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Séptimo Día |UNA OBRA QUE ROMPE CON EL “SECRETISMO” DEL VATICANO

Francisco: “A las neurosis hay que cebarles mate...”

“La salud de los Papas”, el libro de Nelson Castro. Entrevista al actual pontífice argentino. Pasión y muerte de otros sucesores de Pedro: los casos de Juan Pablo I y Juan Pablo II

Francisco: “A las neurosis hay que cebarles mate...”

Juan Pablo II, durante una de sus internaciones / Foto: Cordon Press

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

28 de Marzo de 2021 | 07:23
Edición impresa

“Nelson, le recuerdo que usted tiene que escribir un libro sobre la salud de los Papas en el que yo voy a hablar sobre mis neurosis”. Tales palabras se las dijo a un perplejo Nelson Castro el actual Papa Francisco en Roma, hace cuatro años, y si se quiere son las que sobresalen en la obra que acaba de salir a la venta compuesta por el conocido periodista y médico, titulada justamente “La salud de los Papas” (Sudamericana, 2020).

El libro rompe con el conocido “secretismo” del Vaticano, vigente durante siglos para consolidar la estructura `política de la Iglesia, su estilo de ser como organización humana. En ese contexto de reticencias y rígidos protocolos, el estado de salud de los sucesores de Pedro fue un tema tabú, rodeado algunas veces de intrigas, complots y veladas sospechas.

La investigación de Castro le permite al lector percibir la densa atmósfera del Vaticano, trasponer cortinados, biombos y puertas antes infranqueables para conocer, por primera vez, la intimidad de las enfermedades papales. Acaso, en ese contexto, la continuidad de los “cónclaves” como fórmula enigmática de elección de los pontífices ejemplifica esa característica del “segretum” ( del latín separar, distinguir, reservar) y por ello el libro de Castro, que logra perforar una roca de más de dos mil años, dará que hablar en muchas partes.

La entrevista con Francisco resulta imperdible. “A las neurosis hay que cebarles mate, le dijo Bergoglio a Castro, en un reportaje en el que por primera vez un pontífice habló abiertamente sobre su salud y se explayó sin límites sobre sus enfermedades psicofísicas.

Así, Bergoglio detalló sobre su historia clínica: un cuadro pulmonar severo, problemas digestivos, fiebres recurrentes, una delicada afección vesicular, un preinfarto y acerca de su asistencia durante medio año al consultorio de una psiquíatra. En ese último caso, la doctrina cristiana y la teoría de Freud de la mano: “A lo largo de esos seis meses me ayudó a ubicarme en cuanto a la forma de manejar los miedos de aquel tiempo..”.

“El tratamiento con la psiquiatra me ayudó además a aprender a manejar mi ansiedad y evitar el apresuramiento a la hora de toma decisiones”, fue una de las sorprendentes referencias que ofreció Francisco, de las que se transcribirán otras más adelante.

Graduado de médico con honores en la Universidad de Buenos Aires, columnista político de Perfil, conductor de televisión, con una carrera periodística en la que cubrió episodios periodísticos de relevancia mundial –como el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York-, Castro ya había escrito varios libros sobre temas públicos, algunos sobre la salud de los gobernantes. Así están Secreto de Estado, La verdad sobre la salud de Cristina Fernández de Kirchner, Los últimos días de Eva, Historia de un engaño, Enfermos de poder: la salud de los presidentes y sus consecuencias, La sorprendente historia de los vicepresidentes argentinos y Los secretos de los últimos días de Perón.

En el caso del libro de los Papas, el criterio que siguió Castro –con quien colaboró la investigadora Marina Artusa, que exploró durante dos años los 85 kilómetros de estantes del Archivo del Vaticano- fue que el libro debía empezar con el Papa León XIII “por el nivel de desarrollo científico que alcanzó la medicina desde el comienzo del siglo XX”. Así, siguió con Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I –“el de la muerte impredecible e intrigante”, Juan Pablo II –el de la interminable agonía-, Benedicto XVI y el argentino Bergoglio, el que le ceba mates a las neurosis.

“El tratamiento con la psiquiatra me ayudó además a aprender a manejar mi ansiedad”

 

“La indagación fue ardua, trabajosa y difícil. A medida que fueron apareciendo los datos, la escritura del libro se transformó en algo verdaderamente emocionante. Uno de los pormenores que el lector encontrará es el detalle de los varios papas que pensaron en renunciar a causa de sus problemas de salud”, dice Castro.

“A lo largo de la obra se suceden las intrigas, que aún hoy se tejen alrededor de la muerte de Juan Pablo I, el calvario de Juan Pablo II, la hipocondría de Pío XII y los disparates de su médico, el doctor Galeazzi-Lisi, los cabildeos acerca de la operación de próstata a la que fue sometido Paulo VI, la falsa noticia del fallecimiento de Benedicto XV, la agonía de Juan XXIII, la falta de fuerzas que llevó a la renuncia a Benedicto XVI, la leyenda del envenenamiento de Pío XI, el dolor de la primera guerra que llevó a la tumba a Pío X y la longevidad de León XIII”, añade.

FRANCISCO

En la entrevista al Papa Francisco, que ocupa veinte de las 286 páginas del libro, se ofrecen testimonios del pontífice sobre su candidatura, del cónclave que lo eligió, de los primeros días de papado de Bergoglio y luego de sus condiciones de salud, con precisiones médicas inesperadas. Habla también de sus estados de tristeza, de su vida sacerdotal, de sus sueños y pesadillas, de sus enojos.

Y claro, de las neurosis, a las que hay que cebarles mate: “No sólo eso, hay que acariciarlas también. Son compañeras de la persona toda la vida. Recuerdo una vez haber leído un libro que me interesó mucho y me hizo reír a carcajadas. Su título era “Alégrese de ser neurótico”, del psiquiatra estadounidense Louis E. Bisch. Es algo que comenté en la conferencia de prensa que di en el viaje de regreso de Seúl a Roma. Dije “soy muy apegado al hábitat de la neurosis” y agregué que después de esa lectura decidí cuidarlas. Es decir, es muy importante saber dónde chillan los huesos. Dónde están y cuáles son nuestros males espirituales. Con el tiempo uno va conociendo sus neurosis” respondió el Papa

Castro le replicó que hay neurosis ansiosas, depresivas, reactivas y postraumáticas. ¿Cuál o cuáles son las suyas?, le preguntó.

“La neurosis ansiosa. El querer hacer todo ya y ahora. Por eso hay que saber frenar. Hay que aplicar el célebre proverbio atribuido a Napoleón Bonaparte “vísteme despacio que estoy apurado”. Tengo bastante domada la ansiedad. Cuando me encuentro ante una situación o debo enfrentar un problema que me produce ansiedad, la atajo. Tengo distintos métodos para hacerlo. Uno de ellos es escuchar Bach. Me serena y me ayuda a analizar los problemas de una manera mejor. Le confieso que con los años he logrado poner una barrera a la entrada de la ansiedad en mi espíritu...”.

OTROS PAPAS

El médico del Papa Paulo VI (Giovanni Montini), muerto en 1978, fue entrevistado 26 años después por el vaticanista Benny Lai, que reprodujo en un diario su entrevista al profesor Mario Fontana. El hombre le preguntó al médico de Paulo VI por qué no lo habían internado en un hospital., que tuviera una unidad de cuidados intensivos (ya que el Vaticano no dispone aún de ese tipo de equipamiento). Fontana le contestó: “Yo no puedo hospitalizar a un papa como a un hombre común, en una sala de reanimación de un hospital”.

“Hay que aplicar el proverbio atribuido a Napoleón: “Vísteme despacio que estoy apurado”

 

El libro de Castro ofrece ese detalle, ciertamente insólito. Que casi se convirtió en tragedia con Juan Pablo II, cuando este papa viajaba en el Papamovil en la plaza San Pedro. Una multitud lo saludaba y agitaba banderitas de su país y las del Vaticano. En ese clima de enorme bullicio aparece el terrorista turco Ali Agca que se abre paso, se acerca al entonces rozagante Wojtila, le apuntó con su pistola Browning y le efectuó seis disparos a quemarropa. En medio del estupor, la custodia ordenó a la comitiva acelerar el papamóvil “y en lugar de dirigirse a un centro médico de alta complejidad, insólitamente puso rumbo al Palacio Apostólico. Fue un grueso error que pudo costarle la vida a Juan Pablo II”. Era el “secretismo” vaticano haciéndose cargo.

Allí, en el Palacio Apostólico le realizaron un rápido examen físico. Alguien advirtió que el pulso de Juan Pablo II era débil y se tomó la decisión: subieron al Pontífice a una ambulancia y en ocho minutos estaba internado en el policlínico universitario romano, Agostino Gemelli. El texto de Castro relata, con impresionante fidelidad, el curso de la operación que se le practicó. El “atleta de Dios” se salvó y fue el primero que cruzó las fronteras vaticanas para ser curado en un hospital de Roma.

El caso de Albino Luciani –el “Papa de la sonrisa”, elegido en 1978, cuyo pontificado duró un mes, concluyó en una sospechosa muerte (se habló de un envenenamiento) que conmovió al mundo. Esa muerte y las conjeturas que alentó están descriptas en detalle por el documentado texto de Castro. Veinte años más tarde la prestigiosa revista alemana “Der Spiegel”, en un artículo titulado “Cantidad letal” reinstaló la teoría del envenenamiento, que habría sido ordenado una mafia de banqueros .

La soledad de cada uno de los Papas. El saber que no podrán retirarse como curas sencillos, en algún tranquilo hogar. Que no son tratados ni curados como personas comunes. Más allá de la fe religiosa que pueda sostenerlos, comprender que muchas veces no pueden hacer nada contra las guerras, el dolor humano y las muertes injustas. Estar rodeados por el cariño y la expectativa de multitudes y, al mismo tiempo, sentirse subidos a un trono que los aísla.

Así cierra su libro Nelson Castro. Recordando la figura de Francisco impartiendo hace poco su bendición en época de pandemia, frente a la solitaria columnata de Bernini: “Las imágenes del Sumo Pontífice desplazándose por la nave central de la Basílica de San Pedro, absolutamente vacía e impartiendo desde su ventana la bendición urbi et orbi ante una plaza totalmente desierta dieron la vuelta al mundo y son ya parte de la Historia”.

 

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Nelson Castro se mete de lleno en la salud de los papas / web

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