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Una casa con historia

Un recorrido por el interior del palacete de la familia Mammoni, 14 y diagonal 73; una reliquia platense de más de 100 años de vida

13 de Diciembre de 2010 | 00:00
Alentados por la idea de trasladar allí la unidad de maternidad del Sanatorio Argentino, el Dr. Osvaldo Honorio Mammoni y su esposa, Hilda Elsa Massucco, se dejaron seducir por los encantos del palacete ubicado en pleno centro histórico, 14 y diagonal 73. Al conocerla de cerca, la funcionalidad fue la excusa perfecta que el matrimonio encontró para convertirla en su propia casa a principios de la década del 60. Cincuenta años después, esta reliquia -declarada Patrimonio Histórico de la Ciudad- abre sus puertas para conocer por dentro los secretos de una casa con historia.

Aunque se desconoce su arquitecto, se sabe que este caserón se erigió bajo el estilo neoclásico afrancesado y que su primer dueño fue el doctor Centurión. Más tarde, la familia Atencio ocupó la vivienda hasta que, en 1962, se la vendió a los Mammoni, sus actuales propietarios. "Siempre hubo interesados en comprarla. Pero, mientras viva, voy a estar acá", aseguró, convencida, la viuda del Dr. Mammoni -Beba para los más conocidos-, sobre la nula posibilidad de vender esta casa.

Lo que los llevó a adquirir esta vivienda fueron sus comodidades: tres pisos, quince ambientes, cinco baños. Espacio para todos. "Teníamos los tres chicos grandes, estudiando, y todos venían con sus amigos. Queríamos que todos tuvieran su lugar. Era una tranquilidad muy grande en ese entonces", contó Beba sobre cómo fueron sus primeros pasos en esta casa a la que, cuando llegaron, le tuvieron que hacer varios arreglos.

"Tardamos siete meses en refaccionarla. Le hicimos algunas reformas. Cambiamos los pisos, pusimos los azulejos en los cinco baños, la calefacción central, bajamos los techos y le hicimos un ascensor, que es lo único que tiene cemento en toda la casa", relató.

El arquitecto que les ayudó a concretar estos trabajos fue Oscar Miguel Gregorio Ruótolo, un profesional muy reconocido en la historia platense por haber realizado innumerables viviendas e importantes edificios, entre ellos, el proyecto del Hotel Provincial, actualmente, Tribunales Federales.

"Lo primero que nos recomendó fue que bajáramos los techos. Eran muy altos. Y lo segundo que nos dijo fue que hiciéramos el ascensor", recordó Beba. Así, de a poco, fueron arreglando la casa, tratando de no modificar, en lo posible, los elementos característicos de su creación. En este sentido, cuando sacaron el paredón que daba a calle 14, los Mammoni contrataron a un herrero para que copie la reja al detalle y extienda en su lugar el enrejado.

PISO POR PISO

La casa tiene dos entradas. La principal, que mira hacia Plaza Moreno, y la secundaria, sobre diagonal 73. Entrando por esta última, el primer ambiente es una cochera, con una pequeña parrilla, en la que Beba y Rose -su perrita- pasan algunas horas del día disfrutando de la hermosa vista que tienen del jardín.

Un lavadero, una habitación de servicio y un baño son los otros espacios que se disponen en esta planta baja antes de dar paso al sector en el que los hombres de la casa pasaban más tiempo, los escritorios, ubicados en el lugar en donde se había pensado en un principio instalar los consultorios de maternidad.

El primero, y más grande, era el del Dr. Mammoni. "Osvaldo lo tenía tan prolijo...", se disculpó Beba por el orden que, sin embargo, se mantiene inalterable. "Después que falleció mi marido -en 2003-, aquí estudiaron mis nietos. Es un espacio que siempre se mantuvo en uso", agregó.

Pegado al escritorio principal se encuentra la sala de espera. Allí, el doctor, sus colegas y alumnos pasaban largas horas reunidos charlando de su pasión: la cirugía. Sobre una larga mesa antigua que, según Beba, causaba admiración de muchos de los visitantes y que compró en un anticuario, cuelga una araña que es un recuerdo de familia. "Estaba en el comedor de mi mamá", contó.

Sobre el sector izquierdo de la planta baja se encuentran, además, los escritorios de sus hijos. "Ahora -advirtió, con un dejo de melancolía- he tenido que poner otros muebles. Porque los chicos se fueron llevando sus cosas cuando se mudaron".

Antes de la salida independiente de la planta baja, que se une en el jardín con la principal, un amplio baño termina este ambiente "de paso", en el que se destacan los cuadros pintados por Beba, una amante de las artes plásticas.

MAS AMBIENTES

El corazón de la vivienda se ubica en el primer piso, al que se llega por la entrada principal. Un amplio hall da la bienvenida, decorado con muebles estilo Art Nouveau. Un espejo gigante, con bordes de bronce, rodeado por dos enormes jarrones haciendo juego, destaca en este ambiente, en el que también hay un sector dedicado a la música: un tocadiscos con una pila de piezas de pasta de género clásico se enfrenta a un enorme piano y le dan a este rincón esa estética "vintage" que hoy en día muchos quieren lograr.

A la derecha, un cálido living, con un gran ventanal por el que se puede ver directamente Plaza Moreno, invita al relax. El sol de media tarde y su reflejo en las enredaderas florecidas del jardín embellecen la vista que se puede apreciar desde la comodidad de un juego de sillones verde musgo.

Pero es sin dudas el comedor de recibo el que se lleva todas las miradas. Decorado con obsequios que los pacientes del doctor le hacían en agradecimiento por su atención, son pocas las cosas que la familia compró para decorar este ambiente: entre ellas, la araña antigua que cuelga del techo, el juego de mesa y sillas que protagonizan el lugar y las ánforas que decoran el mueble que guarda la cristalería veneciana.

"Cuando Osvaldo vivía, hacíamos muchas reuniones en casa. Y después que se iban todos yo me encerraba en la cocina y pedía que por favor no me molestaran. Así, muy despacio, me ponía a lavar una por una las piezas de cristalería para que no se rompan", contó Beba, abriendo el aparador tradicional que los contiene para mostrar que, efectivamente, no le falta ni una pieza.

En este piso, además, se encuentra el comedor diario, donde Beba pasa la mayor parte del día, y en el que tiene "el televisor, el teléfono y el tejido". Este espacio, antes, fue la cocina y se conectaba al comedor de recibo a través de una puerta que luego fue cancelada. La cocina, ahora, se encuentra donde antes estaba la despensa. "Es chiquita, pero es suficiente", explicó Beba, antes de pasar a uno de los ambientes más importantes de la casa: la sala de conferencias (ver aparte).

Por último, en el segundo piso, el más íntimo de la casa, se ubican los dormitorios. Cinco habitaciones, dos baños y un cuarto de estar se disponen en este amplio espacio, en el que se destacan los ventanales a través de los cuales se obtiene una imponente vista del eje fundacional de la Ciudad.

UNA RELIQUIA

Tres hijos, nueve nietos, doce bisnietos, infinidad de amigos, familiares, colegas y estudiantes han pasado por esta vivienda una y otra vez. Y lo seguirán haciendo porque Beba no tiene la mínima intención de vender a pesar de los numerosos interesados. Esta casa, para los Mammoni, significa mucho. Y para la Ciudad, también. Es una reliquia platense que, desde hace más de 100 años, ha visto la historia pasar a través de sus sólidas estructuras.


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