Del lujo a la asistencia: dejan de hacer vestidos y fabrican barbijos

La crisis global desatada por el coronavirus muestra ya sus efectos en la moda, la industria global por excelencia. Cuando el diseñador Giorgio Armani tomó la decisión de celebrar su desfile en Milán a puerta cerrada el último 23 de febrero, Europa apenas empezaba a tomar conciencia de la gravedad de una situación que se fue complicando día a día. La semana siguiente, en París, A.P.C., Agnès B. y Sandro cancelaban sus desfiles y las principales marcas suspendían sus eventos asociados. Pocas semanas después, el índice MSCI Europe indicaba que el valor del mercado de textiles, prendas y artículos de lujo mostraba caídas del 23 por ciento y de 152.000 millones de dólares entre el 17 de enero y el 11 de marzo.

En nuestro continente, la Gala del Met, el gran evento anual convocado por Anna Wintour en Nueva York, fue aplazada sin fecha y varias firmas cancelaron sus desfiles programados para las próximas semanas y aún no hay una fecha nueva.

Y como manotazo de ahogado de las firmas más destacadas, el barbijo pasó a ser un objeto de lujo. Primero Louis Vuitton presentó uno de cuero con la tipografía de la marca. Fendi y Off Whitte lo siguieron. Una especie de gesto frívolo que no tuvo demasiados clientes.

Sin embargo, y a la espera de lo que suceda en las próximas semanas con el cierre de las fronteras y las situaciones particulares de cada país frente a la pandemia, la industria de la moda y el lujo se ha puesto al servicio de la causa. Un ejemplo cercano es Inditex. La empresa gallega de Amancio Ortega anunció que está en condiciones de convertir parte de su capacidad de fabricación textil a producción de material sanitario, como batas. Aprovechar el músculo productivo de la industria para suplir la carencia de material sanitario es un movimiento casi natural en una época en que escasean los pedidos y el consumo.

Dos fábricas búlgaras que habitualmente confeccionan prendas para firmas de lujo como Moncler o Burberry adaptaron su línea de producción a la fabricación de trajes de protección sanitaria y mascarillas. Las plantas de producción en suelo francés de LVMH, donde se elaboran perfumes y cosméticos de firmas como Dior, Givenchy o Guerlain, producirán de forma excepcional gel desinfectante gratuito para los hospitales franceses y las autoridades sanitarias. A su vez, la multinacional española de moda y fragancias Puig, cuyas marcas incluyen nombres tan conocidos como Carolina Herrera, Jean Paul Gaultier o Paco Rabanne, confirmó igualmente que colaborará con el Gobierno español en la fabricación de desinfectante.

La reconversión productiva del sector con fines sanitarios no es el único gesto que llevó a cabo la industria del lujo. También las donaciones están desempeñando un papel importante, especialmente en Italia, donde la región más afectada, Lombardía, concentra también buena parte de las firmas más relevantes. “Milán es una ciudad que nos ha dado cosas extraordinarias. No podemos y no debemos abandonarla. El deber de todos es aportar a una ciudad que nos ha dado tanto”. Esas fueron las palabras en Instagram de Remo Ruffini, consejero delegado de la firma de lujo Moncler, que acompañaron el anuncio de la donación de 10 millones de euros para construir un nuevo hospital en Milán con 400 unidades de cuidados intensivos. Giorgio Armani donó 1,25 millones a cuatro hospitales. Donatella Versace y su hija Allegra, 200 mil euros a título personal a la UCI del hospital San Raffaele hospital de Milán.

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Miuccia Prada, Patrizio Bertelli y Carlo Mazzi, respectivamente co-consejeros delegados y presidente de Prada, donaron dos unidades de cuidados intensivos a cada hospital milanés. Domenico Dolce y Stefano Gabbana aportaron fondos a la universidad Humanitas de Italia para la investigación de soluciones médicas al coronavirus.

En Argentina, reconocidos diseñadores locales se encuentran cambiando sus agendas, modificando fechas de desfiles y también utilizando redes sociales para comunicar medidas de prevención que puedan ayudar a la población a mantenerse segura. Incluso anuncian que cierran sus locales como es el caso de Ginebra, la marca de Micaela Tinelli, entre muchas más.

El diseñador de alta costura Gabriel Lage, redujo su atención al público a lo mínimo e indispensable. “Muchos de los turnos que no tenían urgencia, fueron suspendidos para cumplir con las medidas que tomó el gobierno”. Además de reprogramar todos los desfiles que iban a suceder durante este tiempo, Lage confirmó que “todo queda reprogramado para el mes de julio”. En cuanto al manejo de las redes sociales, en donde su marca acumula más de 191 mil seguidores en Instagram, el diseñador confesó que junto con su equipo están trabajando para hacer charlas, encuentros online y responder preguntas en vivo para aliviar la cuarentena.

Por su parte, Paloma Cepeda con su marca FP, comunicó recientemente que para cuidar y priorizar la salud de sus clientes y de todos, cierra las puertas de su local hasta nuevo aviso y suma descuentos especiales para fomentar la venta online.

Benito Fernández también se sumó a la lista de diseñadores argentinos que están reaccionando frente a la pandemia. “Hasta hace unos días estábamos recibiendo a la mitad de las clientas, porque cambiamos los horarios de atención en los locales pero a partir de hoy ya cerramos”.

Laurencio Adot tenía planificado un desfile para el 25 de marzo y fue suspendido. “Estoy planeando un desfile online porque hay que pensar en la gente y ser solidarios. Cerramos el local de la galería Promenade donde trabajamos con mi equipo todos los días y también el Dot Store, mi segunda etiqueta. Tenemos que ser coherentes con lo que está pasando a nivel mundial”. Otro testimonio más de un importante diseñador, que se suma y empatiza con la crítica situación actual.

También se cancelaron todos los desfiles de Argentina Fashion Week en donde participaban destacados nombres del diseño local como Marcelo Senra y Jorge Rey.