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Espectáculos |Crítica | El regreso de un clásico

“Cobra Kai”: más corazón que nostalgia

La secuela de “Karate Kid” juega con las expectativas del espectador nostálgico y arroja nuevos matices a viejos personajes

“Cobra Kai”: más corazón que nostalgia
Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

7 de Mayo de 2018 | 03:21
Edición impresa

Cuando se estrenó originalmente en 1984, “Karate Kid” parecía una cinta más hecha con el molde industrial del subgénero de cine deportivo que tuvo su apogeo en Hollywood en los ‘80: pero la distancia brindó perspectiva y la película dirigida por John G. Avildsen (director de la primera “Rocky” y en parte responsable por el “boom” del cine deportivo) reveló un filme construido con enorme sutileza más allá de los momentos que se volverían icónicos.

Una película “balanceada”, que seguramente le hubiese gustado al sensei Miyagi, y no desprovista de sus pequeños riesgos, como esa parte media casi meditativa donde Daneil-san aprende otra forma de ver el mundo más allá de la confrontación, una visión que colaboró con la introducción a la cultura mainstream del orientalismo y provocó la apertura de cientos de dojos de karate en el mundo.

Y esto en una época donde Estados Unidos empezaba a desplegarse triunfal en el mundo en la etapa final de la Guerra Fría: ese período podría contarse, por ejemplo, a través de la evolución de “Rocky”, desde su primera cinta, realista y sucia, hasta la tercera, con Balboa ya capitalista y exitoso, y la cuarta, que adelanta el triunfo de EE UU sobre la Unión Soviética. En medio de esa creciente confianza de Estados Unidos en su rol de vencedor, “Karate Kid” introducía otro camino, una especie de tercera vía pacifista hecha de bonsais, autos encerados y cercos pintados.

Pasaron 34 años. Desde aquellos años, la película de Avildsen engendró una serie animada, tres secuelas formulaicas y una remake mala (llamada “Karate Kid” aunque lo que impartía el maestro Jackie Chan era kung fu: todo para entusiasmar al mercado chino): sobraban razones para desconfiar de “Cobra Kai”, la gran apuesta de YouTube para meterse en el mercado on demand usando la “nostalgia cool”.

Pero “Cobra Kai” sorprende en cada giro, actualizando el mito original y agregando capas y capas de sutilezas y contradicciones en la bajada de la tercera vía de Miyagi a la realidad.

Se sabía que el protagonista sería Johnny Lawrence (interpretado 34 años después por Billy Zabka), el villano original, convertido ahora en un perdedor: pero “Cobra Kai” inicia su este antihéroe tiene bastante poco de adorable perdedor y mucho de “basura blanca”.

Es resentido, borracho, misógino, padre irresponsable, un votante de Trump que ve en las implacables enseñanzas de su cruel maestro de la adolescencia una vía para recuperar la confianza perdida y atacar almundo que lo ha demolido.

Y la serie no intenta redimirlo: hacia allí lo llevó la vida, y Johnny sostendrá su punto de vista durante casi todos los 10 episodios. De allí no emana tanto drama (aunque lo hay, y bien televisivo) como comicidad: la serie juega con lo que espera la audiencia, los habituales arcos redentorios, los retuerce, los cruza y los subvierte.

Y mientras la serie se ríe de cómo Johnny no comprende el mundo moderno (no tiene Facebook, es confrontado por sus alumnos respecto a sus visiones sobre el género), el juego con las expectativas de la audiencia respecto del género deportivo y la saga continúa cuando esas enseñanzas de Lawrence ¡dan resultado!

Aunque predicando la violencia (“pega primero, pega fuerte, sin piedad”, es el lema del dojo que da nombre a la serie) el marginal ex villano se volverá sensei de un grupo de marginados, víctimas del bullying que él solía ejercer, y a través del karate ganarán confianza en sí mismos una caterva de queribles personajes secundarios y, claro, Miguel, el “Daniel” de la nueva serie: un joven inmigrante que vive en el mismo edificio derruido que Lawrence, a quien Lawrence defiende de sus abusadores y a quien, a regañadientes, le enseñará a defenderse.

Del otro lado estará Daniel LaRusso: la mesa se da vuelta ahora que el héroe de la saga original es adulto, ha conseguido un gran pasar económico y una familia ideal. Pero en el camino a la cima ha perdido contacto con las enseñanzas de su maestro, y sus primeros encuentros con Johnny lo mostrarán sobrador, dispuesto a enrostrarle su éxito a su ex rival, todavía herido por aquellos días de bullying, actuando más como macho alfa que como aprendiz de filosofía oriental.

El camino de ambos, lógicamente, se cruzará a través de sus alumnos (no adelantaremos más para evitar spoilers) enfocándose en los modos en que ambos intentan retomar el curso de sus vidas, pero sorprendiendo en cada giro. Los arcos de los personajes secundarios también tendrán evoluciones ricas en matices, que retuercen las fórmulas originales.

Así, “Cobra Kai” echa nueva luz sobre viejos personajes, nuevas dimensiones a viejos conflictos, actualiza mitos maniqueos con grises: quedarán retorcidas y puestas en cuestión las cosmovisiones que se oponen (la fuerza contra el balance), a la luz de conflictos en boga como el acoso, las adicciones, la falta de horizontes.

El mito original es de esa manera actualizado satisfactoriamente desde lo temático, enriqueciendo una serie cuya gran fortaleza, de todos modos, es la delicada, contradictoria humanidad que infunde a sus personajes, confundidos, perdidos, casi siempre sin idea del rumbo correcto: la serie emociona por eso, porque conoce a sus personajes, los explora en su humanidad antes que reducirlos a arquetipos. De la misma manera, no sé queda en el conocimiento superficial de la obra, en los guiños obvios, las referencias musicales. Las hay, de sobra, para los seguidores nostálgicos (como también hay de sobra una serie de momentos emotivos televisivos y partes donde el texto subraya los significados o resuelve situaciones a golpe de guión), pero eso es sólo la superficie de una serie que más corazón que nostalgia.

“Cobra Kai”
Los primeros dos episodios pueden verse gratis por YouTube. Desde el tercero al décimo, se pueden ver por un costo de $16 por episodio

 

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