¿Una platense en la cama de Le Corbusier?

Desde que el trasatlántico soltó amarras hacia Europa aquel 14 de noviembre de 1929, “todo quedó como en aquel tiempo; cada charla, cada café, cada recuerdo permaneció intacto en un Buenos Aires convulsionado, preludio del golpe de Estado contra Hipólito Yrigoyen”.

“Le Corbusier pasó a ser durante años sólo una noticia en algunas publicaciones o periódicos. No hubo una carta, telegrama o mensaje enviado por amigos comunes que viajaban a París. Amanda no se detuvo, no permaneció inmóvil, esperando una noticia de una relación que nunca prometió mañanas; ella sabía quién era él y prefirió siempre los buenos momentos amparados en muchos recuerdos, a vivir atenta a algo no prometido ni acordado entre ambos. Fue un adiós sin expectativas”, así empieza la novela del platense Oscar Vaudagna.

Hay muchos misterios en la vida de uno de los arquitectos más talentosos

Hay muchos misterios en la vida de Charles Edouard Jeanneret-Gris (1887-1965), nacido en Suiza y muerto en Francia, más conocido como Le Corbusier, uno de los arquitectos más talentosos del siglo XX. Para empezar, se decía que ni siquiera era arquitecto. Pero eso no le impidió ser un mimado de Francia y el mundo.

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Es extraño, también, el motivo por el cual dibujó desde Paris La Plata la famosa Casa Curutchet de nuestra ciudad, la vivienda unifamiliar ubicada en 53 entre 1 y 2 convertida en un templo para los amantes de la arquitectura. Fue construida entre 1948 y 1953 bajo la dirección de obra de Amancio Williams. Es el único proyecto de Le Corbusier ejecutado en América Latina.

Desde luego que la diseñó a pedido de su dueño, el médico cirujano Pedro Domingo Curutchet cuando se radicó en La Plata en 1948. Otras versiones dicen que Le Corbusier habría quedado maravillado con esa suerte de “abra” del paseo del Bosque y que cuando vino a nuestra ciudad en 1929 volvió a su país con la idea de hacer algo en ella. Pero habría existido otro enigma en su vida, planteado desde la novela presentada el viernes pasado en el Centro Cultural Malvinas.

En su momento, arquitectos argentinos dijeron que Le Corbusier vino de una Europa trajinada para conocer nuevos espacios, además de que lo convocaron para participar de un congreso de arquitectura. Cuando tocó por primera vez América, lo apabulló la exuberancia y belleza de la naturaleza de Brasil, pero le resultó incompatible, excesiva, para la arquitectura, dijo.

Y, en cambio, se enamoró de la “horizontalidad” y de la luz de la Argentina. Recorrió Buenos Aires, propuso algunas iniciativas y advirtió que la ciudad vivía “de espaldas al río”. Fue recibido y patrocinado por Victoria Ocampo, pero pronto la intelectualidad argentina lo adoptó.

“He intentado la conquista de América por una razón implacable y por una gran ternura que he sentido por las cosas y por las gentes; he comprendido en la tierra de estos hermanos separados de nosotros por el silencio de un océano, los escrúpulos, las dudas, las vacilaciones y las razones que motivan el estado actual de sus manifestaciones y tengo confianza en el futuro. Bajo semejante luz, la arquitectura nacerá”.

Otra de las dudas había sido si Le Corbusier vino alguna vez a nuestra ciudad. Esa alternativa fue negada por muchos. Sin embargo, existen evidencias documentales de que en octubre de 1929 vino a La Plata acompañado por su amigo Alfredo González Garaño. Después irían a San Antonio de Areco. Mar del Plata, a Montevideo y a Asunción del Paraguay.

Oscar Vaudagna, el autor de “Le Corbusier en mi almohada-La historia de Amanda”

UN ROMANCE LITERARIO

Aquí –en la estadía de Le Corbusier en La Plata, que formalmente iba a ser de un día pero que se prolongó por tres jornadas- estalla el big-bang de la novela que el viernes pasado presentó Vaudagna. Su título es elocuente -“Le Corbusier en mi almohada-La historia de Amanda”- y la presentación del libro contó anteayer con disertaciones previas de Leopoldo Acuña y Ricardo Pilía.

“La construcción de la casa Curuchet no fue una simple relación contractual de un proyecto”

“La tesis central de mi novela es que la construcción de la casa Curuchet no fue una simple relación contractual de un proyecto para una vivienda. Por el contrario, fue un acto de amor para con nuestra ciudad y con el recuerdo que ella inspira por la relación con Amanda. Esta es la única vivienda unifamiliar en el continente americano construida por Corbu –como también le llaman- en un lote que no es magnánimo, por el contrario es pequeño y de una forma rara. Obviamente se destaca la ubicación frente al Bosque que por cierto es genial”, dice ahora Vaudagna.

En los tres días en que estuvo en La Plata, Le Corbusier conoció a una joven platense, Amanda, y se enamoraron. Ese romance ocurrió durante los cuarenta días de paso que estuvo por Buenos Aires.

Nacido en La Plata, Vaudagna es abogado y docente de la cátedra de Derecho Público, Provincial y Municipal en la UCALP, de la cual es egresado. En 1984 fundó la Agrupación Chacho Peñaloza, al tiempo que desarrolló su vocación comunitaria con la participación en varias instituciones intermedias de la Ciudad. Fue candidato y precandidato a intendente de La Plata, electo concejal en cuatro oportunidades no consecutivas.

Vaudagna dice tener una impronta personal que es la de “intentar siempre descubrir qué sentimientos hay detrás de las cosas, qué es lo que siempre nos motiva o nos inspira” y que eso lo fue descubriendo también en muchos de los episodios y misterios que enriquecen la vida y la historia de La Plata.

“Por ser una novela histórica me nutrí de toda la documentación disponible sobre Le Corbusier, consulté artículos periodísticos, libros publicados por facultades, notas de otros arquitectos de la época, en particular comentarios de sus anfitriones sobre sus días en Buenos Aires. Lo que corresponde señalar es que Le Corbusier no tuvo la mejor recepción, ya que muchos arquitectos reprobaban sus ideas y hasta algunos aseguraban que no tenia titulo habilitante”, dice Vaudagna

“Hay tres días que no registra actividad. ¿Habrá estado con Amanda en La Plata?”

“El libro me llevo tres años. La trama se transcurre en 1929 y era mucho lo que había que investigar sobre cómo eran las relaciones sociales, culturales y afectivas en aquella época y como se desarrollaban los acontecimientos políticos en la Argentina convulsionada de 1929, previa al golpe de estado de 1930”, agrega .

Vaudagna recorrió con un almanaque la agenda de “Corbu” y sus actividades y cada uno de sus compromisos, desde su llegada a Buenos Aires los primeros días de octubre hasta el 14 de noviembre que deja la Argentina. “Hay tres días en que están en blanco, no registra actividad alguna, no se sabe dónde estuvo. ¿Habrá estado en La Plata con Amanda? Bueno, eso lo tendrá que descubrir el lector...”, dice.

El narrador de esta ficción histórica es un arquitecto que hace visitas guiadas a la Casa Curutchet. En una de esas recorridas toma contacto con una mujer madura, que siempre acude al lugar y que no es otra que Amanda: “Era una mujer esbelta, elegante, siempre bien arreglada y combinada. Cuidaba el detalle y decía que debería usar bastón no por su edad, sino por el estado de las veredas. Era toda una referencia en el barrio, porque claro, vivía allí desde siempre. Era muy educada y sociable, todos la saludaban, caminaba acompañada de una grata sonrisa como quien se siente dichosa de lo que ha vivido”.

La mujer es la que, con sus relatos va desenredando de a poco su relación de décadas atrás con Le Corbusier, con quien se encontró tanto en La Plata como, después y muchas veces, en Buenos Aires. No faltó fogosidad en esas citas.

En la novela Amanda le cuenta al narrador sobre “aquel Le Corbusier que cuando hablaba desbordaba todo su poder de seducción, de persuasión y el impacto de sus ideas intimidaba”. En la ficción no se ofrecen otros datos sobre esa platense que habría encandilado a Corbu.

¿Cuál es el rol que cumple la Casa Curutchet en el relato? “Es un rol central en la novela, no sólo por lo que lo que representa para Amanda, sino, también , por lo que significa como una muestra de amor para con nuestra ciudad. Todos los lugares trasmiten vivencias y la casa es el recuerdo de esa vivencia entre Amanda y Le Corbusier”.

Le Corbusier fue además pintor y buen escritor. Entre sus obras más conocidas se encuentra “El poema del ángulo recto”, una suerte de compendio lírico de su pensamiento arquitectónico. Le Corbusier siempre encajó bien con La Plata, la ciudad geométrica, racional y vanguardista. Por eso no viene mal esta obra de Vaudagna que entrevera a los dos –a Corbu y a nuestra ciudad- en una situación imprevisible, enigmática, rica en curvaturas.

La casa que hizo famosa Le Corbusier en la Ciudad / EL DIA