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Séptimo Día |IGNACIO MINAVERRY

Una aventura a cuadros sobre la recuperación de la identidad

El dibujante argentino repasa el género y habla de su personaje emblema y con estatura de clásico: Dora Bardavid

Una aventura a cuadros sobre la recuperación de la identidad
1 de Julio de 2018 | 10:48
Edición impresa

Por LAUTARO ORTIZ

En la historieta argentina nadie cuestiona que Dora Bardavid es el personaje más importante surgido en los últimos 10 años: desde su aparición en 2007 en revistas del género y su posterior publicación en álbumes en Francia y España, la creación del dibujante argentino Ignacio Minaverry adquirió estatura de clásico, y así lo confirma la tercera aventura, “Malenki Sukole”, que acaba de editarse en el país y en Europa.

Ambientada en la década del 60, Dora es una joven de origen francés que a los 16 años comienza a trabajar como archivista en el Berlín Document Center, ordenando las fichas de judíos cuya nacionalidad alemana fue revocada de acuerdo a las leyes de Núremberg. Ese trabajo no es casualidad: Dora perdió a su padre en el campo de concentración el Dora-Mittelbau, de allí el nombre de la protagonista.

En el primer tomo (dividido en dos extensos capítulos, “20874” y “Rat-Line”) se narra cómo la archivista se adentra al mundo de la investigación del nazismo y de las alternativas de los posteriores juicios. Tras finalizar el secundario, la protagonista se convierte en una suerte de cazadora de nazis, tarea que la lleva a la Provincia de Buenos Aires como parte del plan del Mossad para ubicar y detener a Josef Mengele.

En “Malenki Sukole” (nombre de una canción de cuna polaca), Dora investiga sobre los nazis que estuvieron al mando del campo de concentración Drancy, con el objetivo de hallar respuestas a su propio pasado. Lo que descubre, sin embargo, es la verdadera identidad de su mejor amiga: la rubia Lotte es una de las niñas polacas secuestradas por los nazis y adoptada por padres que le ocultaron su origen.

Perteneciente a la llamada “línea clara” (herencia de la escuela franco-belga), Minaverry supo matizar esa influencia europea con el espíritu de quiebre de la escuela norteamericana, en especial la estética feminista de los hermanos Gilbert y Jaime Hernández en sus famosas “Love and Rockets”. Como resultado, Minaverry se convirtió en el dibujante argentino más reconocible de la nueva historieta nacional.

Establecido desde hace tiempo en las afueras de la Ciudad de la Plata, el dibujante conversó a raíz de este nuevo libro y su relación con los años sesenta como marco interesante para dibujar.

“Elegí los 60 por razones de preferencia estética -cuenta-, pero también por ser la época en que fue el rapto de Eichmann. La historia de Dora iba a basarse en eso al principio. Con el tiempo se amplió el foco a la cuestión judicial. En realidad los 60 fueron un momento complicado para la búsqueda y enjuiciamiento de nazis prófugos: los 50 fueron la década en que todo el mundo se quiso olvidar del nazismo, y el quiebre recién se empezó a dar a fines de los 60. Hubo mucha impunidad en aquellos años (lo que también le da un aire de frustración a la búsqueda de los personajes), pero también hubo momentos de justicia.

Minaverry se convirtió en el dibujante argentino más reconocible de la nueva historieta

 

-¿Por qué Alemania como fondo histórico para Dora? ¿Cómo fue el trabajo de documentación para construir su universo?

Porque Alemania tuvo la responsabilidad de juzgar al nazismo y tuvo unas políticas pésimas al respecto, primero indultando a gran parte de los condenados por los tribunales aliados, dejando intacto el sistema judicial heredado del nazismo y reconociendo demasiado tarde (ya en los 90) que había que juzgar un genocidio sistemático y no asesinatos individuales. Esas políticas consiguieron, si bien hubo juicios muy importantes como el de Auschwitz y los de los campos de la Aktion Reinhard, que en general las condenas fueran pocas y de pocos años. Hay dos ideas que me interesa contrarrestar: la de los “cazadores de nazis” tipo James Bond, y la de que todos los nazis se escaparon a América Latina. La mayoría de los nazis se quedó en Alemania, viviendo de lo más cómodos sin que se los persiguiera judicialmente.

-Mientras Dora va adentrándose en la investigación de los juicios, desarrollaste el aspecto del crecimiento del personaje, ¿Cómo fue ese camino?

Sí, pero no queda otra porque la historia avanza linealmente año por año. Ya en el primer episodio, “20.874”, Dora tiene varios momentos de despabilamiento. Es un personaje que siempre está avanzando de alguna manera.

-En esta nueva aventura abordás el tema de la identidad. Más que cazadora de nazis, Dora aquí se dedica a completar los vacíos en la vida de sus amistades.

Sí, Dora se impuso, de una manera obsesiva, la tarea de tapar la infinidad de agujeros que dejaron los nazis. La lentitud de este proceso la frustra al punto tal de no poder ver lo que logró, que en el caso de este libro es la recuperación de la identidad de Lotte o el descubrimiento de que el tío de Geneviève podría seguir vivo. El tema de esta historia es el esfuerzo de una generación que trata de reconstruir lo que la anterior destruyó.

-Sentís que se puede hablar de una evolución de tu línea entre aquella Dora de 2007 y esta de 2018?

El dibujo cambia pero en función de los personajes, es decir la evolución está en que los personajes parecen más humanos y menos muñequitos. Se nota más si comparamos esta nueva historia con, por ejemplo, el capítulo “20.874” del tomo 1, porque los dos episodios comparten personajes y escenarios. Ahí se puede ver claramente la evolución en el dibujo de Lotte. Es cierto que comparando los libros algunas cosas están más sueltas, sin embargo en esta tercera parte hay aspectos que están mucho más detallados, sobre todo los interiores de las casas. Los detalles me obsesionan en la medida que me ayuden a decir cosas sobre los personajes, los objetos que los personajes tienen no son gratuitos y bien usados contribuyen a la caracterización.

-¿Estás trabajando en otra aventura de Dora?

Sí, se trata de la historieta de los personajes Leo y Eevi. Esta historia en realidad surgió por encargo del Instituto de Cultura Iberoamericana de Finlandia, de Madrid, como parte de las iniciativas del Instituto para celebrar el centenario de la independencia de Finlandia. Es una historia de Dora que va a formar parte de un nuevo libro, y trata sobre la sinuosa participación de Finlandia en la Segunda Guerra.

 

MALENKI SUKOLE

IGNACIO MINAVERRY
Editorial: Hotel de las Ideas
Páginas: 128
Precio: $300

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