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Vivir Bien |SOLIDARIDAD PARA LA LOS MÁS CHICOS

El calor de la familia

Comunidad Malú es una asociación civil sin fines de lucro de la Ciudad que desarrolla el plan de medidas de abrigo para niños de 0 a 4 años que son separados de su hogar de origen

El calor de la familia

Parte de la comisión directiva de la asociación civil comunidad Malú

MARÍA LAURA LÓPEZ SILVA / Fotos SEBASTIÁN CASALI
Por MARÍA LAURA LÓPEZ SILVA / Fotos SEBASTIÁN CASALI

10 de Marzo de 2019 | 07:24
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Amigos, conocidos y vecinos se fueron encontrando en el camino voluntario de ir a hogares de niños y al Hospital Especializado Dr. Noel H. Sbarra para hacer algo por los más chicos. Los visitaban, jugaban con ellos, los llevaban a pasear y hasta les festejaban los cumpleaños. Sin embargo, sentían que eso no era suficiente.

Investigando y buscando otras opciones, vieron que tanto la Organización Mundial de la Salud como Unicef y otros organismos dedicados a velar por los derechos de la niñez, recomendaban que el mejor lugar transitorio para aquellos chicos con derechos vulnerados es una familia.

Al mismo tiempo, el servicio de niñez municipal local estaba implementando el programa de familias solidarias en la Ciudad: un sistema de abrigo temporario que se aplica cuando un menor tiene que ser apartado de su hogar de origen porque alguno de sus derechos está siendo vulnerado. Mientras la justicia determina si cuál es la mejor opción para ese chico (restablecer el vínculo con su familia o pasar al sistema de adopción), otra familia cuida a la criatura.

Así nació Comunidad Malú, la asociación civil sin fines de lucro que desde hace poco más de dos años ha dado abrigo a 19 niños. “El programa no es de adopción, es más, ninguna persona que esté anotada para adoptar puede participar. Se trata de un acogimiento familiar, desarrollado en la Ciudad en el marco del Programa Familias Solidarias del Organismo Provincial de Niñez y Adolescencia, en el que familias voluntarias abren las puertas de su hogar para alojar, temporalmente, a niños de entre 0 y 4 años de edad. Pero no son criaturas que estén esperando ser adoptadas ”, explicó Victoria Ibarra, parte de la comisión directiva.

“No decidimos qué chico viene ni el tiempo que va a estar bajo nuestra tutela, sólo pusimos ese límite de edad porque creemos que es una etapa fundamental del desarrollo del niño y es lo que podemos manejar como institución. No tenemos la infraestructura para trabajar con nenes más grandes”, agregó Victoria que quiso destacar el disparador de este grupo: “Nuestra función es que durante el periodo de tránsito el chico que está en un proceso judicial sienta que hay una red, una comunidad, que lo cuida, le da amor y contención. Nos encargamos de la atención médica y educativa. Hasta tramitamos documentación si hace falta. Pero sobre todo, queremos brindar amor”.

Cuando el servicio zonal de Promoción y Protección de Derechos de los Niños local solicita una vacante a Comunidad Malú, estos eligen a una de las familias que ya fueron seleccionadas: “Hay una familia que convive con el nene y otra que funciona de ‘apoyo’, porque la idea es que no se altere demasiado la vida de los voluntarios y que haya una red de contención entre los integrantes de Malú para asistir al menor. Si esa familia ya había planeado un viaje o una reforma en su casa y por un periodo no puede tener al chico, él pasa a estar unos días con la familia de apoyo”, contaron desde la asociación.

Silvia Dellepiane se había jubilado como maestra jardinera y extrañaba el contacto con los chicos. Gracias al famoso “de boca en boca” se enteró de una ONG que elegía familias para que cuidara niños transitoriamente. Eso ocurrió hace un año y medio, hoy “la seño” ya tuvo cuatro periodos de abrigo y está siendo familia de apoyo de Inés Marensi, que hace unos meses debutó en esta actividad.

“Estaba en la búsqueda de una ocupación voluntaria que sirviera de verdad. Lo consulté con mi marido y mis tres hijos y nos embarcamos en esto con mucha expectativa. Cuando llegó el primer abrigo, se generó una revolución y lo mismo sucedió con cada nene que vino a vivir a casa. Uno conoce sus historias y se dan cuestiones distintas todo el tiempo. Son experiencias muy intensas, pero el amor que se trasmite es superador. Poner en la familia una situación extrema como esta nos hace ver que hay cosas realmente importantes en la vida. Concentrás tu cotidianidad en los valores reales ”, contó Silvia.

“Me sumé al programa en febrero de 2018 y en junio de ese año estaba recibiendo en casa un bebé de 15 días. Yo vivo sola, mi hijo es grande y había pensado en la posibilidad de adoptar, pero me di cuenta que no iba a poder con semejante responsabilidad. Me gustó Comunidad Malú porque hay una red de apoyo y contención permanente: te visitan, se comunican a diario para saber cómo van las cosas y si se necesita algo. Te sacan el turno para el médico y consiguen la guardería. Si bien toda mi familia me ayudó y cuida al bebé, cada tanto el nene se va a lo de Silvia y una vez por mes la ONG hace una reunión donde se comparten las experiencias que cada uno va teniendo y es un nexo entre nosotros y los organismos estatales intervinientes”, describió Inés.

Y es que la idea de Malú es que el niño sienta que más allá de con quien convive, hay toda una comunidad que vela por su cuidado.

“Volví a ser mamá, pero ahora con más experiencia”, dijo Marensi que está pronta a terminar su convivencia con el nene y viene preparándose para ese momento. La ONG realiza un entrenamiento y capacitaciones para que el desapego no se sufra. “En un momento sentís que tenés que armarte para la despedida. El factor emocional es inevitable y creo que hay que vivirlo con tranquilidad porque es parte del proceso”, manifestó Silvia que ha tenido contacto con algunos de los nenes que vivieron en su casa después del abrigo.

“Continuar el vínculo con los menores es algo que depende de cada caso”, destacó Claudia Zárate, parte de la comisión directiva de la asociación.

Ah, Malú significa “protección, paz y asilo”, todo lo que un niño necesita recibir con amor.

 

 

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Parte de la comisión directiva de la asociación civil comunidad Malú

Claudia Zárate, Silvia Dellepiane, Inés Marensi y Victoria Ibarra

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