Presencialidad escolar: el caótico retorno a las aulas

¡Volvieron las clases presenciales! Pero... ¿volvieron? Bueno, parcialmente. Por un lado, el sistema presencial con protocolos anti Covid implica que la mayoría de los alumnos de nivel inicial y del primer al tercer ciclo concurran a la escuela en forma intermitente: una semana sí, otra no. Algunos, dos semanas no, una sí. Eso, teniendo en cuenta las instituciones que pudieron empezar con ese esquema. Numerosas escuelas públicas todavía no han retomado la presencialidad por problemas de infraestructura. Por dar apenas un ejemplo entre los muchos que han poblado cotidianamente las páginas de este diario, la Escuela 8 de La Plata tiene su caldera averiada, y por las condiciones climáticas continúa dictando clases con la modalidad virtual.

“Llevamos a ella primero y después a él, que llega diez minutos tarde. No nos dan los horarios”

En este océano de particularidades, sostener la marcha educativa de los hijos se ha tornado para los padres un tormento diario. Los horarios no coinciden con los de ningún trabajo; quienes envían a los chicos a dos entidades diferentes deben hacer piruetas en tiempo y espacios para poder cumplir, y la continuidad de los encuentros por Zoom obliga a seguir guiándolos con los contenidos.

Mariana Mogetta es maestra de la escuela “Santa Lucía” de Tolosa y aprendió el año pasado a manejar el Zoom

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MODO PRESENCIAL Y MIXTO

Romina Mastrángelo es mamá de Santino (11) y Francesca (5), que concurren al 6to año de Raíces de Gonnet y a la salita de 5 del Colegio de Estudiantes de La Plata, respectivamente. “Santi va una semana de mañana, presencial, de 8 a 12, vuelve, almuerza y tiene los talleres por Zoom. Fran va presencial, de 7.50 a 11.35. La llevamos a ella primero y después lo llevamos a él, que llega diez minutos más tarde porque no nos dan los horarios”, cuenta la mamá.

“La familia se adapta. A mí me cuesta un poco más. Con respecto a ellos, Santi, si es por él, hace todo por zoom, prefiere quedarse en casa. A ella, en cambio, le gusta le ir al jardín, pero lo que le cuesta es levantarse temprano. La tuve que anotar a la mañana porque si la anotaba a la tarde me era imposible llegar a retirarlos a ambos. Por otro lado, tuve que pedir permiso en la escuela del nene para que los días que va presencial a la tarde, lo pueda hacer por Zoom porque si no, no llega a los entrenamientos de fútbol, y por suerte no hubo problema”, describe Romina un esquema en el que es indispensable contar con la flexibilidad de las instituciones.

Romina Mastrángelo con sus hijos Santino y Francesca, que van al mismo colegio pero con distintos horarios

“No estoy muy contenta de que hayan vuelto las clases presenciales; mi marido sí. Yo no tengo dudas de que los chicos aprenden más yendo al colegio y que además necesitan el contacto con sus pares, pero pensé que iban a volver tipo septiembre, octubre, cuando lo sanitario estuviera un poco mejor. Pero bueno, hay que adaptarse, no queda otra, aunque es toda una movida” enfatiza Mastrángelo.

En la Escuela Arandú de Gorina, los chicos concurren a clases presenciales todos los días, cuatro horas diarias. “Tenemos grupos reducidos, y espacio y docentes para poder hacerlo cumpliendo la normativa”, cuenta Martín Romano, co-creador y representante legal. En este contexto, ¿cómo fue la vuelta a la presencialidad?

“Lucero, una de las nenas de sala de 5, nos mandó un mensaje diciendo que se imaginaba que reencontrarnos iba a ser una alegría y entonces se nos ocurrió llamar al payaso Zuquini para que reciba a los chicos. La vuelta fue muy esperada: todos estábamos muy contentos de poder volver a vernos a diario. Teníamos la escuela lista, con espacios nuevos a estrenar y abrimos el primer día que se permitió”, cuenta Martín con orgullo.

En una escuela privada de gorina un payaso recibió a los chicos en la segunda etapa de presencialidad qeu comenzó hace pocas semanas

“Todo se dio de manera muy natural, los chicos y las familias ya tienen internalizados los cuidados por lo que lo que primó fue la alegría del reencuentro”, agrega: “estos días estamos pudiendo trabajar muy bien al estar con todos los niños las 4 horas de manera presencial. Era lo que queríamos, porque siempre es mejor en la escuela. Para aprender, para compartir... En la escuela hay muchos más aprendizajes y muchas más risas”.

MODO VIRTUAL

Mariana Mogetta (53) es maestra de la escuela “Santa Lucía” de Tolosa desde hace nueve años. Ha ejercido la docencia por 21 años en distintos establecimientos. Por ser una persona con riesgo, ahora se encuentra dispensada. Por lo tanto, aunque volvió la presencialidad de las clases, ella continúa dictándolas desde su casa, a los alumnos de la burbuja a los que les toca la semana virtual. Además, envía tareas a la “seño” suplente. Dicta clases en 5to y 6to año, a la mañana, en Prácticas del Lenguaje y Ciencias Sociales, y a la tarde tiene a cargo 3ro B.

¿Cómo es un día en la vida de un docente hoy? “Comienza desde temprano, preparando las clases, corrigiendo trabajos por classroom y dando las clases de zoom. Por lo general, son tres clases por día. En ocasiones, se suman teleconferencias con directivos, compañeras, entrevistas a padres, psicopedagogas y capacitaciones. La corrección lleva su tiempo, trato de organizarme por días, para así poder hacer las devoluciones a cada alumno”, cuenta Mariana.

En marzo las clases comenzaron presenciales, pero eso duró pocos días

“Todo lleva más tiempo. Paso largas horas frente a la computadora dedicadas a la escuela. Pero siempre digo que sólo sabe el tiempo que una maestra dedica, el que tiene una en su familia. El proceso de adaptación a las clases virtuales fue todo un desafío y al principio costó mucho”. Dice Mariana que “nunca había utilizado Zoom, por ende, tuve que aprender de cero, con todo lo que eso implica. Con el correr de los meses me fui adaptando a esta nueva forma”.

¿Se aprende de la misma manera? Mogetta opina que no, que “la forma de aprender de los chicos, a mi criterio, no es la misma. No hay nada como estar en el aula y disfrutar de la clase, de las puestas en común, de las sonrisas, las palabras espontáneas de los chicos y del vínculo que se establece. Si bien en la virtualidad utilizamos recursos tecnológicos y variados, nada se compara con el día a día en el aula”, confiesa.

“El año pasado me preocupaba más de que estuvieran al día, pero ahora estamos muy cansados”

Catalina (11) y Tomás (8) aún no han vuelto a clases porque su escuela no estaba en condiciones para recibirlos en las aulas. Está rota la caldera y en teoría, arrancan mañana. En lo que va del año, el esquema de aprendizaje ha sido virtual, por Zoom o Meet, algunas horas por día. Anabel, su mamá, hace home office desde abril 2021, por lo que en las horas de clases necesitan tres dispositivos en forma simultánea: la mamá usa la notebook y los niños, los celulares de los padres. “Son varias horas que estamos todos online, a veces es difícil por la conexión del wifi y siempre la prioridad termina siendo mi trabajo, lamentablemente”, cuenta la mamá.

“El año pasado me preocupaba más porque estuvieran al día, pero este año ya estamos todos muy cansados. El chiquito se atrasa mucho y lo que hace, yo a veces no hago tiempo de enviárselo a la seño. La más grande, en cambio, se lo toma con más responsabilidad y se ocupa ella de todo, por suerte, porque además el año que viene ya arranca el secundario y se tiene que saber organizar”, comenta Anabel.

Protocolos en todas las escuelas

“La verdad que no veo la hora de que arranquen las clases presenciales, aunque también es un lío el tema de las burbujas y haya una semana en que estén acá en casa haciendo todo igual, pero por lo menos verán a los amigos, disfrutará un rato con su seño... Es muy cansador estar adentro de casa todos, hace tanto tiempo. Se generan conflictos permanentemente. Son chiquitos, se pelean y uno mucho no puede hacer porque sabe que están tanto o más cansados que uno...”, asume la mamá.

En las escuelas platenses, la vuelta a clases en estas últimas semanas ha sido parcial, heterogénea y caótica. Con padres haciendo equilibrio con los horarios, docentes intentando avanzar con contenidos de este año y también con algunos del año pasado que han quedado relegados, y alumnos que continúan adaptándose en esta “nueva normalidad” que propone la educación hoy en día. Todos tienen algo en común: no ven la hora de que lleguen las vacaciones de invierno.