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La Ciudad |El promedio para el periodo 2014-2018

Los estudiantes tardan unos 8 años en graduarse en la Universidad de La Plata

La carrera en la que más demora se registra es la de Profesorado de Historia, con 11,5 años. En las tradicionales como Medicina y Derecho, egresan entre los 10,1 y 8,7 años, según las estadísticas oficiales. La más rápida, Profesor en diseño multimedial: 2,2 años

Los estudiantes tardan unos 8 años en graduarse en la Universidad de La Plata
1 de Julio de 2019 | 03:26
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Menos de 3 de cada 10 ingresantes se gradúan a tiempo en las universidades públicas argentinas. El indicador es apenas mejor en las instituciones privadas, donde un 35,6% de los aspirantes egresa en un plazo de entre cinco y seis años. Los datos, relevados por la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación, corresponden al lapso 2017-2018 y son un espejo de lo que también ocurre en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP): aquí, los alumnos tardan, en promedio, unos 8 años en finalizar una carrera. Es un 60% más que su duración teórica.

Si se analiza por fuera de ese promedio se advierte que en carreras como Profesorado en Historia los alumnos demoran un 130% más en completar sus cursos de grado que lo que establece su plan de estudios (promedian los 11,5 años, sobre 5). En otras, como Medicina, los estudiantes se extienden un 68% más de lo que deberían (10,1 años, sobre 6). En el otro extremo se encuentran los profesorados de Diseño Multimedial o Artes Audiovisuales de la Facultad de Bellas Artes, donde la duración promedio supera apenas los 2 años.

Los datos de la UNLP, pertenecientes al período 2014-2018, hablan de “promedios -aclara el secretario de Asuntos Académicos, Aníbal Viguera-. Hay casos en los que la presencia de egresados con duraciones de carrera extremas eleva el promedio hacia arriba sin ser representativos de lo que ocurre con la mayor parte de los estudiantes”, y explica que “los títulos con una duración promedio particularmente baja tienen que ver con carreras que incluyen dos variantes -en general licenciatura y profesorado-, con un tronco de materias comunes entre ambas. Muchos estudiantes se anotan en una de ellas cuando tienen ya muy avanzada la otra, por lo que en una de ellas, la duración resulta muy menor”.

Para la mayoría de los decanos consultados por EL DIA, la extensión en los plazos es motivo de preocupación en sus facultades, mientras que a la hora de buscar causas que expliquen el fenómeno apuntan principalmente a la crisis económica -son más los alumnos que trabajan- y a un nuevo modelo de estudiante universitario. Pero también hay quienes disparan contra las condiciones de regularidad más livianas -que rigen desde la última modificación a la Ley de Educación Superior- e insisten en la necesidad de reforzar las exigencias para revertir el desfile de alumnos crónicos, que tardan mucho en recibirse, cuando no desertan.

Atacar el desgranamiento o la prolongación de la permanencia de los alumnos implica “trabajar fuertemente en tres variables: ingreso, retención y egreso”, sostiene el decano de la facultad de Ingeniería, Horacio Frene, y reconoce la importancia de vincular la Universidad con el nivel medio: “El alumno mal formado tarda dos o tres años en nivelarse”. Destaca Frene que gracias a la artículación entre docentes de Ingeniería y profesores secundarios de matemáticas se logró mejorar la enseñanza en los colegios, y eso redundó en reducir los plazos de duración de las carreras, que no obstante promedian los 8 años.

Los tiempos se alargan en Ingeniería Industrial, Electrónica y Aeronáutica, con mayor cantidad de alumnos. Para Frene, es una cuestión de sentido común que se explica en que “las cursadas más numerosas generan mayor dispersión, mayor probabilidad de desaprobados”. En cambio, “las menos numerosas posibilitan una mejor relación entre docentes y alumnos, por lo que generalmente los estudiantes logran achicar los plazos de graduación”.

Para la decana de la facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Ana Julia Ramírez, existen múltiples variables que explican la brecha entre los plazos que establece un plan de estudios y lo que finalmente tardan los alumnos en graduarse. Entre otras, enumera “los tiempos de preparación de los exámenes, la reprobación de materias, los -cada vez más- estudiantes que trabajan o son padres y madres, cuya disposición al estudio debe ser compartida con otras responsabilidades y eso alarga las carreras”.

El decano de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Miguel Oscar Berri, apunta a la coyuntura económica: “Una cosa es el que trabaja para mantener a su familia y además estudia y otra el que sólo estudia”.

La decana de la facultad de Informática, Patricia Pesado, desliza que todo depende “de la disponibilidad de cada alumno para dedicarse full time a la carrera” y que “es muy común que nuestros estudiantes comiencen a trabajar antes de recibirse. Las carreras vinculadas a la disciplina informática cuentan con una amplia salida laboral”. Agrega Pesado que “en general, la industria requiere más informáticos que los que egresan, con lo cual, suele suceder que en los últimos años de la carrera comiencen a trabajar en la disciplina y retrasen sus estudios. Así mismo, es importante destacar que las empresas de software consideran valiosa la graduación de sus empleados y colaboran en este sentido”.

“En Agrarias terminan de cursar, se van, no entregan el trabajo final y estiran los plazos”

“En Medicina, cada dos años se pierde la vigencia del 50 por ciento de los conocimientos”

En la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, donde la duración nominal de sus carreras es de 5 años y se estiró hasta los 11, la cuestión también disparó alarmas. Para su decano, Ricardo Andreu, el principal motivo puede deberse a la incorporación de un trabajo final en la última modificación al plan de estudios: “Los chicos terminan de cursar, se van y no entregan el trabajo final, con lo que la carrera se estira sin motivo”. Por eso es que ya se cranea un cambio al currículo.

La vicedecana de la unidad académica de 60 y 119, Sandra Sharry, agrega los factores socioeconómicos: “De acuerdo a nuestros sondeos, más estudiantes tienen que trabajar, por lo que el ritmo de las cursadas es más lento y se atrasan”. Esos casos, señala, exceden lo académico: “Es como elegir tu propia aventura; no podemos intervenir demasiado si el estudiante acarrea problemas económicos, sociales o familiares”. Hay, sin embargo, otras variables a corregir, como lo es el desfasaje entre los saberes del secundario y la Universidad, que también traccionarían en el retraso de la carrera: “A través de diversos programas de acompañamiento no enfocamos en esa transición, pero también en la permanencia y en el egreso”.

Ramírez se detiene en otro punto. “Hay casos en que los y las estudiantes interrumpen sus trayectorias y retoman sus estudios muchos años después. Este tipo de casos son mucho más habituales de lo que comúnmente se cree y, en su mayoría, son los que suben los años promedios de egreso”.

En la facultad de Ciencias Médicas hay quienes son especialmente críticos con las condiciones que deben respetar los alumnos para mantener su regularidad, las cuales dependen de cada facultad. Por caso, quienes componen la mayoría del claustro de profesores en el Consejo Directivo cuestionan la decisión de reincorporar a la carrera a alumnos independientemente del tiempo que haya transcurrido sin que aprueben ninguna materia y sin necesidad de actualizar sus conocimientos: “Antes, quienes hacía 5 años o más que no habían aprobado alguna asignatura debían pasar por los departamentos para actualizar los conocimientos y después aprobarlos en un examen. La bibliografía dice que en Medicina cada dos años se pierde la vigencia del 50% de los conocimientos”, advierte un exfuncionario de la facultad de 120 y 60, que también defiende los exámenes de ingreso para mejorar el nivel académico y acortar la duración de la carrera. Las estadísticas demuestran que con los límites a la admisibilidad se lograron reducir los plazos de graduación a poco más de 7 años, contra los más de 10 actuales.

El excedente en el tiempo de egreso no es un fenómeno nuevo en la UNLP. Desde hace más de una década, los alumnos tardan entre 8 y 9 años en graduarse. Es un fenómeno que viene “de arrastre”, dice Berri, coloca el punto de partida en la gran crisis de 2001.

Demasiados años como para no actuar en consecuencia. Viguera asegura que una de las prioridades de la UNLP es desarrollar políticas académicas que contribuyan a mejorar el rendimiento académico de los alumnos y a que puedan culminar exitosamente sus estudios. En este sentido, destaca “el programa de rendimiento académico y egreso, a partir del cual las facultades implementan tutorías para estudiantes de primer año, cursadas de verano, implementación de bandas horarias para facilitar la organización de los horarios de cursada -con prioridad para quienes trabajan-, cursos o talleres de preparación para rendir exámenes finales, talleres de apoyo a la realización de trabajos finales, entre otras políticas”. También, menciona las estrategias destinadas a estudiantes con un alto porcentaje de materias aprobadas que han dejado de cursar o rendir en los últimos años, procurando que puedan retomar sus estudios y terminar su carrera”.

“A veces siento que se agotan las estrategias”, admite Frene, y enfatiza sobre la necesidad de “estar encima del alumno. Hace poco relevamos a los alumnos que adeudaban pocas materias y comenzamos a llamarlos para que terminen las carreras. Si los apurás y les das un llamado de atención alterás la rueda viciosa”, se convence.

Luego de aclarar que “hasta los más disciplinados” se exceden más allá de los 5 años, Ana Julia Ramírez apunta que “las instituciones universitarias tienen que estar muy atentas a todas las variables que intervienen en las trayectorias estudiantiles”. Y, aunque sostiene que es “difícil” pensar en soluciones con efectos inmediatos, confía en que las políticas académicas en marcha puedan contribuir a mejorar el rendimiento y los tiempos de egreso. Al menos, en el mediano plazo.

Las más elegidas
Medicina, Derecho y Humanidades son las facultades más elegidas. Para Humanidades, el promedio para recibirse entre las más de 20 carreras que dicta es de 7,4 años; para abogado 8,7 años: y para Medicina 10,1 años.

 

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“Las carreras menos numerosas posibilitan una mejor relación entre docentes y alumnos. En estos casos, en general, los estudiantes logran achicar los plazos de graduación” Horacio Frene Decano facultad de Ingeniería

“La situación económica explica que los alumnos tarden tanto en recibirse; los que tardan menos es porque están en una posición más ventajosa” Miguel Oscar Berri Decano facultad de Derecho

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