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Séptimo Día |UNA PROFECÍA DE PÉREZ-REVERTE SOBRE LA PANDEMIA

Las ceremonias del coronavirus

Usos y costumbres durante la cuarentena. ¿Cuáles serán las alternativas para saludarse? La vida, el amor y la muerte: todo quedó alcanzado. Testimonios de un especialista en relaciones públicas

Las ceremonias del coronavirus

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

30 de Agosto de 2020 | 07:03
Edición impresa

Salones de fiestas infantiles, cerrados. Cumpleaños de 15, suspendidos. Ceremonias de matrimonio, diferidas. Viajes de egresados, en espera o a punto de caerse. Salones ya alquilados que no pudieron abrir sus puertas y contratos en suspenso. Iglesias abiertas pero sin oficios, familias aisladas, clubes llenos tan sólo por el eco de la inactividad y el vacío. Los usos y costumbres de los argentinos dinamitados por el coronavirus. Pasa también en otras partes.

Viento a favor para la modalidad del delivery, el teletrabajo de moda, menos pagos con dinero en efectivo, menor uso de micros y trenes, auge de bicicletas pero sobre todo muestras de afecto más recatadas, más distanciadas. El mundo se ha vuelto impredecible.

Y varios interrogantes exóticos: ¿cómo nos saludaremos cuando termine la cuarentena? ¿Abrazo, beso, manos estrechadas, a la antigua? ¿Codo con codo, puño con puño, reverencia distante tal vez? Pero, además, las dudas exceden a las que plantean las formalidades sociales y la crisis dejó de ser trivial y alcanza al fondo, a las categorías ontológicas más empinadas. La vida, el amor, la muerte, todo quedó alcanzado. No se puede despedir a quienes agonizan. No se puede acudir a los velorios. Los cementerios están cerrados, está vedado honrar a los seres queridos y pasan los aniversarios sin nadie.

“La forma nace del fondo, como el calor del fuego”, dice un proverbio griego. Sin embargo, la pandemia trastocó formas y fondos. Millones de personas no encuentran su lugar exacto y esta desorientación encuentra explicaciones: “las formas sociales tienen que ver con la identificación de las personas en un grupo”, dice Carlos Raúl Navas (72), uno de los especialistas en ceremonial de mayor trayectoria en el país.

“Levi Strauss fue quien sostuvo que la mente representa al mundo a través de las formas –siguió diciendo Navas- y en ese sentido es importante ver que las formas son las que te ubican en lo social. Un ejemplo: si hay un grupo de personas amigas que habitualmente sale a comer –cuando se podía salir, claro- lo habitual es que cada una de ellas ocupe siempre la misma silla. Es decir, nadie cambia de lugares”. Las formas identifican, muestran quién es uno y en qué lugar se encuentra.

“Cali” Navas tiene en su trayectoria casi cuatro décadas de conducir, en distintas etapas, el ceremonial de Gobernación, del Senado bonaerense, de la Universidad Nacional de La Plata, del ministerio de Asuntos Agrarios, de la Junta Nacional de Carnes y un conocimiento preciso de los protocolos. Fue asesor de varias instituciones nacionales y dictó cursos en las universidades nacionales de La Plata, Tandil, Misiones y Corrientes.

“Esto del cambio de formas en el saludo no es nuevo, ya ocurrió varias veces en la historia. Los egipcios se saludaban mostrándole al interlocutor las palmas de sus manos. Los romanos tomaban los antebrazos de la otra persona. Y mire esto, los primeros cristianos se besaban en Roma y eso fue muy negativo para ellos, porque en la época en que eran perseguidos los romanos entonces los podían identificar y detener. De modo que los cristianos dejaron de besarse en aquella Roma”.

Siguió señalando que cada persona va sumando en su vida muchos gestos de empatía, de cordialidad con el otro, “pero todo evoluciona y cambia en el mundo. Los mayores de 50 años de edad deben recordar que antes te saludaban así: “qué decís” o era común el “qué necesitas”... Eso cayó en desuso y uno se va adaptando a los ritos de cada época. Pero los jóvenes incorporan nuevos formulismos que, muchas veces, los adultos no asumen o no comprenden y es allí cuando el adulto empieza como a sentirse un extraño en el mundo social”.

El universo del ceremonial cuenta con un anecdotario muy rico. Sin haber “coparticipado” en ese episodio, Navas reseña que “en una oportunidad debía jurar un ministro en la Gobernación, era una figura conocida y la gente de Ceremonial descubrió a último momento que no existía a en la Casa de gobierno ninguna Biblia, o no la pudieron encontrar, para que prestara el juramento de rigor... “De modo que, para salir airosos, le pusieron en el atril el Tomo XXIV de la Enciclopedia Espasa Calpe y sobre ese ejemplar juró”.

¿ADIÓS AL BESO?

Hace pocos días Beatriz Sarlo sorprendió en una entrevista que le hizo La Nación, al señalar que el coronavirus tiene “la ventaja enorme de que los argentinos vamos a dejar de darnos besos”.

“Somos el país del mundo donde más besos se dan. Por eso los norteamericanos quedan paralizados cuando le presentan un argentino y uno le tira el beso y el abrazo”, dijo Sarlo, para agregar que “a lo mejor cambiamos nuestras costumbres más ridículas”.

El temor al contagio impone distanciamiento. Los latinos tasaron esa distancia preventiva ideal en 1,5 metros, para evitar la propagación. Esa medida tiene sus bemoles para alemanes o suecos, para quienes a menos de dos metros todo es intimidad.

Encontrarse hoy con una persona conocida, inclusive con un familiar, plantea una suerte de teorema. ¿Qué hacer? ¿Cómo saludar? Los nietos miran con desconfianza a los abuelos. Y viceversa. Así que el que viene ganando es el contacto con los codos. Es curioso que justamente sean los codos, una de las partes más vituperadas del cuerpo humano.

Ocurre que “codo” o “codito de oro” se utiliza en la Argentina, sólo en nuestro país, para definir a una persona avara o tacaña. ¿Por qué? Dicen que la expresión de origen coloquial deriva del hecho de que cuando una persona es generosa, estira la mano para dar. En cambio, cuando es tacaña, dobla el brazo en ademán de guardar y al doblarlo muestra el codo. Pues bien, ahora nos espera el saludo tacaño, quién sabe por cuánto tiempo.

Una manera algo más suelta de saludarse es mediante un toque de puños. Boxísticamente se trataría de un “jab”, es decir de un golpe recto y de largo alcance y velocidad, cuyo principal objetivo es marcar o mantener distancia con respecto al rival, depositándose habitualmente el peso del cuerpo en el pie delantero. Lo habitual es que el jab se utiliza como una suerte de anticipo del “directo”, que se da con la otra mano y busca el nocaut.

LO SAGRADO

Lo profano bajo siete llaves, pero también lo sagrado viene al ritmo de la cuarentena. En iglesias de todos los credos. En la católica los templos están abiertos, pero no hay más ceremonias que el rezo de los creyentes, que deben respetar el distanciamiento y el resto del protocolo sanitario. En muchos templos se retiraron los bancos.

“Codo” o “codito de oro” se utiliza en la Argentina para definir a una persona avara

 

En algunos casos se imparten algunos sacramentos. El de la comunión, con la hostia entregada a las manos del comulgante. Bautismos, muy pocos, con la sola presencia de padres y padrinos. Matrimonios: “ninguno, pasamos las fechas para más adelante” dice un párroco platense.

Pero la Iglesia, a partir del coronavirus, intensificó sus procesos de digitalización. Así, apela al streaming, es decir a la tecnología que permite transmitir audios y videos a través de internet y en tiempo real. Por dar sólo dos ejemplos: la Catedral de La Plata transmite misas del domingo a las 12 y los lunes por la tarde una ceremonia en recordación de los difuntos, con mucha convocatoria digital.

Similares y estrictas restricciones imperan para la comunidad judía en la Argentina. De todos modos, en mayo pasado, ya en rigor la cuarentena, ocho personas fueron detenidas cuando se celebraba una boda judía ortodoxa en la zona porteña del Once. El episodio hizo ruido porque antes de eso el mismo fiscal actuante había debido intervenir en otros dos casamientos, con más de cien invitados cada uno, en los que se violó la cuarentena.

Tales episodios suscitaron una declaración de repudio por parte de la mutual judía AMIA por no haber cumplido esas personas “con el aislamiento social, preventivo y obligatorio”, según sostuvo el secretario de Cultura de esa entidad. Las fotos divulgadas mostraban a los participantes de una de esas fiestas que no usaban barbijos ni respetaban el distanciamiento social. Y para darle a la escena mayor dramatismo “actual”, añadía el anónimo cronista: “Se pueden ver escenas de besos y abrazos entre los presentes”.

LA FORMA DE UNA PROFECÍA

Hace 26 años escribió Arturo Pérez-Reverte este texto: “Somos tan frágiles que te temblarían las manos si lo supieras. Todo cuanto tenemos, que parece tan sólido y tan valioso y tan definitivo, se va al carajo en un soplo, en un segundo, al menor descuido nuestro y al menor guiño del azar, la vida, la condición humana”.

La profecía encontró su forma: “Basta un insecto, un virus, un trocito de metal en forma de metralla o bala, una gota de agua o aceite sobre el asfalto, un estornudo, una cualquiera de esas bromas pesadas con las que el Universo se complace en pasar el rato, y tú y todo lo que tienes, y todo lo que representas, y todo lo que amas, y todo lo que fuiste, lo que eres y lo que podrías haber sido, se va al diablo y desaparece para siempre sin que vuelva nunca jamás”.

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El ex presidente George W. Bush se saluda con el codo con la senadora Susan Collins / AP

Codo con codo, el ministro de asuntos exteriores turco Mevlut Cavusoglu y Maduro / AP

El saludo del Primer Ministro de Renania del Norte, Armin Laschet, y Angela Merkel / AFP

El primer ministro británico Boris Johnson, codo con codo con un operario / AP

Las relaciones y el amor, condicionados por la pandemia / AP

Carlos Navas / EL DIA

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