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Espectáculos |Esta tarde en el FICPBA

“Sobre nadar”: ahogarse en tierra, respirar bajo el mar

Berenice Vigna y Manuela Aguilar filmaron una experiencia sensorial sobre una nadadora que busca liberarse

“Sobre nadar”: ahogarse en tierra, respirar bajo el mar

Verónica Intile, protagonista de “Sobre nadar”, que se proyecta esta tarde en el FICPBA, gratis

7 de Septiembre de 2023 | 05:38
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Ir hacia el agua para escapar del ahogo: así intenta Domi, protagonista de “Sobre nadar”, la película de Berenice Vigna y Manuela Aguilar sobre una nadadora que se descubre embarazada. Quizás no quiera poner en pausa su carrera para ser madre, quizás no desee maternar, pero todos alrededor dan por supuesto de que debe ser feliz. Frente a esa asfixia, bajo el agua, respira.

La película, que se verá esta tarde, desde las 17.10, gratis, en el marco del FICPBA, nació de un doble impulso: para su tesis de Diseño de Imagen y sonido, en 2015 las directoras querían trabajar con la poesía de Héctor Viel Temperley, abuelo de Aguilar, cuya obra, como nadador de aguas abiertas que era, está íntimamente conectada con el mar y con la idea de trascender con el cuerpo; y también, cuenta Vigna, “estábamos atravesadas por ciertas problemáticas femeninas que se comenzaban a hablar: entonces, para apropiarnos de eso, quisimos que sea la historia de una mujer nadadora”.

“Tomamos la imagen del nadador que representaba mi abuelo, que es autobiográfica, y nos la apropiamos, para hablar del uso del cuerpo y el control sobre el cuerpo”, profundiza Aguilar. Domi, Dominique, encarnada por Verónica Intile, es una atleta: parecería ser la imagen de la potencia a través del cuerpo, pero tanto sobre tierra como en el agua estanca de la pileta en que entrena, pareciera que todos dicen algo para decir, para controlar, de su cuerpo.

La sensación de estar arrinconada solo aumenta vertiginosamente cuando queda embarazada: su pareja, su familia, su entrenadora, todos comienzan a hablar de su cuerpo como si fuera propio. Todos dan por supuesto su deseo de ser madre. Bajo el agua, “Domi puede respirar, es anfibia; pero no puede respirar en la tierra, el deber social la ahoga, el universo en que se mueve es sofocante”, cuenta Aguilar.

Los poemas de Viel Temperley, que puntúan la película, “te llevan a vivir todo a través del cuerpo”, sigue la cineasta. “Y creo que a las dos nos hicieron tomar conciencia de hasta qué punto controlamos nuestros propios cuerpos, qué tanto conocemos, hasta qué punto los podemos manejar libremente”.

Lo leyeron, cuenta, como un llamamiento “a ocuparlo, a experimentarlo”: Domi cierra la película citando al poeta, que escribió “voy hacia lo que menos conocí en mi vida, voy hacia mi cuerpo”. “Lo dice una nadadora, que usa su cuerpo en su carrera, es importante: ella usó su cuerpo como una herramienta pero quizás no lo habitó, no lo pudo habitar desde el deseo”, dice Vigna.

AL MAR, AL MAR

La película se construye así intercalando los momentos en tierra, sofocantes, con “los momentos en el mar, de expresión y liberación”, dos tiempos diferentes trabajados desde lo formal, desde la imagen y el sonido, para sumergir al espectador en esos espacios, para hacerlo sentir sin aire y luego respirar sumergido. “Es una película que se pueda sentir más allá de lo que se pueda ver”, dice en este sentido Aguilar, también porque “a Dominique se le hace difícil verbalizar lo que le pasa: la película, entonces, no pasa por los diálogos, las interacciones, sino por todo lo que le pasa por dentro”.

Así, los recursos utilizados espejan cinematográficamente los de Viel Temperley en “Crawl”, “donde optimiza los recursos para que el lector sea más que un receptor de sus palabras y experimente emociones sublimes. Utiliza el lenguaje como un médium entre el cuerpo y el alma, así como lo es el agua. El ritmo de los versos son brazadas, cada pausa sirve para tomar aire y continuar”.

En ese mismo sentido, en “Sobre Nadar” “también queremos que el espectador sea más que un receptor. Buscamos que éste experimente con su propio cuerpo lo mismo que nuestro personaje atraviesa a lo largo del filme. Cámaras subacuáticas, un diseño sonoro denso, espeso y lleno de respiraciones, y escenas de nado en aguas abiertas que se montan a partir del ritmo de brazadas y remiten al universo subconsciente de nuestra protagonista aparecen con “la intención de llevar al espectador a estar sumergido a su lado, pero también compartiendo el ánimo con ella. Se trata sobre mirar un filme con las vísceras. Se trata de poner el cuerpo, se trata de una película física”, cuentan las realizadoras.

“Trabajamos mucho las sensaciones: queríamos que se sintiera que el agua la acoge, la lava, la mece, que funciona como líquido amniótico”, sigue Vigna. El mar aparece inmenso, pero también libre, calmo, puro. Un espacio de intimidad para Dominique.

“Filmar en el agua es muy difícil: no tenés piso, no tenés de dónde agarrarte, estás completamente desnudo. Creo que por eso se transforma en algo tan personal, no hay nada de mentira”, reflexiona Aguilar.

“Sobre nadar” se proyecta en el FICPBA en un momento donde pareciera haber un pequeño fenómeno de creadoras expresándose sobre el agua, en el agua: se han publicado recientemente en español los “Bocetos de natación”, de Leanne Shapton, una de varias publicaciones sobre el agua en los últimos tiempos, que se suma a libros como “Som-hi” o los recientes diarios de Delfina Pignatiello. En paralelo, se han estrenado películas como “La caída”, de Lucía Puenzo, o “Tinnitus”, sobre experiencias de clavadistas, y Netflix ha puesto en pantalla “Las nadadoras”, basada en la historia de dos hermanas inmigrantes que se salvan a brazadas.

Para Vigna, el fenómeno es simplemente reflejo de una mayor amplificación que se le está dando a las mujeres artistas, “que escribimos y hacemos cine hace mucho”. Pero sí dice que “el agua es un medio en el que una está sumergida desde el principio de la vida, es como ese patio de juegos para que la creatividad nazca, florezca”.

“Hace poco leí sobre el hidrofeminismo, que plantea que estamos hechos de agua, y es a través del agua que nos conectamos con las personas”, suma Aguilar. “Creo que es algo que, sin saberlo, hizo que muchas mujeres lograran expresarse, un recurso, un espacio para traspolar una sensibilidad. El agua es un elemento que te permite conectar. Nosotras, a través del agua, nos conectamos entre nosotras, nos conectamos con la actriz, nos conectamos con mi abuelo. Todo el equipo se fue conectando a través del agua”.

“La intención es llevar al espectador a estar sumergido a su lado, pero también compartiendo el ánimo con ella. Se trata sobre mirar un filme con las vísceras”

Berenice Vigna y Manuela Aguilar, directoras de “Sobre nadar”

 

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