Isabel II y su máxima: “Se es tan joven o viejo como uno se siente”

You are as old as you feel. Grábense a fuego esta frase los lectores porque será el conjuro que deberán repetirse una y otra vez para tener una vida sana, plena y larga. Por lo menos así lo cree la reina Isabel II de Gran Bretaña quien, a sus 95 años, se mantiene en plena forma.

Sabrán perdonar que comencemos esta reseña con una frase en inglés pero nos pareció importante que la leyeran tal como ella la dijo. La traducción es: tú eres tan viejo como te sientes. O tan joven, claro… Veamos en qué circunstancias la reina hizo gala esta claridad de pensamiento.

Isabel II piensa seguir cabalgando, viajando y manejando su Land Rover

El pasado 18 de octubre la nuera de la reina, Camila, entregó el premio The Oldie of the Year a un grupo de adultos mayores que habían hecho alguna contribución a la sociedad. Camila, de 74 años, expresó en su discurso que, a pesar de que haya algunos pequeños contratiempos, la vejez tiene la ventaja de que se tiene más tiempo para leer, que es gratificante ver crecer a los hijos y que es muy agradable jugar con los nietos y saber que ellos volverán a sus casas después de la visita, una ironía esta última con la que su suegra, seguramente, estaría de acuerdo.

Claro que en lo que no coincidirían es en ese concepto apacible que Camila tiene de lo que debe ser la vida de un adulto mayor. Si su nuera quiere quedarse junto a la chimenea, allá ella, pero Isabel II piensa seguir cabalgando, manejando su Land Rover, viajando y manteniendo una agenda tan o más tupida que monarcas de la mitad de su edad.

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Respuesta de Isabel II a The Oldie / Web

NO LE CAYÓ EN GRACIA

Con esa vitalidad parece que no le cayó nada en gracia cuando, en agosto pasado, recibió una carta en la que el editor de The Oldie Magazine le pedía que aceptara la distinción de ser una de las “viejas del año”. La respuesta, firmada por su secretario privado, fue tajante: “Estimado señor Brandreth: Su Majestad cree que se es tan mayor como uno se sienta, de modo que ella no cree encajar en el criterio que se tiene en cuenta para este premio y no considera que deba aceptar. Le desea que encuentre mejores candidatos”. (O sea, como no me considero vieja, no creo merecer esta distinción y, de paso, le deseo suerte, señor Brandreth, en la búsqueda de algún carcamán que sí lo acepte).

Y con esta carta la reina zanjó el tema. Se habrá acordado, sin duda, de cuando hace diez años fue su esposo, el duque de Edimburgo, el galardonado como The Oldie of the Year. Felipe, en esa oportunidad, dio una respuesta cargada de ironía: “No hay nada como la nominación a este premio para recordar que los años pasan cada vez más rápido y que estamos comenzando a caernos. Pero es bueno ser recordado, de todas formas”. No rechazó el galardón pero tampoco se presentó nunca a retirarlo.

ACHAQUES

La reina Victoria, sobrina de Jorge, tuvo una vida más apacible aunque no por eso fue más feliz

Es verdad que la reina tuvo algunos pequeños achaques en las últimas semanas. Primero la vimos por primera vez usar bastón, luego canceló un viaje a Glasgow y, finalmente, desde la oficina de prensa comunicaron que había tenido que permanecer una noche en el hospital pero que ya estaba reponiéndose en su castillo. Lo peor es que le sugirieron que prescinda de su Martini diario. Las alarmas saltan en todo el mundo cuando la reina enferma, pero por suerte parece estar recompuesta y, por ahora, Carlos, de 73 años, va a tener que seguir esperando su oportunidad de reinar. Si la cosa sigue así, el trono va a pasar directamente a su hijo Guillermo o, incluso, a su nieto Jorge. Con la reina nunca se sabe.

Isabel II es un caso único. Ninguno otro jefe de estado ha llegado a cumplir 95 años estando en funciones. Claro que no es la más longeva de la familia. Recordemos que su marido, Felipe, tenía casi 100 cuando falleció en abril pasado y su madre llegó a cumplir 101 años.

Isabel II con bastón en un acto reciente / Web

Aunque hoy no los consideraríamos tan mayores, en el siglo XIX dos ancestros de Isabel fueron también longevos. El rey Jorge III y la reina Victoria fallecieron ambos a los 81 años luego de reinados larguísimos y de vidas intensas. Es cierto que ninguno de los dos llegó a esa edad con la vitalidad de Isabel.

Jorge III sufría de porfiria, una enfermedad en la sangre que le causaba prolongados estados de enajenación mental. Confundía aves con soldados e intentaba formarlos en fila, discutía con árboles creyendo que eran personas y daba órdenes totalmente inconexas. Finalmente, en la Navidad de 1819 habló durante 58 horas sin parar al cabo de las cuales, calló, entró en coma y murió.

Retrato de la reina Victoria / Web

La reina Victoria, sobrina de Jorge, tuvo una vida más apacible aunque no por eso fue más feliz. Quedó viuda a los 42 años y nunca pudo superar la muerte de su esposo. Se recluyó años en palacio y mantuvo luto hasta el fin de sus días. Claro que nada de esto le impidió manejar la vida de toda su extensa familia y cumplir con las funciones del cargo. Dio nombre a una era, la victoriana, que se caracterizó, entre otras cosas, por ser muy pacata en las formas pero bastante libertina en los fondos. Y es que la moral impoluta de Victoria era, sencillamente, imposible de alcanzar. Ni siquiera para su familia que la contentaba con sus palabras y después, por detrás, hacía lo que se le cantaba. Victoria, aunque fue una viejita caprichosa, estuvo lúcida hasta el final y su familia y su pueblo se sintieron realmente huérfanos a su muerte, en 1901.

Jorge III sufría una enfermedad que le causaba estados de enajenación mental

DESGRACIAS

Contemporáneo a Victoria fue el emperador Francisco José, un Habsburgo que reinó en el imperio austro-húngaro durante casi 70 años. Si a los lectores no les suena su nombre bastará decir que fue el devoto esposo de la emperatriz Isabel, más conocida como Sissí. No cabe duda de que el emperador amaba a su esposa y sufrió sus desvaríos, sus escapadas y su extremo narcisismo. Incluso podríamos decir, su desamor. Se consoló con numerosas amantes que, incluso, eran elegidas por su solícita esposa. Francisco José era un hombre abocado al cumplimiento de sus deberes, recto y muy conservador. Estaba convencido de que su poder provenía de Dios y nunca quiso hacer grandes cambios en su imperio. Una serie de desgracias familiares lo dejó sin descendencia directa y tuvo que nombrar como sucesor a un sobrino. Sus últimos años no fueron nada tranquilos. Vio como su hijo y heredero se suicidaba, su esposa era acuchillada por un anarquista, el mundo se derrumbaba y Francisco Fernando, su sobrino y heredero, era asesinado en Sarajevo provocando el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Falleció en 1916, en plena guerra y pocos meses después su imperio desapareció. Tenía 86 años.

Retrato del emperador Francisco José / Web

Aunque, por el carácter vitalicio de la institución, es lógico que en los países monárquicos los jefes de estado estén en ejercicio aún cuando son mayores, se registran casos similares en algunas repúblicas. Inolvidable es la figura de Simón Peres que a los 84 años fue elegido presidente de Israel, cargo que ejerció hasta los 91 años. Peres, quien falleció en 2016 a los 93, había sido ya primer ministro y había sido galardonado con el premio Nobel de la Paz.

Juan Carlos I, el rey emérito de España / Web

Los adelantos en ciencias como la gerontología y una buena genética han logrado que monarcas como Juan de Luxemburgo y Miguel de Rumania hayan llegado a vivir casi hasta los 100 años pero ninguno de los dos lo ha hecho en funciones y tan lúcidos como su prima, la reina Isabel II de Inglaterra. Los actuales monarcas, incluso aquellos que han abdicado, rondan los 80 años. Margarita II de Dinamarca, de 81 años, y Harald V de Noruega, de 84, siguen en el trono; Alberto de Bélgica, de 87, ya abdicó y ahora está digiriendo que tuvo que aceptar la paternidad de Delphine, una hija que tuvo con una de sus tantas amantes y, finalmente, el rey Juan Carlos de España o mejor dicho, de Arabia, de 83, fue repudiado por su hijo por malos manejos financieros y lo mandaron a Abu Dabi sin boleto de retorno. Justamente en estos días es noticia y no por su decrepitud sino, precisamente, por su excesiva vitalidad: un exjefe de policía (que ventila intimidades reales para salvarse de que lo imputen de algunos delitos), ha declarado que el servicio secreto español tuvo que tomar la determinación de inyectar al rey hormonas femeninas y bloqueadores de testosterona para controlar su libido. Parece que su fogosidad se había convertido en un asunto de estado. Veremos, primero, si esto es verdad, y, de serlo, si tanta actividad sexual reditúa en muchos años más de vida. Ojalá así sea.

Francisco José era un hombre abocado al cumplimiento de sus deberes, recto y muy conservador

Mientras tanto la “joven” reina Isabel II se prepara para, en 2022, soplar 96 velitas y celebrar sus 70 años en el trono. Su sonrisa, su equilibrio, su fina ironía y sus cristalinos ojos azules nos acompañarán, seguramente, por varios años más. Aunque suene como una obviedad decimos, desde estas páginas, ¡larga vida a la reina!