Pese a que no disparó, le pidieron detención por femicidio en 76 y 25

Según describió la crónica policial, Paola Tejeda, de 33 años, se había convertido en otra víctima mortal de un caso de violencia de género en la Ciudad.

El sábado pasado la encontraron sin vida, con un disparo en el abdomen, en una humilde vivienda de la calle 76 entre 25 y 26, en el barrio Altos de San Lorenzo.

A pocos metros de esa propiedad, quien fuera su pareja, Nicolás Díaz (26), pudo ser detenido por la Policía con un 22 escondido entre sus ropas.

Rápidamente, quienes conocían la historia familiar, plagada de amenazas, golpes y hasta una supuesta orden de restricción perimetral que no se cumplía (ver aparte), vincularon a Díaz con la autoría de ese asesinato.

Sin embargo, más allá de que la situación procesal del joven sigue siendo muy comprometida en la causa, la fiscal Betina Lacki debió aplicar la llamada teoría del autor mediato para justificar un pedido de detención en su contra por el delito de homicidio.

DECLARACIONES CLAVES

¿Qué sucedió? Tres amigas de la víctima, testigos presenciales del hecho, reconocieron ante Lacki que habría sido Tejeda quien, en una situación de absoluto desborde emocional, tomó un revólver calibre 32 que había en la casa, se lo apoyó en la sien y después, tras efectuarle a Díaz un disparo en la pierna, se pegó un tiro en el abdomen, desencadenando así su fallecimiento.

Esa arma, cabe destacar, también pertenecería al imputado.

Los voceros consultados expresaron que el artículo 45 del Código Penal, respecto de la participación criminal, establece que “los que tomasen parte en la ejecución del hecho o prestasen al autor o autores un auxilio o cooperación sin los cuales no habría podido cometerse, tendrán la pena establecida para el delito. En la misma pena incurrirán los que hubiesen determinado directamente a otro a cometerlo”.

En ese sentido, teniendo en consideración la última parte de esa norma, “la fiscal entendió que Díaz empujó a la mujer a tomar esa decisión. Anuló su voluntad y nada hizo para evitar que ejecutara la decisión que finalmente adoptó”, agregaron las fuentes en diálogo con este diario.

En otras palabras, pese a que Díaz no sería el responsable del disparo mortal, le atribuyen el rol de autor mediato de esa acción criminal, por lo que le valdría la acusación inserta en el inciso 11º del artículo 80 del Código Penal: “Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua (...), al que matare: (...) una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”.

Precisamente, a decir de varios especialistas, está aceptada -por la doctrina y jurisprudencia- la concepción que considera autor (mediato) a quien tiene el “dominio del hecho”, esto es, a quien tiene en sus manos el poder de decisión respecto a si el hecho se lleva a cabo o no; quien tiene la capacidad para lograr que el hecho se realice o se frustre, “sin necesidad de ponerle la mano encima a la víctima”.

MAS CARGOS

De acuerdo a lo que se desprende de la imputación contra Díaz, además se le endilgan los delitos de portación de arma de fuego -el revólver 22-, amenazas y lesiones.

Todo ahora deberá ser resuelto por el juez de garantías en turno, César Melazo, aunque es muy probable que, de confirmarse la calificación legal propuesta por la fiscal, la defensa seguramente recurrirá a la instancia de Alzada -la Cámara Penal- en busca de su modificación, sobre todo si el estudio de autopsia y los demás peritajes confirman, como lo testificaron las amigas de Tejeda, que la bala mortal salió de un arma manipulada por la propia víctima.

ANTECEDENTES

Un elemento que por estas horas está siendo analizado, al menos a modo de indicio de culpabilidad, es el prontuario de Díaz, quien hasta hace dos años habría purgado una condena de nueve años de prisión en una unidad del Servicio Penitenciario bonaerense.

“Tiene antecedentes y estaba siendo buscado para que aclare un hecho en el que, hace muy pocos días, terminó herido de bala en una pierna y, se escapó de la Unidad de Pronta Atención de Los Hornos (UPA), antes de que pudiera ser atendido por los médicos ”, mencionó una persona con acceso a la investigación.

Como adelantó EL DIA en su edición anterior, el brutal episodio ocurrió alrededor de las cinco de la tarde del sábado en una casita humilde situada en la calle 76 entre 25 y 26, donde Paola Tejeda, de 33 años, vivía con sus dos hijos: uno de 12, fruto del primer matrimonio, y otro de 7 que había tenido con quien ahora está detenido acusado de matarla.

Demás está decir que el caso provocó muestras de profunda consternación y dolor entre los familiares de la mujer (ver aparte), quienes ayer seguían reunidos en la casa de su madre a la espera de noticias de parte de la Justicia, que les permita aclarar tantos interrogantes.