Ansiedad, el incómodo rival que enfrenta Gimnasia en una vigilia repleta de ilusión
Edición Impresa | 6 de Diciembre de 2018 | 04:29

MENDOZA
Env. especial
Por MARTÍN MENDINUETA
Esta capital mendocina, prolija, serena y amigable a cualquier hora del día, no entiende bien qué es lo que está pasando. Hay aquí una invasión de gente ilusionada. Felizmente ilusionada. De Gimnasia y de Rosario Central, que es lo mismo que escribir de dos hinchadas hambrientas por gozar esa sensación única que gobierna a los que ponen sus pies en la cima. La cordillera de Los Andes es el territorio neutral de una final que está hirviendo en los corazones de miles de rosarinos y platenses.
Custodiados por las altas cumbres, los hinchas “triperos” caminan por el centro de la ciudad con el documento de su amor sobre la piel. La vestimenta se ha vuelto innegociable: Cada uno lleva puesta la camiseta del Lobo o la camiseta del Lobo. No podés andar por la avenida Colón sin esa bandera con cuello y mangas cortas que cada uno guarda en un lugar preferencial de su ropero.
Grandes y chicos; abuelos que entendieron que esta cita no se la debían perder, señoras con peinados coquetos y grupos de amigos que ya ni se quejan de la cantidad de kilómetros que hicieron apiñados en el auto, van y vienen por todas partes. Quieren que los vean. Sienten la necesidad de cruzarse con otros como ellos y quedarse charlando sobre lo bien que jugó el venezolano Hurtado en la cancha de River; o sobre si el “Bochi” Licht podrá rendir bien o no en la gran pulseada de la mitad de la cancha.
Mejor que esta final, la que va a comenzar cuando este diario ya esté arrumbado abajo de la mesita del televisor, se juegue acá, lejos de todo. Porque así se valora más la excursión, el sacrificio de juntar los mangos, las horas en el colectivo que te hacen añicos la cintura, el cansancio, las ojeras...
Cada condimento de este viaje tan especial ya tiene asegurado un lugar VIP en el galpón de la memoria. Haber venido a buscar un título engorda el orgullo, y también la satisfacción, de está acá, donde hay que estar. Para que después, dentro de unos años, cuando alguien saque el tema en un asado, uno pueda decir: “Yo estuve en el Malvinas Argentinas aquella noche; yo fui testigo...”
PEDIDOS Y PROMESAS
Llegó el día. Es hoy. Esta noche. Ya no hay que esperar más. El pueblo mens sana sólo pide mirando hacia el cielo que la noche termine en fiesta. Y con la más dulce melodía. Si así ocurre, no tendrán problema en cumplir las promesas que hecho.
Gimnasia vino por todo lo que sueña. Está aquí para que la Ciudad de Mendoza sea, para siempre, parte de su historia institucional. Llegó con apetito voraz. Lo empuja su gente, lo abrigan aquellos triunfos magníficos ante los poderosos finalistas de la Copa Libertadores de América. Supo construir un camino estupendo, formidable... Ahora le queda, ni más ni menos, que el último paso hacia la gloria.
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