El hincha sabe como “jugar” el clásico y nunca defrauda

El Bosque estuvo colmado como hacía tiempo no pasaba. Hubo un recibimiento estremecedor al equipo que, juegue quien juegue, no le puede dar una alegría a la gente

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Por WALTER EPÍSCOPO

wepiscopo@eldia.com

El hincha de fútbol siempre espera el clásico. Cuando se sortea el fixture, lo primero que mira es en qué fecha se juega contra el rival de toda la vida. Después, con quién se debuta en el torneo. Para el hincha el clásico lo es todo, se prepara, lo espera. Y sueña con ganarlo.

El hincha de Gimnasia hace tiempo espera una alegría, pero por una cosa u otra, desde hace casi diez años (el último triunfo fue en febrero de 2010) el equipo no se lo regala. Y una vez más, la expectativa y la ilusión se renovó para el clásico de ayer, potenciado por la presencia de Diego Maradona.

Por eso el estadio del Bosque estuvo colmado, como hacía tiempo no lucía. El hincha hizo todo, dió todo una vez más, y se quedó sin nada.

Con un clima ideal para ir a la cancha, soleado, desde temprano el Triperío fue llegando al “Juan Carmelo Zerillo” y preparando la fiesta que siempre da en las tribunas. ¿Qué más debe demostrar el hincha después de casi diez años sin poder festejar ante su clásico rival (la última vez fue en febrero de 2010)?

El apoyo es incondicional, siempre. Y ayer sintió que por ahí era el día para volver a ganarle al rival de toda la vida, como en décadas pasaba (fines de los `80, los `90 y principio de los 2000) sea en 60 y 118 ó en 57 y 1, con el técnico que sea o con jugadores que estaban simplemente de paso. Pero la realidad hoy es otra diferente.

¿Qué más puede hacer el hincha, si siempre entrega todo y más? Siempre está en las buenas o en las malas, sin recibir nada a cambio.

Y el Bosque fue una verdadera fiesta, con un recibimiento infernal para el equipo de Maradona. Con miles de banderas preparadas para la ocasión con los colores del Lobo y la cara del “10”; con fuegos artificiales; con humo azul y blanco; con banderas argentinas. La presencia de Diego una vez más prácticamente lo acaparó todo.

La flamante camiseta que utilizó ayer el equipo y el hincha agotó el viernes en homenaje a los 59 años de Diego, se vió también por distintos rincones de la cancha.

La multitud estalló con Maradona cuando el DT arribó al estadio, “olé, olé, olé, olé, Diegooo, Diegooo...”, cantó. El “Dale Lobo” con el ingreso del equipo mientras las bombas de estruendo explotaban. Después, alentó durante todo el partido.

Si como en la cabecera de Avenida 60 no entraba un alma más, se abrió un portón para que la gente se ubique en un inexplicable e inútil pulmón que estaba libre en la Ochava de 60.

“Hoy hay que ganar Basurero, hoy hay que ganar...” cantaba la gente tratando de empujar al equipo hacia el arco albirrojo.

La fiesta parecía completa, solo quedaba que el equipo adentro de la cancha hiciera lo suyo. Pero no, ni siquiera logró empatar el clásico, y encima sumó su sexta caída de local en la actual Superliga.

Sí, el Lobo perdió los seis partidos que jugó en su casa en este torneo. Para un equipo que está luchando por no descender, perder 18 puntos jugando en su cancha y con su gente, es gravísimo.

A pesar de ello, en el final hubo aplausos como premio al esfuerzo hecho, algunos silbidos perdidos también. Y ese descontento después se trasladó a los jardines, a la salida del estadio, y cerca de los vestuarios con gritos de hinchas que se retiraban, pero hacían oir su descontento contra la actual dirigencia y los jugadores.

Por ahora Maradona viene quedando al margen del descontento. Diego otra vez, se fue del campo de juego juntando sus manos y pidiendo disculpas por una nueva derrota de cara a la cabecera de Avenida 60 que lo aplaudió.

Pero lo cierto es que el Triperío ayer se fue del estadio del Bosque enojado. Impotente. Cansado, en algunos casos. Es que siempre por una cosa u otra, mereciéndolo o no, en los últimos años se queda con las manos vacías ante su eterno rival.

Ayer el hincha se fue con bronca, con mucha bronca, insultando al cielo por no poder quebrar esta racha adversa. Pero está claro que no es su culpa, si desde afuera “juega” los clásicos como lo debe hacer, pone lo que tiene que poner, y jamás queda en deuda.

 

 

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