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Séptimo Día |A 198 AÑOS DE LA MUERTE DEL CAUDILLO GAUCHO

Güemes, el que siempre supo dónde estaba la Patria

La lucha que libró junto a sus gauchos contra los realistas en las provincias de Tarija (Bolivia), Jujuy y Salta, le permitió al General San Martín realizar la campaña a Chile y consolidar así la Independencia

Güemes, el que siempre supo dónde estaba la Patria

Durante la vigilia, que recuerda la noche anterior a la muerte del patriota, un coro de mujeres gauchas interpreta, al pie del monumento en su honor, el Himno a guemes/Web

Fernando Coradazzi

Fernando Coradazzi
fcoradazzi@eldia.com

23 de Junio de 2019 | 08:45
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“¿Dónde está mi patria? Allí donde nadie me moleste, donde nadie quiera saber quién soy, lo que hago o de dónde vengo, esa es mi patria chica”, escribió Bruno Traven en El barco de la Muerte, en 1926.

La frase del escritor norteamericano, más conocido por su novela El tesoro de la Sierra Madre, que protagonizó en el cine Humphrey Bogart, parece escrita por alguien que participó de los festejos realizados la semana pasada en la ciudad de Salta con motivo del 198° aniversario de la muerte del General Martín Miguel de Güemes.

En los desfiles interminables de jinetes y caballos, en las bandas militares tocando Valderrama o La Pomeña, al pie del cerro San Bernardo donde está el monumento al salteño, y en la enorme participación popular, allí se vivió un nacionalismo de patria chica, una misa laica hacia su héroe local, una historia en una tierra que es de ellos y de los otros, de los que vienen a visitarla o de los que se quedan a vivir.

“Salta es hermosa, no te pide credencial” repetía el músico Cuchi Leguizamón a los que le pedían que defina a su ciudad. Y los turistas o los que están de paso lo sienten.

Güemes murió el 17 de junio de 1821, a los 36 años de edad, en la Cañada de la Horqueta, a pocos kilómetros de la capital salteña. En el lugar hay un monolito que lo recuerda. Había sido baleado el 7 de junio, por una partida realista al mando del español José María Valdés, lugarteniente del general guipuzcoano Pedro Antonio de Olañeta, un militar que peleó y murió en la última batalla de la independencia en América del Sur, en Tumusla, situada en la actual Bolivia.

Fue tras una emboscada sorpresiva en la esquina de las actuales Balcarce y Av. Belgrano, donde un disparo lo alcanzó por la espalda.

El prócer salteño fue el único general patriota que murió en combate durante la guerra de la independencia nacional.

QUIÉN ERA GÜEMES

A diferencia de Juan José Castelli o Mariano Moreno, de perfil más idealista y formados por los jesuitas en el Real Colegio de San Carlos de la ciudad de Buenos Aires y en la Universidad de Chuquisaca (en la actual Bolivia) Martín Miguel de Güemes tenía un perfil similar al del General José de San Martín, esto es, se formó en la acción militar.

Güemes nació en Salta, el 8 de febrero de 1785. Era parte de una familia acomodada y tuvo siete hermanos entre los que se destacaron el mayor, Juan, que formó parte del Cabildo de esa ciudad y su hermana María Magdalena Dámasa Güemes de Tejada, más conocida como Macacha Güemes.

SU BAUTISMO DE FUEGO EN LAS INVASIONES INGLESAS

A los 14 años se enroló en el Regimiento Fijo de Infantería, cuyo cuartel central estaba en Buenos Aires pero tenía un batallón en Salta a raíz de la rebelión de Túpac Amaru II desde 1781.

En 2016 se estableció como feriado nacional al aniversario de la muerte de Güemes

 

Peleó durante las invasiones inglesas, donde llegó a capturar un barco británico –el Justine - encallado en las playas del Río de la Plata, y luego participó de la primera expedición al Alto Perú, al mando del General Balcarce donde sobresalió en la batalla de Suipacha.

Pero donde este salteño se destacó fue en la lucha de guerrillas que libró junto a sus gauchos en las quebradas de Jujuy y Salta, y en el valle de Lerma, que contuvieron el avance realista sobre las Provincias Unidas del Río de la Plata como se llamaba a nuestro país entonces.

Compensar la inferioridad militar con una estrategia prolongada de movimientos: retiradas provisorias hasta atraer al enemigo al terreno escogido, fuerzas dispersas que se concentran y atacan para volver a retirarse, simbiosis total entre civiles y combatientes. Eso es lo que proponía la guerra de guerrillas de Güemes.

Ciento treinta años más tarde, Mao tse Tung, el líder del PC Chino, haría algo parecido: “Un guerrillero debe sumergirse entre el pueblo como un pez en el agua”. Es la comunidad del pueblo con su milicia. Lo militar debe subordinarse a la política. Es lo que también hizo Ho Chi Min en Vietnam. Y lo concretaron Augusto Sandino en Nicaragua y Fidel Castro en Cuba.

Pero lo de Güemes y sus gauchos ocurrió un siglo antes, en un territorio que tenía una extensión de norte a sur de 700 kilómetros. Y que contó con una red de inteligencia nunca conocida hasta entonces. Donde la única comunicación era a través de jinetes, oral y sin papeles para que no caigan en poder del enemigo.

Hubo dos hombres de la revolución de Mayo que detuvieron a los realistas en el Norte y les impidieron llegar y reconquistar a la ciudad de Buenos Aires: Manuel Belgrano y Martín Miguel de Güemes. Belgrano, en la batalla de Tucumán, en febrero de 1812, y en la de Salta, en febrero 1813, donde –tras un memorable éxodo jujeño- derrotó a las tropas imperiales al mando de Juan Pío Tristán. Y Güemes, nombrado oficialmente por el General San Martín como jefe de la vanguardia del Ejército del Norte, con su Guerra Gaucha, inmovilizó a las fuerzas enemigas en el Alto Perú, hoy Bolivia.

Sin Güemes (y por cierto también Belgrano) San Martín no hubiera podido emprender el cruce de los Andes ni vencer al imperio español en la decisiva batalla de Maipú.

El paso como gobernador de Salta (1815 -1821) fue más conflictivo. Tal como le ocurrió al uruguayo José Gervasio Artigas con la clase pudiente de Montevideo, Güemes vivió en tensión con la clase acomodada de su provincia. Al tener que financiar el costo de la prolongada guerra de la independencia con impuestos extraordinarios a los salteños, los comerciantes, hacendados y ex funcionarios de la corona española conspiraron permanentemente contra el caudillo. Y además, tuvo la desconfianza permanente de los gobiernos que se sucedieron en Buenos Aires que nunca lo apoyaron económicamente.

Como describe el historiador Tulio Halperín Donghi en Revolución y Guerra, los sucesos desarrollados a partir del 25 de Mayo de 1810 no pueden ser vistos únicamente como una guerra libertadora. Fue más bien una guerra civil en la que se enfrentaron españoles y criollos aliados de un bando y del otro. Proceso que iba a culminar con la denominada anarquía del año 1820, donde se disolvió el poder político central de Buenos Aires.

“LOS INFERNALES”

La tropa de Güemes era un cuerpo militar que creó en 1815 y que denominó “División Infernal de Gauchos de Línea” que funcionó sin la autorización del gobierno porteño pero que luchó junto a él hasta su muerte. Pelearon en un frente de combate llamado Línea del Pasaje, que comprendía la actuales provincias de Tarija (en Bolivia), Jujuy y Salta.

En Salta se los llama simplemente “Los Infernales”. En la actualidad visten casaca, chaqueta y gorra coloradas con manga de bayoneta grana y azul y botas negras, aunque en 1816 la mayoría usaba ropa de gaucho con un poncho rojo encima.

La tropa regular del General Güemes era de aproximadamente 2 mil jinetes. Entre 1816 y 1821 resistió seis expediciones realistas enviadas desde Lima. No eran patrullas de vanguardia o forajidos, sino ejércitos de verdad.

Una de ellas, la del General José De la Serna (penúltimo Virrey del Perú) estaba compuesta de 5.500 soldados, la mayoría tropas veteranas. De la Serna ocupó Tarija, Jujuy y Salta. Güemes se estableció en la quebrada de Humahuaca, aislando a los realistas de sus bases y dejando a los ocupantes sin víveres. Además venció a un regimiento de los godos en el combate de San Pedrito.

Al igual que el vietcong, la red de espías de Güemes incluía a mujeres y niños, que avisaban sobre los desplazamientos de tropas enemigas.

La película argentina La Guerra Gaucha, de 1942, dirigida por Lucas Demare, retrató las luchas entre las tropas criollas de Güemes y los realistas en el norte argentino.

Su estrategia de guerra de guerrillas se anticipó un siglo a la que utilizaron las milicias del Siglo XX

 

LA MUERTE DEL CAUDILLO

A comienzos de 1821, Güemes – que simpatizaba con la causa federal- participó en las guerras civiles argentinas viajando a Santiago del Estero en auxilio del gobernador Juan Felipe Ibarra. Ante la ausencia del caudillo salteño en su provincia, el Cabildo local formado por las clases altas de la ciudad lo depusieron y negociaron con el general español Olañeta la entrega de la ciudad.

El 6 de junio de ese año, el lugarteniente del General Pedro Olañeta –el coronel José María Valdés- ocupó la ciudad de Salta. Güemes salió a combatirlo, pero recibió una herida de bala.

El general salteño habitualmente no participaba directamente en los combates porque tenía un problema de hemofilia o falta de coagulación en la sangre. Esta herida, le provocó una larga agonía ya que se desangró durante 11 días.

Los realistas le ofrecieron enviar un médico a cambio de que firmase la rendición. Se negó a hacerlo y murió, rodeado de su tropa, el 17 de junio de 1821.

Dejó una viuda y tres hijos, y un pueblo que lo lloró y recordó desde entonces.

Pero lo más importante de su legado, es que el General Güemes siempre supo dónde estaba la patria. Y su estrategia militar se anticipó un siglo a las que emplearon distintos pueblos del mundo en la lucha por su independencia, un referente en la lucha por la liberación nacional. Una especie de Che Guevara que, sin embargo, fue profeta en su tierra.

 

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Durante la vigilia, que recuerda la noche anterior a la muerte del patriota, un coro de mujeres gauchas interpreta, al pie del monumento en su honor, el Himno a guemes/Web

Una carga de caballería que recuerda a “los infernales”, la milicia que creó Güemes en 1815 / Archivo

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