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Temas |EL CASO DE LA FOTO TRUCADA DE LA PRINCESA KATE

Realeza: relaciones tóxicas entre la monarquía y la prensa

Mutuamente se usan, se necesitan y se traicionan en partes iguales. Puede ser que en ocasiones hasta se hayan amado, pero el amor siempre se forjó en base al interés

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

17 de Marzo de 2024 | 06:37
Edición impresa

Que tire la primera piedra el que no haya estado nunca jamás en una relación, sea esta de pareja, familiar o de amistad, en la que una de las partes manipula, daña o menosprecia al otro. Incluso a veces los roles van cambiando y el manipulador se convierte en manipulado y la víctima en culpable.

No sería tema de esta columna la divulgación de temas psicológicos tan serios si no fuera porque hemos encontrado algunos conatos de relación tóxica entre dos de las instituciones más relevantes del Reino Unido: la prensa y la monarquía. Mutuamente se usan, se necesitan y se traicionan en partes iguales. Puede ser que en ocasiones hasta se hayan amado pero el amor siempre se forjó en base al interés.

Hoy esa relación está en boca de todos por el confuso episodio en el que los príncipes de Gales difundieron una imagen de Kate con sus hijos y que las principales agencias de noticias se negaron a difundir por estar editada con Photoshop. En un mundo donde los filtros nos quitan 20 años en un clic y las aplicaciones que cambian el fondo nos hacen viajar de Ensenada a París en tres minutos, parece una nimiedad que una edición casi imperceptible haya puesto a los Gales en evidencia como una de las partes tóxicas de la pareja que quiere manipular a la prensa vulnerable. Pero esto no comenzó esta semana sino que hay una larga historia por detrás.

La princesa Kate y sus hijos, en la foto trucada que generó una gran polémica / Web

El 20 de noviembre de 1995 marcó un antes y un después en la relación de los medios y la monarquía. Ese día Diana, la entonces princesa de Gales, dio una entrevista a Martin Bashir en un programa de la BBC llamado Panorama. Entre Diana y Bashir le asestaron al corazón de la monarquía un golpe certero que hasta podría haberla derrocado. Desde Enrique VIII, en el siglo XVI, que no teníamos tanta información de los cuernos de un monarca o, en este caso, futuro monarca. Diana contó en la entrevista y con tono sufrido y monocorde que Carlos la envidiaba, que tenía una amante y que la había llevado a autolesionarse. Como al pasar relató también sus amoríos extramatrimoniales pero con mohines tan dulces que nadie le tuvo en cuenta sus actos non sanctos. Eran épocas en que, en la relación tóxica que Diana tenía con la prensa, ella los manipulaba dándoles posados, información, sonrisas y lágrimas y los paparazzi corrían como perritos falderos. Les convenía, claro. Vendía mucho más la princesa vestida de Versace que los feos de Carlos y Camila escondidos en un castillo de Escocia.

Pero la prensa la traicionó. Hace tres años se conocieron los resultados de una investigación que sindica a Martin Bashir como responsable de la estafa, sobre todo emocional, en que cayó la princesa. Las negociaciones para la entrevista las llevó a cabo el conde Spencer, hermano de Diana, quien le mostró facturas y testimonios escritos que sugerían que los sirvientes era espías y estaban sobornados; que la niñera era amante de Carlos, y que la reina estaba muy enferma del corazón, que iba a abdicar y que cuando Carlos asumiera la regencia la iba a obligar a irse a Estados Unidos sin sus hijos.

La princesa Ana en el acto de la Mancomunidad de las Naciones

Tuvieron que pasar 25 años para que la BBC reconociera que todos esos documentos habían sido pergeñados en el departamento de diseño del periódico. Aunque le pidieron perdón a los príncipes Guillermo y Harry y ellos lo aceptaron, tenemos la certeza de que no lo han olvidado.

No podemos soslayar el tema de la muerte de Diana. Es cierto que el accidente en París se produjo por una concatenación de hechos y no solo por el acoso mediático que sufría la princesa. Pero una foto de ella con Dodi Al Fayed, un empresario egipcio que había conocido hacía un par de meses, se pagaba una fortuna. Por eso los cazadores de imágenes la esperaron en la puerta del hotel parisino y persiguieron el auto donde iban. Es cierto que el chofer estaba alcoholizado, que Dodi le pidió que se apurara y que un túnel no es el mejor lugar para hacer maniobras imprudentes pero los paparazzi no fueron del todo inocentes.

 

Desde tiempos inmemoriales hay poca intimidad en el nacimiento de un príncipe

 

Que la reina Isabel haya tenido una relación políticamente correcta con la prensa es gracias al Royal Rota, un sistema mediante el cual siete de los principales medios de Inglaterra tienen derecho a asistir a los eventos e incluso a hechos y comunicados más personales de los miembros de la familia real pero tienen la obligación de distribuir el material entre los demás medios que lo soliciten. Fue un buen acuerdo durante 40 años pero la irrupción de las redes sociales lo está haciendo tambalear.

El único que parece estar logrando una relación sana con la prensa es el rey Carlos, incluso desde antes de serlo. Carlos parece haber olvidado que las publicaciones durante casi 30 años hostigaron a su persona por la relación con Camila y, cuando necesitó endulzar su imagen, les abrió las puertas de su casa y les dio mucho material del bueno para que llenaran páginas y páginas. Todo muy bien controlado. De hecho, sorprendió, y para bien, la transparencia con que se informó sobre la dura enfermedad que está transitando y logró generar gran empatía.

La presentación en sociedad del primer hijo de Harry y Meghan / Web

Harry y Meghan fueron los primeros en romper el acuerdo del Royal Rota. No en un principio. Ambos jugaron el juego durante su noviazgo, tuvieron un casamiento rutilante y eran los “reyes mediáticos” en los primeros meses de su matrimonio pero… decidieron no informar y vivir “en la intimidad” el nacimiento de su primer hijo. Desde tiempos inmemoriales hay poca intimidad en el nacimiento de un príncipe de la corona. Seguir hasta el hospital a la parturienta y esperar a que presente a su hijo dos días después, viene con el cargo. Pero ellos decidieron mantenerlo oculto a los integrantes de la Asociación de Medios y, para colmo, crear una página web y cuentas en las redes para ser ellos, por su lado, los que comunicaran en forma directa al público cada uno de sus pasos. La prensa se ofendió y, como buena pareja tóxica que se separa, el asunto aún se dirime en los tribunales. Y Harry y Meghan prefirieron exilarse.

De los que nadie esperaba una “traición” era de Guillermo y Kate, quienes parecían respetar las reglas como chicos buenos. Hace quince años que Kate viene regalando sonrisas y sirviendo de contrapunto de su serio y circunspecto marido. Nunca patearon el tablero…hasta ahora.

El límite de Guillermo, que en el fondo está tan resentido como Harry por como la prensa trató a Diana, fue la salud de su esposa. A mediados de enero se anunció que Kate se iba a realizar una operación de la región abdominal, que permanecería quince días internada y que la convalecencia se extendería hasta después de las Pascuas. Casi tres meses sin Kate produjo un enorme vacío en medios que se fue llenando con una y mil teorías conspirativas. Mucho más cuando Guillermo también desapareció de todos los actos, incluso de algunos con los que se había comprometido. Con el rey también enfermo, la representación de la corona recayó íntegramente en la reina Camila (¡quién lo hubiera dicho hace una década!) y su cuñada Ana, la princesa real, dos mujeres muy responsables y comprometidas pero muy poco “instagramables”. Para colmo Guillermo, a los pocos actos a los que acudía iba “con la peor de las ondas”.

La reina Camila y el príncipe de Gales en un acto / Web

En las relaciones tóxicas el grado de empatía es nulo y por eso los medios nunca entendieron que en todos estos meses la princesa de Gales no apareciera ni siquiera a decir “Gracias por los mensajes de amor recibidos” y mucho menos le perdonaron que la única foto actualizada haya sido sacada por el propio Guillermo y no por un reportero gráfico, y subida a la cuenta oficial de los príncipes en lugar de distribuirla a través del Royal Rota.

La imagen se dio a conocer el domingo pasado por la celebración del Día de la Madre y nos muestra a Kate rodeada de sus tres hijos a quienes abraza y la abrazan. Una muy linda foto.

Kate es fotógrafa y de hecho ha colaborado con algunas publicaciones. Se descuenta que también maneja con cierta idoneidad Photoshop. Seguramente luego de ver las fotos que había tomado Guillermo, habrá elegido una y le habrá hecho algunas correcciones de encuadre y luz. De modo que, si agrandamos la imagen, vemos algunas inconsistencias: la mano de Carlota corrida un milímetro de su eje, una arruga de más en un pantalón y una línea discontinua en el suéter de Luis. Por estos detalles las principales agencias del Reino Unido decidieron no distribuirla aduciendo una política de transparencia para con la audiencia.

Una imagen de la explosiva entrevista de la princesa diana / Web

Kate reconoció en un comunicado que había hecho algunas correcciones y, para que vean que está viva, salió a dar una vuelta en el auto. De lejos ya a través del vidrio, pudieron tomarle una foto a la que, seguramente, tuvieron que manipular para poder publicarla.

Los profesionales de la salud aconsejan alejarse de una relación tóxica. Claro que no siempre se puede. Por ahora, monarquía y medios tiene que aprender a convivir porque, principalmente, se necesitan. Carlos y Camila parecen haber aprendido la lección o, tal vez, no son tan interesantes. Pero Guillermo y Kate son el futuro y les esperan un largo camino en este juego del gato y el ratón. Ojalá, por el bien de la monarquía, sepan jugarlo porque, históricamente, el que se enoja, pierde.

 

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