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Robótica para niños: cuando el objeto es la excusa

Desde proyectos escolares hasta talleres lúdicos para los más pequeños. De armar un robot con materiales reciclados, hasta programar prototipos complejos

Robótica para niños: cuando el objeto es la excusa

Mirta gasapri en uno de los talleres de robótica donde los chicos aprenden jugando con la mente y el cuerpo / Demian Alday

YAEL LETOILE
Por YAEL LETOILE

13 de Octubre de 2019 | 07:58
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Vibrabot es un bicho con patas de fibras de colores y cuerpo de botella de plástico que funciona impulsado por un pequeño motor a pila y una hélice de material reciclado. Cuando se mueve dibuja líneas de puntos en el piso, mientras Lorenzo –de ocho años y autor del prototipo– festeja a risotadas su creación.

El dominio de la técnica para construir robots sirve para estimular en los chicos otras áreas de conocimiento como las matemáticas, el lenguaje y hasta la motricidad fina, y constituye una herramienta para la inclusión de niños con capacidades diferentes.

De eso se trata la robótica educativa, una actividad diseñada para que los niños y niñas conozcan la tecnología desde el juego y se vinculen con ella no solo como consumidores sino como productores.

Recientemente incorporada al programa curricular de las escuelas primarias bonaerenses, la robótica educativa fue explorada inicialmente en la educación privada. En la Nueva Escuela Argentina (NEA), por ejemplo, después de una experiencia piloto en 2018, este año implementaron los espacios makers para la creación, reflexión y experimentación con ciencia, arte y tecnología para primaria y secundaria.

En esa línea, pero por fuera de la educación formal, docentes con larga experiencia en la temática lanzaron en 2019 Club Code, un ciclo de talleres en La Plata y City Bell donde chicos de entre 4 y 11 años aprenden a programar, y fundamentalmente, a pensar y a resolver problemas.

En un mundo donde las profesiones actuales corren riesgo de extinción, y las futuras pujan por instalarse, desarrollar algoritmos desde chicos y no sólo consumir a partir de ellos, no es ciencia ficción sino una realidad palpable y una oportunidad para producir conocimiento. Veamos.

EDUCACIÓN, INNOVACIÓN Y TRABAJO COLABORATIVO

La implementación de movimiento y diversos tipos de mecánicas, la exploración de circuitos electrónicos, el modelaje de prototipos, los sensores, la computación física y la programación en diversos niveles son algunos de los enfoques que integran el aprendizaje sobre robótica expandida que implementa la escuela Nea en inicial, primaria y secundaria.

“Cada ciclo tiene un acercamiento a la robótica y a sus lógicas”, explica Julieta Lombardelli, docente de nuevas tecnologías de la información (NTICXs) y coordinadora del nodo de Innovación en ciencia, arte y tecnología de la escuela. “El proyecto de robótica se diseña abarcando todos los niveles: inicial, primario y secundaria. A través de espacios makers, se desarrollan experiencias que atraviesan la programación, la robótica y la ciencia, integradas en una mirada con enfoque integrador desde el arte”, explica.

Se trabaja con materiales muy diversos. Desde elementos reciclados como plástico, cartón y tecnología obsoleta a diferentes modelos de robots con diseño sofisticados y complejos adaptados para la educación, como son diversos kits de robótica educativa, para ensamblaje y diseñada para facilitar la electrónica. Mientras que en el nivel secundario, se implementa el aprendizaje de electrónica sobre hardware libre.

¿El método? ¿Cómo motivan a los chicos? Fácil. “Una vez que se proponen las pautas para el trabajo, los docentes motivamos el trabajo en equipo y colaborativo, al tiempo que puedan ellos mismos realizar y proponer diseños robóticos. El objetivo es practicar el ejercicio de la creatividad y en ese sentido los chicos se muestran muy receptivos”, dice la docente.

El trabajo derivó en la inauguración de un club de robótica especializada con el que la Nea participó de la 47° Feria Provincial de Educación, Arte, Ciencias y Tecnología, que se realizó el mes pasado en Mar del Plata, representando a la región 1 en el Triatlón provincial robótico.

“Velocidad, lógica, fuerza, destreza son algunas de las competencias que logramos explorar, para lo que diseñamos nuestros primeros prototipos y a los cuales vamos a continuar expandiendo sus posibilidades”, se entusiasma Lombardelli, quien destaca que “la robótica educativa es una disciplina que está en pleno desarrollo a nivel global”.

“Resolver un algoritmo es resolver un problema y eso te sirve para la vida”

Mirta Gaspari
Especialista en robótica educativa

 

CLUB CODE, EL JUEGO DE CREAR

El Vibrabot de Lorenzo nació en Club Code, una iniciativa de las docentes Mirta Gaspari y Claudia Petito, que funciona desde principios de año en La Plata y City Bell, destinada a chicos de entre 4 y 11 años.

Con 23 años de experiencia en Informática Educativa y en la enseñanza transversal de las TICs, Gaspari enseña desde qué es una orden aleatoria para el manejo del cuerpo a través del juego Twister hasta el armado de un robot y su programación.

En las clases arrancan desde lo más básico y lo único que hace falta es tener ganas y predisposición. Eso sí: les tiene que gustar la informática. “Unos nenes vienen con la idea del robot, lo arman y no quieren programar, ahí me pongo en maestra ciruela y les explico la diferencia entre armar un robot y automatizarlo y armar un juguete”, explica Gaspari, también especialista en Robótica Educativa de Rasti.

Para explicar las órdenes aleatorias a los más pequeños, la docente despliega una gran cantidad de recursos pedagógicos que van desde usar el cuerpo con el Twister –el juego donde una ruleta indica las posiciones que el jugador debe adoptar sobre un tablero de colores–, hasta el diseño de un videojuegos.

“Como docentes sabemos que lo que se aprende con el cuerpo, no se olvida. Hacemos muchos juegos con el cuerpo, donde hay que resolver problemas a través de un algoritmo, pensar y resolver”, explica Gaspari.

Un ejemplo: usan una alfombra donde hay que sortear objetos y los compañeros alrededor dan las órdenes: avanzar, retroceder, girar a la derecha o a la izquierda. “De esa forma incorporan nociones espaciales. Tiene que ver con la lateralidad con el cuerpo. Los videojuegos son excelentes para eso, pero también es importante el juego físico. Resolver un algoritmo es resolver un problema y eso te sirve para la vida cotidiana”, afirma la docente.

La enseñanza transversal de la tecnología que hoy está en auge, se enmarca conceptualmente en el método ABP (aprendizaje basado en proyectos), un modelo global que hace hincapié en el protagonismo del alumno y su capacidad de aprender a aprender. También se estimula la autoestima, la colaboración y las habilidades sociales e incluye todas las áreas: se puede trabajar tecnología con música, con plástica, sociales, naturales, matemáticas o prácticas del lenguaje.

DECONSTRUIR EL ALGORITMO

“Si te digo: hacé un te. ¿Qué pasos tendrás que ejecutar? Calentar agua, tomar una taza y un saquito de té, verterla cuando esté hirviendo”, explica didáctica Gaspari y añade “ese es el algoritmo que uno tiene en el cerebro, y lo hacemos automáticamente”.

Pero faltó cómo se prende el fuego, qué tiempo hay que esperar para que hierva el agua, dónde estaba la taza, cómo abrir la canilla y cuánta azúcar llevaba. Al robot, hay que darle órdenes bien acotadas y específicas, distingue ante los chicos la docente y destaca la importancia de enseñar a partir de situaciones de la vida cotidiana.

ROBOT NO ES JUGUETE

Con cualquier cosa se puede hacer un robot, puede ser un básico o hasta un kit de Rasti. Uno arma el prototipo y sino lo programa es un juguete, porque el robot es la materialización de la programación, la generación del algoritmo. La diferencia fundamental entre un juguete y un robot es la placa Arduino (software libre), en donde se carga el programa elaborado previamente.

El robot utilizado con fines pedagógicos permite que el chico llegue a otros aprendizajes a través del objeto. El robot es una excusa, un incentivo más para aprender otras cosas. Que permite también la inclusión, porque hay chicos con dificultades en el lenguaje o dislexia, por ejemplo, que no podrían programar y sin embargo, lo logran a través del juego guiado.

 

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Mirta gasapri en uno de los talleres de robótica donde los chicos aprenden jugando con la mente y el cuerpo / Demian Alday

Los alumnos de la nea representaron a la región en el triatlón provincial robótico

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