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Séptimo Día |UN DÍA COMO HOY, PERO DE 1750, MURIÓ EL ARTISTA GERMANO

Bach, eterno: la revolución del compositor que conquistó el Espacio

Provenía de una destacada dinastía de músicos que había florecido durante generaciones en Alemania. La NASA lanzó la sonda Voyager con el disco de los sonidos de la Tierra e incluyó los Conciertos de Brandeburgo

Bach, eterno: la revolución del compositor que conquistó el Espacio

Una estatua, en honor al compositor alemán, en Leipzig / Web

28 de Julio de 2024 | 07:28
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“En Bach todas las células esenciales de la música están unidas como el mundo lo está a Dios; nunca ha habido una polifonía más grande que esta”, supo decir Gustav Mahler, un compositor y director de orquesta austro-bohemio cuyas obras se consideran, junto con las de Richard Strauss, las más importantes del posromanticismo. Héctor Berlioz, el célebre compositor del romanticismo francés, una vez afirmó: “Bach es Bach como Dios es Dios”. Estas declaraciones, que podrían parecer exagerada a primera vista, captura la esencia de la veneración que Johann Sebastian Bach ha inspirado a lo largo de los siglos. No es una hipérbole, sino una verdad resonante en la historia de la música. Johann Sebastian Bach, el gran maestro de Leipzig, no solo dominó su época, sino que su legado ha trascendido el tiempo y el espacio, al punto de ser una de las pocas figuras humanas cuyas creaciones han sido enviadas al cosmos. En 1977, la NASA lanzó la sonda Voyager con el disco de los sonidos de la Tierra, incluyendo los Conciertos de Brandeburgo de Bach, permitiendo que su música no solo sea disfrutada por la humanidad, sino también, potencialmente, por seres extraterrestres.

Pero, ¿quién fue realmente Johann Sebastian Bach? ¿Qué constituye su enorme grandeza? Para responder a estas preguntas, debemos sumergirnos en su vida, su obra y el impacto que ha tenido en la música y la cultura mundial.

Johann Sebastian Bach nació en 1685 en Eisenach, una pequeña ciudad de Turingia, Alemania. Provenía de una destacada dinastía de músicos que había florecido durante generaciones en esta región. Los Bach eran sinónimo de música en Turingia; en la capital provincial, Erfurt, en el siglo XVIII, vivían 22 familias con ese apellido, todas dedicadas a la música. La palabra “Bach” en los archivos municipales se utilizaba indistintamente para referirse a los músicos, mostrando cómo la profesión y el apellido se habían entrelazado inseparablemente.

El abuelo de Johann Sebastian, Christoph Bach, era trompetista en Arnstadt, y su padre, Johann Ambrosius, también dedicó su vida a la música, sirviendo como trompetista y músico municipal en Eisenach. Es en esta ciudad donde nació Johann Sebastian, quien heredó y amplió la tradición musical de su familia.

La juventud de Bach estuvo marcada por la tragedia. Su madre falleció en 1694, y su padre poco después, en 1695. Huérfano a los diez años, Johann Sebastian se mudó a la casa de su hermano mayor, Johann Christoph, en Ohrdruf. A pesar de estas adversidades, Bach continuó su educación musical, copiando partituras de grandes maestros en las noches y perfeccionando sus habilidades en el órgano, el clavecín y el violín. Este periodo fue crucial para su desarrollo, ya que le permitió absorber influencias de los compositores más renombrados de la época.

En 1703, a los 18 años, Bach consiguió su primer trabajo como organista en la Iglesia Nueva en Arnstadt. Aunque joven, su talento era innegable. Sin embargo, su temprana carrera no estuvo exenta de dificultades. Bach no disfrutaba de la enseñanza, lo que generó tensiones con sus alumnos. Se dice que uno de ellos intentó apuñalarle con un estilete durante un paseo nocturno, un incidente que refleja los desafíos que enfrentó en sus primeros años profesionales.

En Arnstadt, se cree que Bach compuso una de sus obras más famosas, la Toccata y Fuga en Re menor, BWV 565, conocida popularmente como la “música de miedo” y asociada frecuentemente con la figura del conde Drácula en el cine. Esta pieza, con su icónico y dramático inicio, ha dejado una marca indeleble en la cultura popular y es un testimonio de su genio precoz.

A lo largo de su vida, Bach mostró un insaciable deseo de aprender y mejorar. En 1705, solicitó permiso para pasar cuatro semanas en Lübeck, donde asistió a los conciertos del renombrado músico Dietrich Buxtehude. Esta estancia se extendió a casi cuatro meses, mucho más de lo previsto, lo que provocó quejas en Arnstadt a su regreso. Las variaciones y mezclas de tonos que había aprendido confundieron a la congregación local, quienes no estaban acostumbrados a su estilo innovador.

En 1707, Bach se trasladó a Mühlhausen para ocupar el puesto de organista. Sin embargo, la ciudad había sido devastada por un incendio, y la comunidad estaba adoptando el pietismo, una corriente del protestantismo que no valoraba la música en las ceremonias religiosas. Estas circunstancias llevaron a Bach a buscar nuevas oportunidades en Weimar, donde en 1708 fue nombrado organista de la corte del príncipe de Sajonia-Weimar, Guillermo Ernesto. Este puesto le ofreció condiciones favorables para componer música sacra y desarrollar sus habilidades.

En Weimar, Bach esperaba suceder al director musical Samuel Drese tras su fallecimiento en 1717, pero el puesto fue otorgado al hijo de Drese. Desilusionado, Bach aceptó el título de director musical en la corte de Anhalt-Köthen. Sin embargo, su transición no fue fácil. El duque Guillermo Ernesto se ofendió por sus peticiones de permiso para cambiar de empleo y lo encarceló brevemente antes de permitirle asumir su nuevo cargo en Köthen en diciembre de 1717.

 

Bach consiguió su primer trabajo como organista en la Iglesia Nueva en Arnstadt

 

En Köthen, Bach disfrutó de una época de relativa estabilidad y felicidad. El duque Leopoldo, un joven soberano culto, mantenía una numerosa orquesta que le permitió a Bach componer algunas de sus obras más importantes. Sin embargo, esta felicidad fue interrumpida en 1720 con la repentina muerte de su esposa, María Bárbara. Viudo y con varios hijos pequeños, Bach se volvió a casar al año siguiente con Anna Magdalena Wilcke, una talentosa soprano que le apoyó tanto en su vida personal como profesional. Juntos tuvieron 13 hijos, aunque solo seis sobrevivieron hasta la adultez.

El creciente número de hijos y el deseo de proporcionarles una buena educación llevaron a Bach a buscar un nuevo puesto en Leipzig, donde en 1723 fue nombrado director musical de la iglesia de Santo Tomás. Este trabajo, aunque modesto en salario, ofrecía alojamiento y educación gratuita para sus hijos, lo cual era crucial para el bienestar de su familia. Bach permaneció en Leipzig hasta su muerte, un día como hoy, en 1750, enfrentando desafíos y conflictos con las autoridades eclesiásticas y municipales, pero también componiendo la mayor parte de su legado musical.

Uno de los momentos más destacados de su vida en Leipzig fue la composición de la Pasión según San Mateo, una obra maestra que, aunque inicialmente no muy conocida, ha llegado a ser una de las piezas más reverenciadas de la música sacra. Esta composición, junto con muchas otras, quedó en gran parte olvidada tras su muerte, permaneciendo en manuscritos dispersos y archivos privados.

El resurgimiento del interés por la obra de Bach se debe en gran medida a Felix Mendelssohn Bartholdy. En 1829, Mendelssohn dirigió una interpretación de la Pasión según San Mateo, marcando el comienzo de la redescubierta del legado de Bach. Este evento ayudó a popularizar sus composiciones entre nuevas generaciones y asegurar su lugar en el canon de la música occidental.

A pesar de la grandeza de su música, Bach no siempre tuvo el reconocimiento que merecía en vida. Tuvo encuentros y desencuentros con otros grandes músicos de su época. Uno de los episodios más intrigantes es su supuesto duelo musical con el clavecinista francés Louis Marchand, quien era muy respetado en la corte de Luis XIV. Según se cuenta, Marchand, al enterarse de la habilidad de Bach, evitó enfrentarse a él, dejando Dresde antes de la competición. Esta historia, aunque difícil de verificar, ilustra el respeto y el temor que Bach inspiraba en otros músicos.

 

A pesar de su grandeza, no siempre tuvo el reconocimiento merecido

 

Bach también intentó conocer a Georg Friedrich Händel, otro gigante de la música barroca. A pesar de sus esfuerzos, nunca lograron encontrarse. Bach admiraba profundamente a Händel y deseaba aprender de él, pero las circunstancias siempre conspiraron en su contra. Esta frustración refleja la sed constante de Bach por aprender y mejorar, una característica que definió su carrera y contribuyó a su genialidad.

En sus últimos años, Bach compuso algunas de sus obras más complejas y técnicas, como “El arte de la fuga” y “La ofrenda musical”. Estas piezas no solo demuestran su dominio técnico, sino también su capacidad para innovar y experimentar con formas musicales. Murió en 1750, tras una fallida operación ocular, dejando un legado que, aunque inicialmente olvidado, ha llegado a ser reconocido como uno de los más importantes en la historia de la música.

Hoy en día, la tumba de Bach en la iglesia de Santo Tomás en Leipzig es un lugar de peregrinación para músicos y aficionados de todo el mundo. Su influencia es incalculable, y su música sigue siendo una fuente de inspiración y estudio. La vida y obra de Johann Sebastian Bach son testimonio de un talento prodigioso, una dedicación inquebrantable y una pasión insaciable por la música que ha dejado una marca indeleble en la cultura humana.

Desde sus humildes comienzos en una familia de músicos en Turingia, pasando por las dificultades y logros de su carrera, hasta su redescubrimiento y celebración en la era moderna, Bach ha demostrado ser no solo un maestro de su tiempo, sino un genio atemporal cuya música continúa resonando a través de los siglos. Su historia es un recordatorio de cómo la grandeza puede surgir de la dedicación y la pasión, y de cómo el arte puede trascender las barreras del tiempo y el espacio.

Johann Sebastian Bach tocando el órgano, 1881 / Web

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