Crónica de otra jornada llena de barbarie cerca del Congreso, con varios heridos y detenidos

Grupo de revoltosos, que pugnaban por entrar al palacio legislativo, se enfrentaron con los efectivos de la fuerza de seguridad. Hubo decenas de lesionados, la gran mayoría policías, y de apresados. También serios destrozos en el microcentro porteño

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Parecía todo controlado fuera del Congreso antes del inicio de la sesión, pero no. Cerca de las 13.30 estallaron los primeros incidentes. Fue en las vallas ubicadas, sobre la avenida Rivadavia, casi esquina Sáenz Peña. Un grupo de personas, que se desprendió de las agrupaciones de las columnas de los partidos de ultra izquierda -PTS, PO y MST- intentaron derribar la contención, arrojaron piedras, botellas y hasta bombas de estruendo, contra el cordón de efectivos de la policía porteña -designada ayer para custodiar el palacio legislativo y que por orden de una jueza de ese distrito no podían portar armas de fuego-, que no reaccionó para intentar evitar la violencia del jueves anterior. Hecho que finalmente no pasó.

De a poco, todo se fue desmedrando y terminó en una batalla campal entre atacantes -no manifestantes- organizados -que ninguna organización política, gremial o social se hiciera cargo-. y efectivos de Gendarmería y de Infantería, que se sumaron después como refuerzo a la custodia policial. La violencia duró varias horas y llegó hasta la avenida 9 de Julio. Su saldo fue casi 150 heridos -la mayoría de las fuerzas de seguridad-, por lo menos 64 detenidos -según Correpi-, además de serios destrozos en los alrededores.

CUARTO INTERMEDIO

Mientras, en el recinto se seguía de cerca lo que pasaba afuera. Cerca de las 15, luego de un cuarto intermedio, un grupo de legisladores bajó a la calle. Uno de ellos, Andrés Larroque, sostuvo que no podían sesionar “escuchando permanentes disparos”. Lo acompañaron los diputados Juan Cabandié, Lucila de Ponti, Mayra Mendoza, Leopoldo Moreau, del kirchnerismo y Myriam Bergman y Gabriel Solano (FIT).

Mientras, el interbloque Cambiemos rechazó un pedido de la oposición para suspender la sesión en la Cámara de Diputados en la que aún espera debate la reforma previsional por los incidentes en las inmediaciones del Congreso. El presidente del cuerpo Emilio Monzó señaló que desde el Gobierno se le informó que en breve “se controlará” esta situación y que la “mayoría de los agredidos son miembros de las fuerzas de seguridad”.

A media tarde, la Plaza del Congreso se había convertido otra vez en escenario de combate, en la que los revoltosos -sin identificaciones y muchos con los rostros tapados- apelaban a todo tipo de municiones, como piedras, botellas, rulemanes o tuercas disparadas con gomeras- para atacar a la policía, parapetada detrás de los vallados colocados para proteger al palacio legislativo, donde ya sesionaba la Cámara de Diputados.

REFUERZOS

La fuerza policial se vio superada en distintos flancos de la Plaza, lo que determinó que la incorporación de otras fuerzas de seguridad, mientras seguían las refriegas que en el Congreso y zonas aledañas, derivaron además en destrozos de negocios y una moto incendiada.

Luego de que el grueso de los manifestantes pacíficos se iban retirando -antes de las 17- grupos revoltosos continuaban arrojando piedras y objetos contundentes, extendiéndose el área de los incidentes a la avenida 9 de Julio y de Mayo.

Los jóvenes lograron derribar los vallados instalados en cada esquina cercana al Congreso, y además utilizaron bombas de estruendo y gomeras.

A partir de allí, la Guardia de Infantería comenzó a avanzar para hacer retroceder a los jóvenes. Una particularidad, que no se vio en anteriores manifestaciones, es que varios de ellos llevaban máscaras antigas.

Las refriegas se acrecentaron en la Plaza, con lluvias de piedras contra los efectivos policiales, que siguieron avanzando.

Uno de los momentos más tensos fue cuando sobre el cordón policial cayó una bomba molotov, que hirió a un efectivo.

Los revoltosos luego formaron barricadas, parapetándose detrás de placas de madera o de las mismas vallas sacadas para contenerlos, mientras seguían arrojando todos tipo de objetos a la Policía que, con el correr de los minutos, logró desplazarlos hasta más de la mitad de la Plaza, en dirección a Avenida de Mayo.

No obstante, las refriegas continuaron, toda vez que el grupo logró rearmarse y volver a arrojar piedras, botellas y trozos de baldosas. A varios de ellos se los vio con una masa en la mano para hacer cascotes.

Las fuerzas de seguridad volvieron a avanzar con una formación, detrás de la cual actuaba como custodia un camión hidrante -que luego fue atacado y terminó con un principio de incendio- y la policía motorizada.

La violencia duró varias horas y llegó hasta la avenida 9 de Julio

En determinado momento, se registró el incendio de un cerco verde, y siguieron los disturbios, que se acrecentaron cuando los manifestantes vieron a un grupo de policías a los que superaban en número y comenzaron a atacarlos.

EN PLENA 9 DE JULIO

Cuando se iba la tarde, la tensión no cedía y seguían las corridas y choques entre el grupo de manifestantes revoltosos y la Policía, hasta llegar al cruce de las avenidas de Mayo y 9 de Julio, cuando gruesas columnas se replegaron hasta esa zona del microcentro porteño provenientes del Congreso.

Los manifestantes instalaron vallas en el medio de la 9 de Julio mientras algunos grupos arrojaban piedras a la policía, que a su vez repelía con gases lacrimógenos.

El grueso de los manifestantes se reagrupaba en los laterales de la cercana estación del Metrobus -que dejó de funcionar- en dirección hacia el Ministerio de Desarrollo Social.

Los focos de violencia comenzaron a ceder pasadas las 19 pero aún seguían focos de resistencia en medio de una tensa calma.

El último parte del saldo de la barbarie fue 149 heridos -97 policías-, y 64 detenidos -según la Correpi, 48 oficialmente-.

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