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Príncipe Harry: una autobiografía narcisista pero simpática

El hijo menor de Lady Di acaba de publicar un libro donde, desde un rol sumamente pasivo, cuenta secretos de su familia real y militares, de cuando estuvo en la guerra de Afganistán

Príncipe Harry: una autobiografía narcisista pero simpática

El libro de Harry, con su título original: "Repuesto"

5 de Febrero de 2023 | 09:05
Edición impresa

Reír llorando. Harry, el príncipe díscolo ha escrito un libro lastimero que nos evoca a un viejo poema que Juan de Dios Peza escribió en la segunda mitad del siglo XIX y que cuenta la historia de Garrik, un actor inglés, nacido noble, rico, amado, alabado, que ríe y hace reír. El típico joven al que todos quieren invitar a sus cenas y el que todos piensan que es un poco cabeza hueca pero feliz. Sin embargo Garrik sufre lo indecible por dentro y por fin, un día, lo dice. Y se da cuenta de que…

¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.

Como Garrick, nos enteramos ahora, que Harry pasó toda su vida sufriendo. No hay duda que la orfandad afectiva en que lo dejó la muerte de Diana cuando solo tenía 12 años es motivo suficiente para ensombrecer la felicidad plena pero resulta que tampoco era feliz cuando en su más tierna infancia estaba obligado a pasar días en un castillo y luego en otro según el calendario más o menos previsible de los Windsor. Dirán los lectores que muchos chicos ni siquiera tienen vacaciones pero eso Harry lo ignora.

El libro ha sido editado en castellano con el título “En la sombra” pero en realidad su título original es mucho más significativo: “Spare”, que significa “Repuesto”. Así lo llamaban un poco en serio y un poco en broma, en su familia. Guillermo, el hijo mayor de Carlos y Diana, era el títular, el heredero y él, Harry, el repuesto por si al primogénito le ocurriese algo que no le permitiera reinar. De hecho aún hoy Harry sigue siendo un repuesto porque si al actual príncipe de Gales y a sus tres hijos les sucediera algo, Harry se convertiría automáticamente en heredero al trono de Inglaterra.

Diana, su madre, es para Harry una mujer de luz sin igual

Curiosamente el libro se trata exactamente de aquello de lo que reniega. Harry es militar y ha luchado en Irak y Afganistán pero la guerra parece ser un juego y los talibanes son meros soldaditos de plomo al lado de la prensa y la opinión pública, los verdaderos enemigos. La defensa de su privacidad ha sido su obsesión. Lo que no se entiende son las razones de por qué, si ha luchado toda su vida por escabullirse, escribe un libro en el que cuenta, por ejemplo, cómo perdió la virginidad, sus coqueteos con las drogas, su adicción al alcohol y las armas y técnicas para matar talibanes. Después de todo es su vida y puede decir lo que quiera. El problema es que Harry se arrogó el derecho de ventilar secretos militares y familiares como si fueran propios.

La prensa inglesa hubiera pagado fortuna por la décima parte de los secretos que Harry cuenta en el libro pero lejos de agradecerle por habérselos contado gratis, lo criticó ferozmente.

 

De toda la familia real el villano es Guillermo, su hermano. De eso se trata el libro

 

Sobre todo porque no existe el menor atisbo de autocrítica. Nada de lo que le sucedió a Harry en la vida es culpa de él. Si en una fiesta de disfraces se vistió de nazi fue porque Guillermo y Kate se lo sugirieron, si se emborrachó fue porque lo hacían sus compañeros, si se filtraron fotos de él aspirando coca fue porque Camila conspiró con su jefe de prensa para no seguir encubriéndolo, y, finalmente, sus períodos de depresión obedecen a tener un padre que lo obligaba a leer a Shakespeare.

Solo tres personas brillan en la vida de Harry. La primera es Diana, su madre, de la que dice que era una princesa con nombre de diosa pero que era incluso superior; una luz que ni siquiera Einstein podría haber explicado. En segundo lugar Meghan, su esposa, que es “perfecta”. Y en tercer lugar él mismo, quien con su narcisismo y egocentrismo patológico no puede ver más allá de las cuatro paredes que lo rodean.

Meghan es “perfecta” según cuenta su marido en el libro

Claro que no todo es negativo. Harry, en muchos capítulos, nos cuenta escenas familiares de sus abuelos, de la Reina Madre e incluso algunos diálogos con la princesa Margarita que son imperdibles. Gracias a él nos enteramos que el duque de Edimburgo preparaba unos excelentes fideos con salsa boloñesa y que la especialidad de Su Majestad, la reina, eran las ensaladas con mucho aderezo. Con mucha ternura cuenta anécdotas vividas con Diana e, incluso y contrariamente a lo esperado, su padre, el actual rey Carlos III, es retratado como un hombre responsable, comprometido, trabajador, preocupado por su bienestar y, aunque imposibilitado de expresar cariño abiertamente, extremadamente sensible. Carlos no es el malo de la película. Ni siquiera Camila aparece como la madrastra malvada de los cuentos salvo por su obsesión de manejar la prensa a su favor, algo en lo que ya sabíamos que era experta.

De toda la familia real el verdadero villano es Guillermo, su hermano. De la prensa y de Guillermo. De eso se trata el libro. Nos enteramos ahora que nunca, jamás, se llevaron bien y que los pocos momentos de comunión entre hermanos fueron en vida de su madre o, luego de su muerte, cuando la evocaban. Y aún así Harry deja entrever que aún siguen compitiendo por cuál de los dos se le parece más, la recuerda mejor o le hace los mejores homenajes.

 

Lo más preocupante del libro es el relato que hace Harry de cómo fueron sus adicciones

 

“En la sombra” es un libro de fácil lectura porque, como dijo la prensa inglesa, parece un larguísimo mensaje de texto de un hijo a su padre para pasarle factura. Pero cuando Harry dedica decenas de capítulos a su desempeño como soldado, el mensaje de texto se convierte en una reunión de veteranos recordando anécdotas. El recuerdo es por momentos demasiado autorreferencial, largo y explícito pero, sin embargo, es Harry en su mejor versión. Valiente, inteligente, solidario y despegado de la sombra de su hermano. “¿Hasta qué punto es anormal tu vida para que sea el primer lugar en el que te sientes normal?” así es como se siente por primera vez en su vida. En medio de la guerra es un soldado más.

Lo más preocupante del libro es el relato que hace Harry de sus adicciones. Él mismo le pregunta a su psicóloga si tiene una personalidad adicta. La respuesta está en el mismo libro. Aunque siempre la culpa es de quien pone en su camino litros de alcohol y toneladas de droga, no se puede soslayar que él es quien no puede negarse. Cada alegría y cada crisis estuvieron acompañadas de sustancias tóxicas que, sin duda, hicieron mella en su salud mental. Depresión, ataques de pánico, paranoia. Harry es un cóctel explosivo que detonó con la trágica muerte de Diana y ya nunca pudo encontrar sosiego. En su hermano, educado para ser perfecto, encontró enojo y en su padre, imposibilitado de demostrar amor, encontró impotencia. Claro que, aunque Harry no lo diga abiertamente, se nota que cuando las cosas se pusieron realmente feas, ambos hicieron todo lo posible para que comenzara una terapia sanadora.

Y parece haberlo logrado. A medias. Una personalidad adicta siempre busca un objeto al que aferrarse en forma obsesiva. Cuando el consumo de drogas y alcohol se hizo ocasional empezó el consumo desmedido de artículos de prensa sobre su persona. Harry entró en un bucle sin fin en el que también se encuentra este libro. Y aquí es donde aparece Meghan, la nueva luz.

Harry solo tiene palabras bonitas sobre sus exnovias. Chelsy Davy y Cressida Bonas fueron un gran sostén en sus horas más bajas y grandes compañeras a la hora de divertirse pero, según Harry, no pudieron soportar el acoso de la prensa. Tal vez tampoco pudieron soportar la personalidad avasallante y autodestructiva de Harry en esos años. Por suerte llegó Meghan Markle, una actriz estadounidense mucho más acostumbrada a los vaivenes de la fama.

Meghan parece haber sacado definitivamente a Harry de las sustancias pero no hay duda de que potenció la relación perversa con la prensa. Según el relato del libro, la pareja parece vivir en una miniserie por capítulos. A los enemigos sempiternos de Harry (la prensa, los Windsors, Guillermo) se suman los de Meghan: su cuñada Kate, su padre poco discreto y sus hermanas.

En uno de los “capítulos” los enemigos son los clientes de un supermercado. No era nuevo en la vida de Harry que ir al supermercado podía convertirse en una odisea por el acoso que sufría pero el relato de cómo Meghan y él se disfrazaban, hacen la compra por separado y se entienden por señas de una góndola a la otra denota que son bastante temerarios. Suponemos que tienen personal que puede hacer la compra por ellos y que en Londres los negocios brindan servicios online así que ese paso de comedia solo puede entenderse como una provocación para demostrar lo vivos que son a la hora de engañar a la prensa. Pero los paparazzi, que son más vivos que ellos, al final siempre acaban encontrándolos y así ellos comienzan a jugar el juego de escaparse y victimizarse.

La Reina es uno de los personajes mejor tratados en las memorias del segundo hijo del rey de Inglaterra

No podemos dejar de preguntarnos cómo hacían por esa época los demás miembros de las familias reales para andar tan tranquilos por la calle. En Londres, Kate suele ir con los niños al parque público cercano a su casa, lo mismo la princesa Victoria de Suecia en Estocolmo y Federico de Dinamarca en Copenhagen. Felipe y Letizia, reyes de España, suelen ir los sábados al cine y a cenar, y hace poco vimos a Máxima y su hija haciendo compras en un shopping. No entendemos por qué Harry y Meghan pasaron el primer tiempo de su relación mudándose cada seis semanas, cerrando las persianas a cal y canto, escondiéndose en el baúl del auto y disfrazándose para salir.

Tampoco se entiende si tan poco cómodos se encontraban en Inglaterra y tan felices parecían sentirse en Norteamérica por qué no fueron honestos y renunciaron a títulos y honores antes de casarse. Hubieran evitado el acoso y, sobre todo, el distanciamiento con su familia. Pero Harry quería otra cosa: vivir lejos y mantener sus beneficios.

Una y otra vez les aconsejó Carlos que no estuvieran pendientes de lo que los periódicos decían. Una y otra vez les pidió que no provocaran, que no contestaran y que no demandaran a la prensa. Que había pactos de no agresión con la prensa más o menos seria y que la prensa amarilla podía decir lo que quisiera porque igual la mayoría de la gente no les creía. Carlos sabía de lo que hablaba porque nadie había sido más insultado que su propia esposa y, sin embargo, al final del camino habían ganado, en silencio, la batalla y hoy Camila tiene una excelente imagen.

Hasta la boda todo parecía ir de maravillas. El cuarteto Guillermo –Kate y Harry-Meghan fue denominado por la prensa como “los Fabulosos cuatro”. Eran la encarnación perfecta del futuro de la monarquía. Pero duró poco. Harry desoyó todos los consejos y se puso en pie de guerra con la prensa. Decidió seguir reglas nuevas que nada tenían que ver con el protocolo del palacio de Buckingham, contrató un abogado particular, empezó a manejar sus propias redes sociales y a tener cada vez más exigencias. El quiebre fue cuando no comunicó a nadie, ni siquiera a su familia, que Meghan había empezado el trabajo de parto y había nacido Archie, su primer hijo. Lo hizo a su manera y la abuela y el papá se hartaron y le dijeron “estás adentro o estás afuera”. Ofendidos salieron una noche a hurtadillas para Canadá para recalar finalmente en California donde, por lo menos por el momento, parecen haberse asentado.

Por dinero o por catarsis (los dos motivos están sugeridos en el libro) comenzó el derrotero de Harry y Meghan por canales de televisión y editoriales para hablar pestes de sus enemigos ingleses de siempre. La única que se salvó fue la reina. Y el bucle aún hoy sigue rodando. Siguen siendo los protagonistas de esta serie real (por realeza y por realidad) en que la prensa los acosa y los contiene; se regodean en una especie de juego del gato y el ratón según les convenga.

En el último párrafo del libro, editado después de la muerte de la reina, Harry se encuentra a sí mismo. Gracias a Meghan ahora es un hombre y no un repuesto. Ojalá la sonrisa de nuestro Garrik del siglo XXI sea, de acá en más, sincera.

Harry formó su familia pero eso no lo alejó del escándalo

 

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