Por qué Tandil se convirtió en cuna de grandes tenistas

Con el triunfo de Juan Martín del Potro en el Abierto de Estados Unidos, la fama de los chorizos y quesos tandilenses parece quedar definitivamente eclipsada por una nueva marca distintiva de Tandil: la de ser además cuna de grandes tenistas. A lo largo de las últimas dos décadas, esa pequeña ciudad del centro de la Provincia le ha aportado al tenis argentino más figuras que ninguna otra en su historia.

Además de Del Potro, de allí salieron Guillermo y Mariana Pérez Roldán, Patricia Tarabini, Graciela Pérez, Mariano Zabaleta, Juan Ignacio Mónaco, Diego Junqueira, Máximo González, Eduardo Infantino, Agustina Serio y María Irigoyen, entre otros talentos del tenis con mayor o menor trayectoria.

Que Tandil se ha convertido en una de los principales semilleros de tenistas en el país está fuera de toda duda. Lo que extraña es cómo semejante concentración de talento pudo haber surgido de una ciudad que tiene apenas 140 mil habitantes y sólo unas veinte canchas. La respuesta, aseguran protagonistas y testigos del fenómeno, hay que empezar a rastrearla a fines de los setenta.

"Yo no tengo la respuesta pero creo que todo empezó con una visita de Guillermo Vilas hace casi treinta años", dice Horacio Morrone, presidente de Independiente de Tandil, el club que vio convertirse en profesional a Del Potro y las demás figuras de esa ciudad.

"En el '77 Vilas, que acababa de ganar el mismo torneo que Del Potro, vino a Tandil para una exhibición con Ion Tiriac, por entonces su manager. Y a partir de ahí, el Club resolvió darle mayor importancia al tenis, abriéndole espacio a los chicos. Claro que eso tuvo un apoyo decisivo en el trabajo de Raúl Pérez Roldán, que en ese momento estaba a cargo de la escuela", comenta el dirigente.

"La explosión del tenis en Tandil se fue dando alrededor de Raúl Pérez Roldán -señala también Ariel Isla, cronista deportivo del Multimedios El Eco-. No sólo entrenaba a los chicos en serio; él mismo los llevaba en su auto todos los fines de semana a competir a Buenos Aires. De esa primera generación de jugadores salieron sus dos hijos, Guillermo y Mariana, pero también Patricia Tarabini y Franco Davín, el actual entrenador de Del Potro, que si bien es oriundo de Pehuajó, pasó por la misma escuela".

A fines de los noventa, cuando Raúl Pérez Roldán se retiró de la escuela, un nuevo equipo de profesores encabezado por Marcelo Gómez tomó la posta. Y tras una breve meseta, su trabajo dio por fruto una segunda camada de importantes tenistas tandilenses: la de Zabaleta, Mónaco, Junqueira, Machi González y Del Potro, entre otros.

"Creo que lo que se está viviendo ahora en Tandil es el resultado de la seriedad de los proyectos de los clubes, Independiente a la cabeza -opina Carlos Ilero, el director de Deportes del Municipio- No sólo hubo un fuerte trabajo de base, sino una apuesta a la continuidad de los entrenadores a lo largo de treinta años", dice.

Lo cierto es que más allá de sus figuras, Tandil se constituyó también en una ciudad de referencia para muchos tenistas que buscan convertirse en profesionales. Cada año, chicos de toda latinoamérica llegan al Club Independiente con el sueño de jugar alguna vez en los circuitos internacionales.

"En este momento tenemos 380 alumnos en la escuela de tenis, entre ellos chicos de Brasil y Ecuador. Pero el número aumenta durante el verano, cuando vienen jugadores de todos lados a hacer clínicas de perfeccionamiento", cuenta el presidente del Club.

Conscientes de que su prestigio de hoy es fruto del prestigio pasado, en Independiente de Tandil se ilusionan con el imán que significa para ellos el éxito de Del Potro. No dudan que el título obtenido esta semana por su antiguo pupilo redundará en el desembarco de nuevas oleadas de alumnos y quizás también, alguna vez, nuevos motivos de orgullo.