El Lobo murió de pie y el hincha reconoció el esfuerzo

A pesar de la eliminación de la Copa Superliga, hubo aplausos y sensación a despedida para varios. No hubo lugar para el reproche

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Por WALTER EPÍSCOPO

wepiscopo@eldia.com

Era a todo o nada. Con esa consigna el hincha fue al estadio, sabiendo que no había margen de error, el que ganaba pasaba, y el que no, su sueño llegaría al final. Y en el atardecer platense el Bosque se fue colmando sabiendo que no era un partido cualquiera.

El paso apurado dejando atrás las obligaciones para poder llegar a tiempo. Los abrazos con los amigos de siempre. Las cábalas. El lugar de siempre en la tribuna o la platea.

Para la hora de inicio 60 y 118 estaba colmado. Alberto Lampugano, amigo del recordado Facha Martel, llegaba desde Capital. El actor Rubén Gallo, ex I’Medici Concert, se ubicaba también en la techada.

Ex jugadores de diferentes épocas lo vivían como si jugaran. Nicolás Mazzola, Roberto Brum, Oliver Benítez, Javier Mendoza, Pablo Bangardino, Gabriel Martinena, Gonzalo Soto, Nicolás Sanguinetti (hijo del Topo), Sebastián Barclay y el Chino Vizcarra, entre otros, no se lo quisieron perder por nada.

La gente recibió y despidió al equipo con aplausos pese a la eliminación ante Argentinos

 

El baldazo de agua fría que llegó apenas a los 18 minutos con el gol de Argentinos. Y la remontada que parecía más cuesta arriba. Manuel Guanini junto a Matías Melluso lo vivían como hinchas junto al venezolano Jesús Vargas y Jonathan Chacón que quedó afuera del banco.

La primera etapa que terminaba con Gimnasia apretando a la visita y mereciendo largamente el empate y los de La Paternal haciendo tiempo. Pero esto llegaría en el complemento tras un inicio tremendo del equipo del Indio Ortíz.

El gol caída de maduro y llegó. El abrazo y el grito de Hernán Ortiz (hijo del Indio) con toda la familia. La remontada parecía posible pero los mens sana se cansarían de errar goles, y en su mejor momento otras vez el Bicho por arriba que marcaba. Como una puñalada artera llegaba el 2-1.

El bendito gol de visitante generaba una distancia prácticamente imposible de alcanzar a 15 minutos del cierre. Los de Dabove aprovecharon las dudas aéreas en el fondo y con dos llegadas le alcanzó.

Igualmente el equipo de Ortíz no se entregó nunca, siguió buscando hasta el final, muriendo de pie, dejando todo. Por eso el tremendo aplauso del final para todo el plantel, y para muchos fue especial, por que seguramente se despidieron del Lobo.

 

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