualquier lugar del mundo, aunque en La Plata, por la creciente inseguridad, dejar sola una vivienda, aunque sea por poco tiempo, representa un riesgo concreto de sufrir un robo.

Entonces se puede convenir, sin lugar a equívocos, que la capital provincial es “la Ciudad del miedo”, donde todos viven con un nudo en la garganta, incómodos y alterados, porque el delito está ahí al acecho, a la vuelta de la esquina.

A juzgar por los acontecimientos que siempre informamos desde estas páginas, no alcanzan las rejas, las trabas, las alarmas, las puertas blindadas, los perros, los grupos de WhatsApp y los alambres de púa. Siempre los ladrones parecen moverse un paso adelante del resto. Con medios suficientes para superar cualquier obstáculo que se le presente.

Y eso precisamente es lo que pasó en Ringuelet, donde las víctimas dejaron la finca dos horas y, al regresar, se encontraron con un verdadero desastre.

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Siempre en base a la información oficial, salieron a las 10 de la mañana y regresaron a las 12.

Si bien el domicilio cuenta con sistemas de seguridad, los mismos no habrían sido activados por lo breve de la ausencia. Y si bien los accesos quedaron correctamente asegurados, eso no resultó impedimento para la irrupción de un grupo de desconocidos.

A los damnificados, cuando regresaron a la propiedad, les llamó la atención que una puerta de reja, que conecta -a través de un pasillo- un patio delantero con otro trasero, lucía abierta y ahí estaba tirada una bicicleta, del tipo mountain bike, que habían dejado adentro de la casa, porque era nueva.

Instantes después, al levantar el rodado y llevarlo para el fondo del terreno, apreciaron otra anomalía: la puerta corrediza del fondo había sido forzada. Por ahí se presume que los delincuentes ganaron el interior de la vivienda.

A su paso, fueron revisando todos los ambientes, que quedaron patas para arriba.

Fue como una especie de tsunami, que arrasó con todo lo que encontró a su paso.

Entre los faltantes, la familia apuntó en la denuncia una notebook; un televisor Led de 40 pulgadas; una PlayStation 4 con sus accesorios; un par de zapatillas talle 45; un gamulán de hombre de color marrón; varias prendas masculinas; dólares; pesos; cadenas de oro y de plata; un reloj dorado y una valija de viaje, que habrían usado para cargar buena parte del botín.

Por si fuera poco, dañaron la pantalla de visualización de las cámaras de seguridad.

Cabe destacar, como a veces sucede, que la familia prefirió intervenir rápidamente la escena, para tratar de armonizar la situación.

Si bien la mella espiritual es lo más complejo de recomponer, al menos en lo visual, se buscó darle cierta normalidad al entorno y por eso no se pudieron realizar peritajes en rastros.

“Habían tocado y limpiado la mayor parte de la vivienda”, refirió un pesquisa, que aclaró: “Ahora estamos a la búsqueda de imágenes en las cámaras del barrio. Es probable que algún equipo de la cuadra haya captado algo de interés. Somos optimistas”.

PREOCUPACIÓN

Como ocurre en todos los rincones de La Plata, en la localidad de Ringuelet la inseguridad llegó para quedarse y sus vecinos ya se han manifestado con reclamos por medidas contra la ola delictiva.

De todas formas, a la luz de las circunstancias, esas peticiones no han encontrado respuestas positivas, ya que los robos no tienen solución de continuidad.

El drama, como sucede en cada rincón del partido, es la falta de policías en las calles.

“No se ven patrullajes”, aseguran los frentistas preocupados, que han presentado notas y se han hecho visibles con proclamas desde las redes sociales.

Sin embargo, como se dijo, los casos no aflojan y generan un malestar muy profundo entre los platenses.