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¿Y ahora qué?: la nueva normalidad ya está entre nosotros

El ritmo de vacunación, la merma de contagios y el decreto provincial para que los empleados públicos vuelvan a las oficinas nos ponen en un escenario casi igual al de antes de la pandemia. Qué cosas se modificaron y cuáles son los miedos y riesgos que hay que enfrentar por estos días

¿Y ahora qué?: la nueva normalidad ya está entre nosotros

Los jóvenes fueron quienes más necesitaban volver a vincularse con sus pares

8 de Agosto de 2021 | 09:02
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Hace un año muchos se planteaban cómo iba a ser la nueva normalidad, qué cosas volverían a ser cómo antes de marzo 2020 y cuáles cambiarían para siempre. Lejos de las vacunas en aquel momento, el teletrabajo y las clases virtuales se habían transformado en la forma de continuar más o menos con la rutina de hasta entonces.

Veinte meses después, pareciera que tenemos que acostumbrarnos a convivir de alguna u otra manera con el virus y retomar la vida que dejamos cuando la pandemia irrumpió en el mundo entero. Durante el verano tuvimos una pequeña muestra de lo que podía llegar a ser una apertura de fases con las vacaciones, la flexibilización de las restricciones y el regreso de algunos rubros de servicio y entretenimiento. Un poco más acá, el regreso a las aulas también nos volvió a poner a prueba y ahora, al menos en la provincia de Buenos Aires, el decreto 521 publicado en el Boletín Oficial dispone que los trabajadores estatales que hayan recibido al menos una dosis de cualquiera de las vacunas contra el coronavirus estarán en condiciones de ser convocados, si las autoridades lo consideran pertinente, a realizar tareas presenciales una vez que hayan transcurrido 21 días corridos desde la inoculación.

Salir a la calle es un trámite necesario pero peligroso. Hay que buscar el equilibrio

 

Muchos empleados del sector privado ya habían sido convocados a sus labores y en la calle ya se veía más movimiento, sobre todo en el transporte público. Sin embargo, con esta medida gubernamental, se pone sobre la mesa que la nueva normalidad está entre nosotros. No será algo estático y habrá adaptaciones dependiendo del riesgo sanitario de cada distrito u organismo, pero la rutina se acomoda poco a poco con algunos cambios.

EN EL OLVIDO

En la mayoría de las oficinas, tanto del sector público como del privado, el regreso es paulatino, en burbujas e incorporando las nuevas medidas sanitarias que llegaron para quedarse. No más besos, abrazos y apretones de manos entre compañeros de trabajo. La distancia social entre escritorios, el alcohol en gel y el barbijo seguirán siendo los caballitos de batalla para darle pelea al COVID-19.

“El mate quedó en el olvido. Antes compartíamos algunos ni bien llegábamos a la oficia, pero ya no”, dice María Josefina (27), empleada de una escribanía de la Ciudad, donde hace meses que trabajan nuevamente presencial, pero con muchos cambios: “en julio del 2020 volvimos a trabajar en horario normal y los meses anteriores lo hacíamos de forma intermitente, el escribano solo podía hacer urgencias, cómo testamentos o certificar cosas de los esenciales. Nosotros -por los empleados- íbamos dos veces por semana a partir de mayo hasta que empezamos a sumar días”, explica la joven y aclara que pudieron readaptarse bastante bien porque son pocas personas las que comparten espacio físico y además las tareas se realizan de otra forma.

“Los trámites o consultas se hacen virtuales y ya no en los organismos públicos. Hasta las actas se hacen por Zoom. A nosotros nos jorobó bastante que tenemos fechas de vencimiento y en los registros es muy difícil lo virtual, por lo que se atrasa mucho el trabajo de ellos y el nuestro”, explica María.

Claro que no sólo lo laboral vuelve de a poco a acomodarse. La vida social, es que tanto anhelamos durante meses, ya está casi normalizada. “De a poco me empecé a juntar al aire libre con amigas, más cerca del verano y jugamos al fútbol en enero y febrero. Después se volvió a cortar todo con la segunda ola y hace un mes retomamos los partidos otra vez. Y los encuentros o reuniones son en espacios abiertos o en sitios ventilados, pero se complica a veces en lugares cerrados que haya buena ventilación por el frío. Por eso casi siempre nos vemos al mediodía y muy poco a la noche”, relata y analiza cómo ve la situación: “creo que la gente en general tomó conciencia y se cuida bastante, mantiene los protocolos. Pienso que una vez vacunados, si acondicionan sus lugares de trabajo, todos pueden volver a sus trabajos con el sistema de burbujas. Igualmente no me parece mal que si las tareas se pueden hacer desde la casa la gente no vaya a trabajar. Si la función se cumple, el teletrabajo es ideal en los organismos públicos para que no se junte tanta gente”.

TEMORES

Pero la llegada de esta nueva normalidad no está exenta de dificultades. Este proceso que debería ser gratificante está siendo para muchas personas estresante como consecuencia de los cambios de estados de ánimo sufridos durante el confinamiento y la excepcionalidad de la situación. Es por eso que se observan algunos episodios de ansiedad a medida que se va recuperando lentamente la vida anterior. Las emociones y los sentimientos se han alterado pese a las noticias positivas sobre vacunación y disminución de contagios. Muchos aún tienen miedo a hacer ciertas cosas que durante más de un año han sido consideradas peligrosas.

Salir a la calle es para muchos un trámite necesario pero peligroso. “Quienes estaban realmente en alerta ante la enfermedad y cumplieron a rajatabla con las medidas sanitarias, volver a trabajar o verse con amigos es problemático. Entran en juego aspectos muy personales que tienen que ver con el temor a contagiarse y no sobrevivir a la enfermedad. Ante esto hay que pensar que las medidas de higiene deben continuar, pero que se necesita retomar la cotidianidad de a poco para darnos cuenta gradualmente que estamos entrando en un contexto menos hostil. Hay que pasar por un periodo de adaptación para expulsar sin prisa los ataques de ansiedad y esa sensación de tristeza provocada por el miedo”, subraya el psicólogo Fernando Maidana.

“La gente en general tomó conciencia y se cuida bastante, cumple los protocolos”

 

Según los especialistas, lo primero que hay que hacer es intentar pensar en positivo y hacer un esfuerzo por contemplar la nueva situación con cierta objetividad. Se debe buscar el lado positivo y estar atentos a las informaciones que se reciben. Si hasta ahora escuchar las noticias era una actividad poco placentera, ahora podemos recibirlas de forma más positiva, ya que los datos que se brindan son un poco más alentadores. No se puede bajar la guardia, pero hay que ir atreviéndose a, de forma progresiva, recuperar hábitos sociales casi olvidados. La pandemia nos ha impuesto una sensación de falta de control sobre nuestra vida cotidiana. Es hora de recuperar algo de ese manejo de las situaciones, teniendo ya el aprendizaje de que vivir el presente es la mejor manera de no caer en pánico. No se irá el miedo totalmente, pero se puede recuperar el control del día a día.

“Al principio fue un poco chocante escuchar la noticia de que había que volver a trabajar todos los días”, admite Juan, un empleado municipal que desde hace unas semanas regresó a su oficina del Pasaje Dardo Rocha y tiene algunas críticas respecto a que no se pueden cumplir con todas las medidas de prevención. “En los baños no hay jabón, las oficinas son muy pequeñas y me parece que compartir tantas horas el mismo espacio no es lo mejor. Además está la variante Delta casi en circulación comunitaria y la mayoría no tiene dada la segunda dosis. Algunos compañeros estaban ansiosos por regresar porque necesitaban retomar el ritmo habitual, a otros nos cuesta más por estas razones de cuidados que no sentimos que estén garantizadas”, opina.

Desde otro lado, en algunas empresas del sector privado donde el trabajo se puede realizar de forma virtual sin inconvenientes, los empleadores no estarían pensando en el regreso a la presencialidad. Depende mucho de cada rubro y las tareas que se hagan, cuánto se necesite la mano de obra y qué saldo da la balanza entre los riesgos y beneficios de entrar en la nueva normalidad. Lo cierto es que poco a poco, sea para la vida social o laboral, los tiempos y rutinas van retomándose. Lo principal es no olvidar que hay que seguir cuidándose porque el coronavirus no parece que vaya a desaparecer a la brevedad.

 

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