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Caballos y realeza: un amor especial que supera siglos

Criados para carreras o equitación, las distintas monarquías europeas han sabido cultivar la pasión por los equinos de una forma muy especial. Quizá le demuestren más amor a estos animales que a sus propios herederos

Caballos y realeza: un amor especial que supera siglos

Retrato de la reina Isabel II con dos caballos

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

29 de Mayo de 2022 | 09:33
Edición impresa

“¡Mi reino por un caballo!” gritaba desesperado Ricardo III al perder su corcel en plena batalla de Bosworth en 1495. O por lo menos esa frase es la que pone William Shakespeare en boca del sanguinario rey inglés un siglo más tarde. No sabemos si fue dicha realmente pero sí sabemos que encarna perfectamente el sentimiento de muchos de los integrantes de las actuales casas reales para quienes los nobles equinos dejaron de ser instrumentos para la guerra para transformarse en compañeros en tiempos de paz.

Está de más decir que la primera que se nos viene a la cabeza es la familia real de Reino Unido en general y la reina Isabel II en particular, quien desde pequeña desarrolló un amor especial por los caballos y convirtió la equitación en su deporte favorito, amor que compartió con su marido, el príncipe Felipe, y con todos sus hijos y nietos.

En España la infanta Elena se ha destacado en salto, un deporte que aún practica

 

Que la actual reina haya cabalgado a partir de los tres años no nos sorprende pero lo que sí nos deja boquiabiertos es que lo haya seguido haciendo hasta los noventa y cinco. Y, a pesar de su prudencia en todos los aspectos de su vida, nunca nadie logró convencerla de que se pusiera un casco porque, argumenta, le arruinaría el peinado. Isabel II no solo se luce arriba del caballo sino que es, desde los 23 años, una experta criadora de diferentes razas y, en especial, de caballos de carrera que le han dado grandes satisfacciones tanto en premios como en metálico (se calcula que lleva ganados casi 10 millones de dólares sin contar las apuestas).

Cayetana de Alba con la tiara rusa y su hijo Cayetano

La revista Horse & Hound, especializada en el mundo equino, le preguntó hace unos años a Su Majestad cuáles era sus caballos favoritos y ella no dudó en contestar que eran Betsy, su compañera en la década del 60; Burmese, a quien montó en el último desfile ecuestre en el que participó, y Sanction, con quien tenía una conexión especial al punto de entenderse con la mirada. Sanction fue el último caballo criado por ella que montó ya que, a pesar de tener una salud de hierro, le hizo caso a los médicos y desde hace unos años prefiere los ponis, de menor estatura y más tranquilos que los briosos equinos de la tropilla. Ahora su preferida es Emma en cuya montura pudimos verla hasta el año pasado. Seguramente le recordará a Peggy, una hembra pony que le regaló su abuelo, el rey Jorge V, cuando cumplió cuatro años.

Además de los propios, la reina tiene un pony al que visita anualmente a pesar de que no es bien recibida. Se trata del suboficial cabo Cruachan IV, la mascota del Regimiento Real de Escocia desde 2013. Cruachan es el último ejemplar de una estirpe que se remonta a 1928 pero, a diferencia de sus antepasados, parece que el petiso ha salido republicano o, por lo menos, rebelde. El primer año le mordió la mano a la reina; al siguiente no obedeció ninguna de sus órdenes; en 2017 intentó comerse el ramo de flores que tenía ella en su mano y en 2018 defecó con tanto entusiasmo que todos, incluso Isabel, tuvieron que taparse la nariz. En 2019 parecía más civilizado pero en 2020 cuando el cabo se encontró con Harry y Meghan, el príncipe casi se queda sin dedos. Al poco tiempo los duques de Sussex se exilaron en Estados Unidos por considerar que Inglaterra, su gente y su familia eran hostiles para con ellos. Desconocemos si Cruachan IV tuvo algo que ver en la decisión.

Charlotte Casiraghi en el desfile de Chanel

Los Windsors son todos excelentes jinetes y las carreras, la hípica y el polo los definen, los arropan y hasta influyen en el amor. A veces para bien y a veces para mal. Precisamente el punto a favor de Camila con respecto a Diana, en el pensamiento del príncipe Carlos, era que la primera amaba los caballos casi tanto como él y su familia mientras que a Diana, contrariamente al 99 por ciento de las jóvenes aristócratas inglesas, no le interesaban. Para colmo de males la única vez que tuvo un acercamiento a la equitación se convirtió en amante de su instructor, una relación sindicada como causa del alejamiento con su esposo quien, mientras tanto, salía a cabalgar con Camila.

Sanction fue el último caballo criado por Isabel II que pudo llegar a montar

 

La princesa Ana tiene verdadera devoción por la hípica. Tuvo en su juventud el deseo de participar en los Juego Olímpicos y participó de grandes torneos internacionales. Era tal su pasión que el duque de Edimburgo, ante algún fracaso amoroso de su hija, la describió con una recordada frase: “Si no se tira gases y no come heno, a Ana no le interesa”. Finalmente fue Zara, la hija de Ana, quien se dedicó profesionalmente a la hípica, participó en los Juegos olímpicos de Londres y ganó una medalla de plata. Además, la nieta mayor de la reina se convirtió en 2014 en la primera royal protagonista de un videojuego. Se trata de “Howrse” y Zara va guiando a los jugadores para superar los obstáculos en la administración de un stud.

La reina cumplió 96 años en abril pero la celebración oficial es el jueves próximo en que, como cada año, se llevará a cab el Trooping the color, un desfile militar principalmente ecuestre. Ella misma desfiló con las tropas hasta 1986 y lo han hecho sucesivamente sus hijos y nietos. Este año va a ser especial ya que se conmemoran también sus 70 años en el trono.

Lady Luisa en el carro que heredó de su abuelo

Por la poca movilidad que está teniendo la reina se especulaba con que no asistiría a los actos previstos para el Jubileo de Platino pero una vez más sorprendió a todos cuando se presentó el 13 de mayo en el Royal Windsor Horse Show totalmente repuesta y a tal punto ilusionada que parecía una quinceañera. Ese día participaban algunos caballos propios y no era cuestión de dejarlos solos o de no estar presente si recibían algún premio, cosa que ocurrió. El momento más emocionante fue cuando apareció lady Luisa, su nieta menor, encabezando el desfile al mando del carro de carreras que heredó del príncipe Felipe. Luisa, hija de su hijo Eduardo, además de ser un calco de su abuela, comparte su devoción por la hípica. En el segundo día del Royal Windsor Horse Show la reina recibió todos los honores y fue la actriz Hellen Mirren quien la interpretó en la pantalla grande, quien habló en nombre de los presentes. “Durante todos estos años ha conducido esta nación. Me dirijo a usted en nombre de todos sus leales súbditos. Le doy mi más sincero y cariñoso agradecimiento”. La reina también sonrió y levantó la mano cuando el presidente de la exhibición le agradeció, en tono jocoso, que hubiera preferido asistir allí en lugar de al acto de apertura del parlamento.

Dentro del marco del Royal Windsor Horse Show se ha tomado también la última fotografía oficial de la soberana. Es una imagen captada por Henry Hallal en marzo y podemos verla rodeada de dos de sus ponis, tan blancos como su cabello y las magnolias en flor que dan marco a la escena. La reina no pudo montar esta primavera pero ha estado siempre pendiente de sus caballos queridos.

Aún no está claro si la reina podrá participar de todos los homenajes preparados por el Jubileo de Platino pero lo que parece que no va a perderse es el Derby de Epsom que se realiza el próximo sábado. Tiene la ilusión de ver alguno de sus caballos en el podio ya que, hasta ahora, son las únicas carreras que le han sido esquivas a la tropa de Su Majestad.

Montar, una de las grandes pasiones de la reina Isabel II

Pero no solo los Windsors son amantes de la equitación. En España la infanta Elena se ha destacado en salto, un deporte que aún practica y con el que ha ganado varios trofeos, el último hace dos años. Su hija, Victoria Federica, parece seguir sus pasos.

Muy cercano a la familia real y amigo de Elena es el hijo menor de la duquesa de Alba. Cayetano Martínez de Irujo decidió desde muy joven que quería ser jinete profesional pero ni su madre ni su padrastro, con quien nunca congenió, lo apoyaron. Se fue a vivir a los Países Bajos a un monoambiente y recién ahí cuando vieron a lo que estaba dispuesto para concretar su sueño lo miraron con mejor cara. Su madre Cayetana, aunque estaba obsesionada con conservar el patrimonio histórico de la Casa de Alba, no dudó en vender una de sus tiaras más preciadas, la “Rusa”, para comprarle un caballo que le permitiera a su hijo participar en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992.

La reina Isabel II en el Royal Windsor Horse Show

A los Países Bajos había marchado Cayetano porque es uno de los países europeos con mayor tradición en el mundo de la hípica. Por eso no es de extrañar que las actuales princesas, hijas de Máxima y Guillermo Alejandro, estén tan entusiasmadas con este deporte. Recordemos que hace unos meses la princesa de Orange, Amalia, cumplió 18 años y, entre otras celebraciones, se publicó una reseña sobre su vida para que los holandeses la conozcan. Su biógrafa la entrevistó y la acompañó a algunos actos pero fue la propia Amalia la que le propuso que la acompañara a las caballerizas para que viera su pasión por la equitación. “Si realmente quieres conocerme, ven a verme arriba de un caballo”, sentenció la muchacha.

En Mónaco, la que se convirtió en embajadora ecuestre del principado es Charlotte Casighari, la polifacética hija de Carolina. Desde niña ha practicado salto y ha participado en concursos pero lo más impactante fue cuando el año pasado se convirtió en modelo ecuestre de alta costura al inaugurar la pasarela de Chanel vestida con una chaqueta-joya de tweed y botones de pedrería y a caballo. Si ya la joven es la más glamorosa de su generación, en este desfile estaba soberbia.

Está de más decir que solo hemos nombrado algunos de los integrantes de casas reales abocados a la hípica pero la gran mayoría de ellos son grandes jinetes y no hay duda que las generaciones que vienen también lo serán. Ninguno pensará en ceder su reino, como Ricardo III, pero todos gozarán de la compañía adrenalínica del más noble de los animales.

La infanta Elena

 

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