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Séptimo Día |TRASTORNOS EN EL ALTO RENDIMIENTO

El deporte, entre la gloria y el diván del psiquiatra

El llanto de una tiradora olímpica argentina. La frase de Pierre de Coubertin parece haber quedado superada: se juega para ganar. Confesiones de grandes deportistas. El caso de Andrés Iniesta

El deporte, entre la gloria y el diván del psiquiatra

Michael Phelps deslumbró al mundo en la pileta, pero fuera de ella pasó por varios momentos turbulentos / Web

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

4 de Agosto de 2024 | 05:56
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El canal de TV que transmite en estas horas los Juegos Olímpicos que se disputan en París mostró el rostro lloroso de la tiradora argentina, Fernanda Russo, que acababa de quedar eliminada. Sin embargo, con los ojos arrasados en lágrimas, dijo que lloraba de felicidad, porque había superado la angustia y la depresión que había sufrido en los juegos de Tokio 2020.

“Mis pensamientos suicidas quedaron atrás...”, añadió. La deportista cordobesa era la tercera vez que participaba en una competencia de alto rendimiento y que, ahora, por primera vez, “agradecía estar viva”.

Allí recordó las duras críticas que había recibido en las redes en anteriores ocasiones y ahora habló para decir que ya no la afectaba un fracaso deportivo, sino para transmitir que estudiaba, trabajaba, pensaba fundar una familia propia y tener una vida normal.

Suicidios, depresiones profundas, ráfagas de estrés, ataques de vértigo, todo eso también trae el deporte y se expone con mayor visibilidad cada cuatro años, cuando grandes campeones de atletismo, natación, tenis o cualquier otro deporte -sobre todo en los que son de participación individual- suelen desbarrancarse mentalmente por las presiones que se vuelcan sobre ellos.

DEL “LO IMPORTANTE ES COMPETIR” AL “LO IMPORTANTE ES GANAR”

Todo indicaría -y así lo vinieron sosteniendo no pocos especialistas- que un gran equivocado histórico de los juegos olímpicos modernos fue justamente su fundador, el barón Pierre de Coubertin, cuando en el primero de ellos celebrado en Atenas en 1904 lanzó su famosa consigna. “Lo importante no es ganar, sino competir”. Con esa frase, Coubertin ganó espacio filosófico como definidor del deporte.

Andre Agassi, ex número 1 y ganador de varios Grand Slam reconoció todo lo que padeció con el tenis / Web

Fue una frase intelectualmente certera, acompañada desde entonces por centenares de aforismos que apuntan a que lo esencial del deporte reside en esforzarse para alcanzar una meta, pero sin tomar en cuenta el resultado competitivo final.

Sin embargo, viendo lo que ocurrió desde entonces con el “olimpismo” y con el deporte de alto rendimiento, una publicación profesional de naturaleza médica, Magis Iteso, editada electrónicamente le contestó muchas décadas después a Coubertin, mostrándole el revés del pepino: “Lo importante es ganar (y, si es necesario, competir)”.

EL MEJOR ALIADO

Es un lugar común decir que el deporte es el mejor aliado para combatir el mal de la época, que es el estrés. El grupo Wellhub Editorial Team, editorial que se encarga de asesorar a los líderes de empresas a fomentar el bienestar de sus empleados, incorpora al deporte como uno de los recursos.

“Por suerte, el deporte es ya una realidad en muchos de los planes de beneficios de las empresas españolas. Una solución que no sólo repercute en las ventajas de formar parte de dicha empresa, sino también en los trabajadores. Y es que el deporte, es una de las mejores fórmulas para combatir el estrés”, dicen los especialistas, para añadir en el folleto las varias disciplinas deportivas “que te servirán para rebajar tus niveles de estrés. Recargar pilas y conseguir un estado mental y físico, más que notable”.

 

“Qué desgracia es para un hombre no ver la belleza y la fuerza de lo que su cuerpo es capaz”

 

Todo suena como indiscutible. Existe un cimiento filosófico de primer nivel que avala esta postura, integrado nada menos que por la trilogía ateniense de Sócrates, Platón y Aristóteles que bendijeron al deporte.

“Qué desgracia es para un hombre crecer sin ver la belleza y fuerza de lo que su cuerpo es capaz”, dijo Sócrates.

En la Ética y en otros escritos Aristóteles sostuvo que el ejercicio, la gimnasia en particular, ayuda a formar el cuerpo y a crear buenos hábitos, vitales para una buena educación de la razón y el conocimiento.

Por su parte Platón, que practicó mucho el deporte en su juventud, formuló en La República una afirmación que exalta el valor del deporte en la educación de los jóvenes: “La gimnasia para el cuerpo y la música para el alma”, fue su fórmula educativa, que Aristóteles retomó.

TODO BIEN, PERO...

Dicen que uno de los deportes más antiguos, la natación, le quita el estrés a cualquiera y que regala salud. El que nada una o varias piletas por día -si tiene bolsillo para eso- no necesita ver a ningún médico para contar con una salud psicofísica de hierro. Sin embargo, el caso de Michael Phelps (1985) relativiza esas conclusiones.

 

“Juego al tenis para ganarme la vida, aunque odio el tenis, lo detesto con una oscura pasión”

 

A pesar de haber sido el deportista más condecorado de todos los tiempos -ganó 28 medallas olímpicas (23 de oro), batió 13 veces el récord mundial de estilo libre y está considerado como uno de los mejores atletas de todos los tiempos-, superando inclusive enfermedades en su infancia, su vida posterior se vio condicionada por el alcohol y el consumo de marihuana. Hace poco fue detenido mientras conducía un auto: “Fue incapaz de realizar correctamente una serie de pruebas básicas de sobriedad”, señalaron las fuentes policiales”.

Andre Agassi (1970) fue durante muchos años la encarnación del tenista apasionado por su deporte. Turbulento, improvisador, talentoso, peleaba como un chico por cada pelota dudosa y figuró en forma vitalicia entre los top ten de su deporte.

Al retirarse, escribió una autobiografía, Open, -compuesta por el gosswriter (escritor fantasma) J.R. Mochringer, ganador del Pulitzer de periodismo en el año 2000) y allí Agassi estampó una frase elocuente: “Juego al tenis para ganarme la vida, aunque odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y sin embargo, sigo jugando porque no tengo alternativa. Y ese abismo, esa contradicción entre lo que quiero hacer y lo que de hecho hago, es la esencia de mi vida”.

“Mens sana in corpore sano”, es otro dicho. Muchas veces es cierto y algunas otras veces no. Sobre todo con deportistas de élite. Muchos deportistas de gran nivel, famosos en el mundo entero, sufren depresiones profundas. Uno de ellos, el ex crack del Barcelona, Andrés Iniesta.

Y lo mismo ocurre con deportistas olímpicos, como la gimnasta norteamericana Simone Biles, que sufrió fuertes bloqueos mentales durante años y hoy pudo volver a competir en los juegos de París, o la tenista japonesa Naomi Osaka, primera representante de su país que hoy atraviesa períodos de depresión, temor y ansiedad.

LOS LIBROS

Hay varios libros -muchos de ellos novelas- que tratan sobre las “piezas del fondo”, sobre lo que se ve menos, del deporte, escritos por autores de primer nivel. Uno de ellos es Historias del ring (Conan Doyle). También están El Giro de Italia (Dino Buzzati); La soledad del corredor de fondo (Alal Sillitoe); Los niveles del juego (John McPhee); Del deporte y los hombres (Roland Barthes); Desventuras de un fanático del deporte (Frederick Exkley); El tenis como experiencia religiosa (David Foster Wallace) y, entre muchos otros, Maldito United (David Peace).

En cada uno de ellos y en muchos otros, la mirada literaria no dejó de posarse sobre la intimidad de los grandes campeones. Ciclistas que aparecían como tipos maduros, asentados ya sin problemas en una gloria segura –como lo fueron los italianos Fausto Coppi y Gino Bartali- fueron radiografiados con mucha lucidez y compasión por ese gran novelista que fue Dino Buzzati. A ningún deportista le enseñan a perder.

No sólo puede hablarse de lesiones físicas, sino de perturbaciones psicológicas. Si se practica en forma inadecuada o intermitente, los daños pueden aparecer. ¿Qué jugador de fútbol mejor plantado y maduro sobre una cancha pudo verse superior a Andrés Iniesta, el catalán que jugó en Barcelona? Era la sensatez deportiva y sin embargo, en 2009 -en su pleno apogeo- contó lo siguiente: “Hubo un momento, una tarde que estaba en casa de mis padres, que ya no podía más. Y recuerdo que les dije que tenía que ir a la Ciudad Deportiva, a hablar con el doctor. Veía que necesitaba ayuda, que eso no tenía fin. Me puse en manos del psiquiatra, luego de la psicóloga y empezamos el proceso”.

El llano de Fernanda Russo. “Mis pensamientos suicidas quedaron atrás”, reconoció / Web

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