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Letizia y Camila: una encandila y la otra prioriza la comodidad

La reina de España y la esposa del príncipe de Gales acompañaron a sus maridos en giras oficiales y mostraron sus mejores vestidos, cada una con su marca personal

Letizia y Camila: una encandila y la otra prioriza la comodidad

La reina Letizia en la visita del presidente de Italia

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

28 de Noviembre de 2021 | 08:14
Edición impresa

En nuestro último encuentro nos despedíamos con una reseña de la visita de estado que los reyes de los Países Bajos habían hecho a Noruega y en la que Máxima había brillado como nunca. Hoy es el turno de contarles las visitas en las que participó la otra gran estrella de la realeza: la reina Letizia.

La ex periodista lució le mejor tiara de la corona española

A mediados de noviembre los reyes de España jugaron de locales ya que recibieron al presidente de Italia, Sergio Mattarella, y pudimos ver a Letizia con sus mejores joyas las que, durante la pandemia, habían estado tristemente guardadas.

Laura, la hija del presidente, ofició de primera dama italiana y fue un contrapunto interesante ya que no se quedó atrás con sus modelitos. Para la recepción, al mediodía, la reina Letizia llevó un vestido de tweed en gris que ya usó varias veces pero lo que más llamó la atención fue la capa con botones, cuello mao, en color cemento, de Hugo Boss, un diseñador que a la reina le encanta. Los zapatos de Magrit y la cartera de Furla, ambos accesorios en gris, completaban el conjunto. Laura parecía que se había puesto de acuerdo con Letizia (y tal vez lo haya hecho) ya que llevaba un saco también de tweed, un top negro y unos palazzos blancos que le sentaban de maravilla.

Vajilla de la cena de gala con el monograma de Juan Carlos y Sofía

Pero, en cualquier vista de estado que se precie, el momento más importante es la cena de gala. Hacía casi dos años que no veíamos a la reina de España luciendo una tiara. Y la elegida fue una de las joyas más ostentosas de la corona: la tiara rusa o de María Cristina ya que fue un encargo de esta reina, bisabuela de Felipe VI, y está inspirada los tocados rusos llamados kokoshnik. Este diseño estaba muy de moda a finales del siglo XIX y la mayoría de las casas reales cuenta con una joya similar. Esta versión está realizada en platino, perlas y diamantes. A la muerte de la reina María Cristina la tiara dejó de usarse hasta que la madre del rey Juan Carlos la recibió como regalo de bodas. Fue prestada a hijas y nueras hasta que fue adquirida por el propio rey y pasó a formar parte de lo que llamamos “las joyas de pasar”. Son piezas que van pasando de generación en generación y siempre para uso exclusivo de la reina, la princesa de Asturias o alguna infanta. También pertenecen a las “joyas de pasar” el collar, la pulsera de chatones y el broche de perlas grises con que la reina Letizia completó el look. En definitiva, Letizia nos encandiló. Y para que semejantes destellos resaltaran aún más, estrenó un vestido negro, sencillo, escote corazón (para algunos, demasiado pronunciado) con breteles, corset y falda con vuelo firmado por Giorgio Armani, un diseñador que no suele estar en su armario.

Letizia encandiló con su tiara y estrenó un vestido negro, sencillo, escote corazón

 

Una curiosidad que ha remarcado el Foro Dinastías, publicación especializada en la monarquía española: en el palacio aún se sigue sirviendo la cena con la vajilla en la que figura el monograma de los reyes Juan Carlos y Sofía. Es bastante común que los cubiertos tengan monogramas de reyes pasados ya que, por el material en que están hechos no se rompen ni se degradan pero es raro que, después de casi ocho años de reinado, los pobres de Felipe y Letizia no tengan su vajilla. No hay duda de que son la casa real más gasolera de Europa.

Los españoles no fueron los únicos que se movieron por el mundo. El príncipe de Gales realizó una visita a Jordania y Egipto como parte de la “autumn tour”, una gira que lo lleva a recorrer países asiáticos y africanos en su función de representante diplomático y a requerimiento del gobierno. Este año estuvo acompañado de Camila, su esposa, y comenzó el 16 de noviembre. El primer destino fue Amán, en Jordania. Como no podía ser de otra manera, Carlos y Camila fueron recibidos por los reyes hachemitas, Abdalá II y Rania. Son, quizás, los monarcas no europeos más europeos y ella es, sin duda, una de las reinas en ejercicio más elegantes. Es verdad que ha exagerado un poco con las cirugías en su rostro pero sigue siendo tan bella como siempre. No había duelo de modelos posible con Camila ya que son de edades y estilos muy diferentes. Rania, “antes muerta que sencilla” no porque exagere en sus outfits sino porque ellos son excesivamente cuidados y perfectos. Camila, con sus setenta y pico y su estilo de amazona de campiña inglesa, privilegia lo cómodo y funcional. Y eso se vio plasmado no bien bajó del avión. Mientras que Rania era un verdadero catálogo de shopping de lujo (Louis Vuitton, Dior, Stephen Webster), Camila llevaba un vestido azul con estampado pequeño, manga al hombro, ceñido en la cintura y amplio en la cadera. Y zapatos mucho más cómodos que los de Rania. Claro que, cuando de elegancia se trata, no hay complemento mejor que la autenticidad, de modo que ambas estaban perfectas.

Carlos y Camila pasearon por las ruinas de egipto

El príncipe Carlos, elegantísimo con un traje claro, tonos que suele usar cuando viaja a lugares de sol y calor extremos. Porque el hombre, salvo que esté cazando en el campo, no se saca jamás el saco. Es su verdadero uniforme. Con estos looks livianos hicieron una emocionante visita a las orillas del río Jordán donde se supone que Juan bautizó a Jesús y a la entrada de la cueva donde se refugió y que es hoy un lugar de contemplación y reflexión.

Camila, con su estilo de amazona de campiña inglesa, privilegia lo cómodo y funcional

 

Al día siguiente, bajo el sol arrebatador del desierto, realizaron una larga caminata entre ruinas romanas, griegas y bizantinas. Él, siempre de traje y corbata, y ella, con un vestido floreado de Fiona Clare de manga larga y zapatos de tacón. Es posible que hiciera 40 grados así que, con semejante sacrificio, tienen ganada la asignación que reciben del erario inglés.

Las damas descollaron especialmente en las cenas de gala. La primera noche la reina Rania lució una abaya blanca con ribetes en dorado y Camila un vestido de seda en celeste claro, bordado en el mismo color y con accesorios plateados. En la segunda noche deslumbró con un conjunto de pantalón, caftán y pashmina blancos, firmados ambos outfits por Anne Valentine.

La reina Rania de Jordania y La duquesa de Cornualles

Pantalones también eligió Camila para comenzar la vista a Egipto pero esta vez en tonos de rosa. Por la similitud de todo lo que usa es difícil saber si es estreno o repetición. Nada que reprochar ya que ni es una modelo 90-60-90 ni tiene 30 años ni le interesa especialmente la moda. Eso lo deja para sus nueras Kate y Meghan. Camila ha encontrado un modo de vestir que le sienta y le resulta cómodo y de ahí no se mueve. Y mucho más cuando, como en Egipto, los volvieron a pasear por el desierto a pleno rayo del sol. Y así entre conjuntos y vestidos de impecable corte y tonos neutros finalizó la visita de Carlos y Camila, una mujer que, contra viento y marea, lucha por su dignidad.

Carlos y Camila en su recorrido por Jordania

Y mientras tanto en Mónaco…

No están para sonrisas. Recordemos a los lectores que el Día Nacional de Mónaco se celebra el 19 de noviembre, al igual que el aniversario de La Plata. Si el año pasado reseñamos el acontecimiento deslucido por la pandemia haciendo votos para que este año todo fueran alegrías, nuestras esperanzas se vieron frustradas y no por el Covid. Recordemos, también, que la princesa consorte, Charlene, estaba desde principio de año recluida en Sudáfrica por problemas de salud. Había tenido varias infecciones de oído por las que había sido operada y le habían sugerido no viajar en avión. Su esposo, el príncipe Alberto, y los mellizos Jaime y Gabriela, habían ido a visitarla dos veces pero al ver que ella no regresaba corrieron rumores de desavenencias entre la pareja. Sin embargo los rumores fueron desmentidos una y otra vez y volvió la alegría al principado cuando Alberto dijo que Charlene regresaría para festejar el Día Nacional. Y así fue. El 8 de noviembre la propia princesa compartió fotos del reencuentro con su familia y su perro. Se la veía contenta pero desmejorada y la alegría duró poco. Una semana después hubo una comunicación del palacio informando que la princesa no se encontraba lo suficientemente fuerte como para asistir a los festejos del 19 de noviembre. La fiesta se celebró igual y contó con la asistencia casi perfecta de la familia Grimaldi: la princesa Carolina con todos sus hijos, nueras y nietos; la princesa Estefanía con sus hijos y nuera; primos y sobrinos tanto Grimaldi como Kelly, e incluso los hermanos de Charlene y sus familias. Todos arroparon a este príncipe con destino de solitario.

Alberto estaba, lógicamente, con sus dos mellicitos que portaban carteles escritos y dibujados por ellos que decían “Te extrañamos, Mami” y “Te amamos, mamá”, escritos en inglés que no es el idioma del principado pero es el único que habla su madre quien, después de quince años de vivir en Mónaco, aún no se maneja bien con el francés. La imagen de esos niños era pura tristeza y ese halo melancólico sobrevoló toda la celebración por más glamour que le pusieran las damas con sus trajes de Dior y Chanel.

Los príncipes Jaime y Gabriela con su padre en la Fiesta Nacional de Mónaco

Alberto finalmente tuvo que salir a aclarar que Charlene estaba “abrumada y no podía afrontar los deberes oficiales ni la vida en general ni la vida familiar” y que ella misma había reconocido frente a su familia que necesitaba ayuda. Por ese motivo había sido internada en una clínica especializada en salud mental en el extranjero. Y aclaró que esta descompensación es producto de temas privados que nada tienen que ver con su matrimonio ya que ellos se llevan de maravillas. Es posible, por supuesto, pero difícil de creer ya que cuando estas cosas pasan todos los aspectos de la vida entran en crisis. Ojalá se recupere pronto de sus dolencias físicas y emocionales y pueda volver con su familia.

 

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