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Juegos Olímpicos |LA SUCESORA DE PHELPS. SE VA DE LOS JUEGOS CON 5 MEDALLAS

Katie Ledecky es la anomalía en la matriz

La estadounidense ganó los 800 libres sin oposición y el entrenador del nadador más condecorado de la historia olímpica dice que es “tan dominante” como su pupilo

Katie Ledecky es la anomalía en la matriz

Katie Ledecky, feliz, luego de ganar la competencia de 800 metros

13 de Agosto de 2016 | 01:06

RIO DE JANEIRO, BRASIL
ESPECIAL

Por PEDRO GARAY 

Katie Ledecky está rompiendo con numerosos preconceptos sobre las posibilidades del cuerpo humano y particularmente de las nadadoras femeninas, a pesar de que su actuación en Río de Janeiro no ha sido en absoluto sorprendente: ganó todos sus eventos individuales por enorme distancia (aunque sin por eso desacelerar un metro), se lleva 4 oros y una plata y, además, realizó dos récords mundiales.

Es simplemente otro día en la oficina para la cándida blonda de Estados Unidos que, fuera de la piscina es una adolescente más, risueña y tranquila, pero que adentro es demoledora para sus rivales y está reconfigurando con cada nado el reino de lo posible.

Porque no se suponía que Ledecky debiera existir: su entrenador, Bruce Gemmel, aceptó entre risas en una entrevista a Sports Illustrated que “es la más baja de la pileta, no tiene el torso largo de Phelps, tiene pies promedio, manos pequeñas. En el Centro de Entrenamiento Olímpico realizamos un perfil de cada nadador, sobre cómo se mueven, saltan, corren. Sus resultados fueron absolutamente poco destacables”.

Y sin embargo, allí están sus números para demostrar que, a pesar de su físico promedio y su aspecto de adolescente sin preocupaciones, Ledecky es un monstruo. Fue oro en los 800 libre de Londres 2012 con 15 años, la carrera que cerró ayer su participación, con oro y récord mundial; tiene los diez mejores tiempos de la prueba, entre ellos cinco récords del mundo para llevar la prueba de 8 minutos y 14 segundos a 8:04,79. En la historia, nadie nadó debajo de 8:14 excepto ella.

En los 400 también es devastadora hasta el aburrimiento: en Río rompió por tercera vez el récord del mundo, que se encargó de llevar de 3:59 a 3:56. Antes de ella, solo una nadadora, Federica Pellegrini, había bajado de 4 minutos. Encima, Ledecky rompió con el divorcio entre fondo y velocidad al conseguir el oro en 200 metros, realizando el tercer mejor nado de la historia en 200, para totalizar tres oros individuales.

Y eso que el programa olímpico no incluye los 1500 metros: en esa distancia batió el récord vigente durante nueve años, y lo quebró 5 veces, llevando la marca de 15:42 a 15:25. Ayer, Martín Naidich, el mejor fondista argentino del momento, nadó la misma distancia en 14 segundos más. “Nada como un hombre”, definió Ryan Lochte: la frase puede resultar ofensiva, pero ilustra las barreras y prejuicios que está quebrando Ledecky sobre cuán rápido puede nadar una mujer. Y, al hacerlo, envía un claro mensaje a las chicas del mundo.

“Es tan dominante como Michael lo fue”, reconoció Bob Bowman, el entrenador de Phelps, en Río de Janeiro, abrumado como todos por las devastadoras diferencias entre sus contemporáneas. Bowman calificó el nado de Ledecky en los 400 libres como “el mejor de la historia” y no dudó en nombrar a Ledecky como la sucesora de su pupilo.

Desde su primer nado en Río, cuando comenzó a plasmar lo que avisaba con récords y medallas en la previa de los Juegos Olímpicos y mientras Phelps se retiraba, el mote de “heredera” comenzó a sonar cada vez más fuerte. Y ella sólo se ríe, y habla con humildad, casi con vergüenza adolescente, como si no fuera una anomalía en la matriz, como si aquello de las medallas o las marcas no importara demasiado y lo único que persiguiera fuera la abstracción de bajar su marca.

“Todos los nadadores nos enfocamos en nosotros, es cuando uno mejor nada”, dice cuando le preguntan que se siente nadar sin rivales, y afirma que “apenas trato de nadar mi mejor tiempo, y sólo ocurre que mi mejor marca es un récord mundial”.

Katie “es un misterio”, afirma su entrenador en el equipo nacional, Dave Marsh, pero no sólo por sus declaraciones realizadas con calma de un veterano y con palabras de quien asume con naturalidad ser el mejor del mundo, sino por su deseo. Marsh no comprende, al igual que su propia familia, por qué Ledecky entrena como si su vida dependiera de ello: “No entiendo qué causa que Katie entrene con la pasión y profundidad que lo hace, tiene una familia maravillosa, tiene todo lo que quiere, es una persona preciosa sin ángulos oscuros. Pero tiene una energía dentro, incluso en las prácticas... ¿Qué persigue? Su mejor tiempo, pero lo hace con furia, y, ¿de dónde viene esa furia? No sabemos, pero la fuente debe estar muy caliente”.

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