
Muchas veces, padres e hijos no coinciden en qué es un caos o un desorden creativo para jugar / DPA
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Parejas, amigos y hasta padres e hijos pueden discutir sobre cómo mantener la casa ordenada. Y aunque Marie Kondo haya renunciado, especialistas dicen que es posible y dan sus consejos
Muchas veces, padres e hijos no coinciden en qué es un caos o un desorden creativo para jugar / DPA
Por mucho amor que exista en una familia, en muchos hogares hay discusiones por el orden: que medias tiradas por cualquier lado, platos sucios abandonados, desorden en la alacena.
Un hogar caótico puede resultar una gran carga para las personas ordenadas. ¿Cómo se puede conseguir que la pareja, el compañero de piso o los hijos sean más ordenados? ¿Y cómo se puede llegar a un compromiso al respecto?
Dos mujeres que hicieron del orden su trabajo tienen las respuestas a todo ello. Y recomiendan seguir estos pasos para lograr un hogar más ordenado:
Toda la familia, la pareja o quienes comparte un hogar se reúne en torno a una mesa para hablar sobre el tema. “Todos juntos discuten qué significa para ellos el orden, cómo les gustaría que fuera y qué están dispuestos a hacer para conseguirlo”, aconseja Rita Schilke, asesora de orden.
La especialista recomienda centrarse en los ambientes de uso común, como el pasillo, la cocina, el baño y la sala de estar.
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Los ambientes de uso común, como la cocina, el baño y la sala tienen que estar en orden
Lotte Lehman, también aconseja hablar abiertamente sobre el orden. “Lo importante es generar una comunicación positiva sobre el tema”, subraya. Porque, según señala, a menudo se esperan cosas que no se dicen y esto conduce a la frustración.
Schilke se remite a los principios de la comunicación no violenta del psicólogo Marshall B. Rosenberg como pauta para la conversación. Observando sin juzgar, percibiendo los sentimientos y reconociendo las necesidades para luego atenderlas, se pueden crear frases y, en consecuencia, peticiones que no ofendan a los convivientes.
“Veo que no pones los platos en el lavavajillas directamente después de comer”, por ejemplo. “Para mí es importante tener la cocina limpia cuando quiero comenzar a preparar la siguiente comida. ¿Podrías ordenar la próxima vez?”, es otra opción.
A la conversación le sigue el plan conjunto. “Este contiene lo que hay que hacer en el hogar y quién asumirá qué tareas”, dice Schilke. Si todos los habitantes de la casa participan en las decisiones, las modificaciones y las áreas de responsabilidad se aceptan más fácilmente.
En este punto, deberían tenerse en cuenta las preferencias de todos los habitantes de la casa. Por ejemplo, “que alguien prefiera ocuparse de la montaña de ropa sucia que de otras tareas de orden”, apunta Lehmann.
Aunque, en el mejor de los casos, todos los compañeros de piso perciban después el orden como un estado positivo, “la perfección no es la medida que se puede alcanzar”, sostiene Lehmann. “Si se nota que los demás no quieren lo mismo que uno, se puede dar un primer paso dando un buen ejemplo”, aconseja la asesora en orden.
La experta recomienda ordenar uno mismo un rincón del hogar y hablar de lo bonito que quedó. Así, dice, la diferencia entre el orden y el caos se hace visible y eso puede ser un incentivo.
“Pero también es cierto que nunca podremos cambiar a otra persona mediante presiones externas”, admite Schilke. Las personas cambian solo cuando ellas mismas lo desean. Por tanto, aconseja, el objetivo debe ser encontrar el orden que convenga a las personas implicadas.
Hasta entonces, algo que ayuda a los aficionados al orden es tener su propio reino. Esto también se aplica a los desordenados. “Si hay zonas claramente definidas, cada uno puede hacer lo que quiera”, apunta Schilke.
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A algunas personas no les disgusta ordenar, pero no saben por dónde empezar. “Lo primero es fijarse un objetivo claro: ¿qué aspecto quiero que tenga después de ordenar? ¿Qué quiero conseguir?”, señala Schilke.
Luego viene el plan, que suele empezar por ordenar y deshacerse de cosas para volver a tener espacio en armarios y estanterías. “Hay que encontrar un lugar fijo para las cosas que deben quedarse”, es el consejo de la asesora de orden. Así se crea un orden básico que define qué pertenece a cada lugar.
Si hay que guardar muchas cosas, es aconsejable utilizar un sencillo sistema de organización con cajas y compartimentos. Lehmann recomienda, y no solo en el caso de las familias con niños, marcar cada caja desde el comienzo “con etiquetas y/o fotos de las cosas que pertenecen allí”.
Es útil encontrar un momento fijo para poner orden a diario. “Por ejemplo, media hora de orden por la mañana después del desayuno ayuda a restablecer un orden básico”, dice Schilke.
Ordenar los juguetes juntos en familia enseña a los niños que “es muy fácil hacerlo”
Lehmann recomienda que las cosas que ruedan por las habitaciones compartidas se guarden en una caja, es decir, lejos de la zona visible donde podrían resultar molestas. La experta considera que si cada uno retira sus cosas o las mete en la caja una vez al día, el caos tendrá su propia zona, mucho más pequeña.
Estas rutinas son especialmente importantes para las familias. “Simplifican el día a día porque ya no hay que decidir qué hacer y cuándo”, dice Lotte Lehmann.
La especialista sugiere planificar una rutina fija de limpieza con los niños antes de cenar. Por ejemplo, haciendo de ello un juego y que los padres apuesten a sus hijos que no conseguirán ordenar en cinco minutos.
Si los niños aún no pueden o no quieren ordenar solos, sus padres deben ayudarles, aconseja Schilke. Ordenar juntos en familia enseña a los niños que “es muy fácil poner los peluches y los bloques de construcción en su sitio”, remarca. (DPA)
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