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Corona y virus: la realeza europea enfrenta la pandemia

Los reyes y reinas de edad avanzada quedaron retirados de las actividades públicas. Son los más jóvenes de la nobleza quienes ponen el cuerpo para estar presentes y atender a sus pueblos

Corona y virus: la realeza europea enfrenta la pandemia

Sellos postales, la única celebración de la reina Margarita por sus 80 años

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

5 de Abril de 2020 | 06:43
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“Paciencia, confianza, coraje y solidaridad”. Estas son las premisas que el príncipe Alberto de Mónaco escribió de su puño y letra debajo del comunicado oficial en el que se contaba su situación luego de haber salido positivo en el test de COVID-19. Alberto, de 62 años, se mantuvo aislado en el palacio mientras que Charlene y los principitos se retiraron al campo. Afortunadamente él ya se ha recuperado y pronto podrán volver a abrazarlos.

Su hermana, la princesa Carolina, se vio obligada a suspender el Baile de la Rosa, un acontecimiento social y solidario creado por su madre, Grace Kelly, en 1954. Carolina recogió el testigo cuando su madre murió y le dio aún más esplendor con la dirección artística del diseñador Karl Lagerfeld. Este hubiera sido el primer año, luego de la muerte del Kaiser de la Moda, en que la puesta en escena iba a estar a cargo de Christian Louboutin, el célebre zapatero de las suelas coloradas.

A todo esto, Alberto había tenido una actividad intensa durante marzo: reuniones de contingencia frente a la pandemia, la ordenación de un arzobispo y, lo que hizo saltar todas las alarmas, una conferencia en Londres sobre cambio climático en la que había participado también el príncipe de Gales. De modo que, cuando el 24 de marzo se anunció que Carlos había dado positivo en COVID-19 todas las miradas apuntaron a Mónaco, a tal punto que el príncipe salió a dar explicaciones: “Participé en una mesa redonda de su fundación pero nunca le di la mano. Él estaba en el otro extremo de la mesa. Nos saludamos pero no creo que pueda ser acusado de haberlo contagiado”. Claro que no. Había cientos de personas en esa misma sala. Pero la fake news ya estaba en las redes y el mote de contagiador va a ser difícil de que se lo saque.

La sensación de que algo pasaba con el príncipe Carlos rondaba en la opinión pública. Se anunció que la reina Isabel II y su duque, con sus casi 94 y 99 años respectivamente, se habían retirado a Windsor, en las afueras de Londres, pero quien dio la cara para dar ánimos a la población no fue su hijo sino Guillermo, su nieto. Todo parecía indicar que él y su esposa, Kate, estaban a cargo del reino. ¿Y Carlos y Camila? Estaban en Escocia, aislados. Él contagiado y ella, no. Uno en cada ala del castillo. Las ironías y memes no se hicieron esperar: que Diana se estaría riendo desde el cielo, que tantos años esperando la corona y le viene a llegar la corona equivocada, que años especulando sobre cómo iba a ser la sucesión y el virus lo iba a solucionar de un plumazo… Sin embargo todo parece indicar que la hora de Guillermo tardará en llegar. La reina sigue indemne y Carlos se ha curado y el miércoles ha sido difundido un entrañable mensaje dirigido a los trabajadores de la salud y a quienes transitan la “golden age”, los mayores que, como él, son el grupo más vulnerable. Por lo menos al cierre de esta edición, la monarquía del Reino Unido goza de mejor salud que el Parlamento cuyo primer ministro, Boris Johnson, se ha infectado.

Mientras tanto, en un mundo paralelo, los duques de Sussex, Harry y Meghan, tomaron el ejemplo de un célebre conductor argentino, y huyeron de su casa de Vancouver tres minutos antes de que Canadá cerrara las fronteras, con destino a California. Suponemos que porque allí reside la madre de la duquesa. Veamos si, cuando finalice esta locura, se asientan en algún lado o continúan haciendo esta vida de migrantes VIP en avión privado. Ellos, tan defensores de la protección del medio ambiente.

La princesa Beatriz de York iba a casarse el 29 de mayo y aún no sabe qué hacer

 

La que tuvo que cambiar planes fue la princesa Beatriz de York, nieta de la reina. Estaba previsto que se casara el 29 de mayo así que ya teníamos listos tocados y tacones, y la punta del lápiz afilada para escribir una crónica de esplendor. Bea aún no ha definido si la pospone o se casa igual en una boda de cinco: un cura, dos novios y dos testigos. El coronavirus parece haber tomado una decisión que pesaba sobre ella: ¿sería posible que su padre, el príncipe Andrés, la llevara al altar a pesar de estar retirado de la vida pública por sus conexiones con una red de prostitución y corrupción de menores?

Muy cerca de Inglaterra, la Familia Real Danesa, tuvo que suspender los festejos por los 80 años de la reina Margarita. Pero ella no pierde nunca su espíritu creativo y, en su confinamiento, además de aparecer en video agradeciendo a los servicios de salud y arengando a su pueblo a cuidarse, hizo un tutorial de cómo fabricar, en cartón, máscaras de animalitos para entretener a los niños. El príncipe heredero ha suspendido la Royal Run, una tradicional maratón, y ha regresado a Dinamarca junto con sus niños, que se encontraban estudiando en Suiza. Federico es quien está a cargo de la comunicación institucional y de visitar, virtualmente, los centros sanitarios de atención.

En Noruega la situación es similar: los reyes Harald y Sonia, bien resguardados y el que da la cara es su hijo y heredero, el príncipe Haakon. Está muy presente en las redes y, de punta en blanco, nos aconseja permanecer en casa pero no estar todo el día en pijama. Y hasta da tips de cómo vestirse para el teletrabajo.

Los más activos son, sin duda, los príncipes herederos suecos. Tan expuestos han estado que incluso se ha temido por el príncipe Daniel quien fue sometido, hace unos años, a un trasplante de riñón. Finalmente él está aislado y han dividido las tareas: Daniel colabora económicamente con la iniciativa Food for heroes mientras que la princesa Victoria ayuda en la preparación de viandas para los médicos, enfermeras y sectores menos favorecidos.

¿Y nuestra Máxima? Por ahora en un discreto segundo plano. Ella ha visitado algún centro y también a la Cruz Roja. Los Países Bajos están realmente muy afectados y es el gobierno quien está liderando la situación no solo del país sino de toda la Unión Europea.

Quienes están sanísimos pero muy complicados son los reyes de España, Felipe y Letizia. Si bien hubo un momento de zozobra porque la reina había estado con una ministra del gobierno que estaba infectada, toda la familia dio negativo en los test. La complicación viene, más bien, por el “Corinnavirus”, un juego de palabras entre el coronavirus y el nombre de la ex amiga íntima del rey Juan Carlos, Corinna Larsen. Ya sabemos que no hay nada más peligroso que una mujer despechada y más aún cuando hay en juego mucho, muchísimo dinero.

Nada volverá a ser igual después de esta pandemia. Tampoco para los monarcas

 

El 15 de marzo pasado cuando la crisis por la epidemia ya golpeaba a España, el rey Felipe VI anunció que renunciaba a toda herencia que pudiera recibir de su padre y que éste hubiera conseguido en forma fraudulenta, desplazando así de la portada de los diarios a las noticias sobre el virus. Además, a modo de castigo, le retiraba a su padre la asignación anual del estado que hasta ahora había percibido. “Felipe VI repudia al rey emérito” titulaba el periódico español El Mundo. Apocalíptico pero cierto.

¿Qué había pasado? ¿Era oportuno anunciar semejante bombazo en esta situación del país? ¿O, al contrario, eligió el momento para que la situación de Juan Carlos pasara desapercibida? Todas las preguntas son difíciles de responder y las respuestas están entrelazadas.

Parece que hace un poco más de diez años, Juan Carlos, rey de España en ejercicio, recibió unos 100 millones de dólares en concepto de comisión del gobierno de Arabia Saudí por unas obras que había realizado una empresa española y en cuya negociación había participado. La plata se depositó en una cuenta a nombre de la fundación panameña Lucum y pronto comenzaron a hacerse desde ella transferencias a la señorita Corinna Larsen. Pequeñas transferencias al principio y 72 millones de dólares en 2012. La rubia, exprincesa consorte de un expríncipe alemán, compró algunas propiedades y se habrá dado algunos gustitos. Los lectores ya lo habrán adivinado: el beneficiario principal de Lucum no era otro que el rey Juan Carlos.

Las cuentas suizas fueron cerradas y el asunto olvidado. Hasta que ciertas operaciones internacionales comenzaron a ser investigadas y Corinna, al verse acorralada, dijo que esos milloncitos, Juan Carlos se los había regalado porque tenía un gran aprecio por ella y por su hijo. Y con esa declaración tan “ingenua” redujo a Madame de Pompadour, la amante de Luis V de Francia, a una pobre cortesana y se coronó como la “querida” mejor recompensada de la historia.

No solo dijo esto, sino que buscó la complicidad del anciano rey, ya retirado, quien le dio la espalda. Así fue como hace un año, sus abogados intimaron directamente a Felipe VI como titular de la corona a hacerse cargo del “asunto”. Según parece, en ese momento Felipe se enteró del entuerto del padre y supo además, que lo habían puesto, sin consultarle, como segundo beneficiario de Lucum. Felipe tiene clarísimo que si quiere que algún día su heredera, Leonor, sea reina, la corona tiene que ser ejemplo de virtud, coherencia y rectitud. Así que rápidamente renunció ante escribano a ser beneficiario de nada que no fuera legal y se negó a tener cualquier tipo de negociación con los abogados de Corina. Y lo alejó a su padre de la vida institucional. El enojo habrá sido monumental. Las declaraciones recientes de Corinna en la prensa han precipitado la situación y el rey Felipe VI se vio en la obligación de explicar, justo ahora, lo que había sucedido.

Dos días después del comunicado del rey, éste dio un discurso para agradecer a los sanitarios su labor en la pandemia y urgir a la población a protegerse. Los aplausos fueron tibios: sus palabras se vieron opacadas por el escándalo y hubo, incluso, cacerolazos (un producto de exportación bien argentino) en contra. Está visto que el “corinnavirus” está siendo letal para los Borbones.

El virus que nos tiene en vilo no distingue coronas y ataca, como dice la canción de Serrat “al noble y al villano, al prohombre y al gusano” aunque, ya sabemos, no todos la pasan igual y, cuando termine, las consecuencias no serán las mismas para unos y para otros. El ejemplo más claro es el del rey de Tailandia que, en lugar de quedarse junto a su pueblo, se trasladó a un hotel de lujo en Alemania con 20 de sus concubinas.

Nada para nadie volverá a ser igual después de esta pandemia. Tampoco para los monarcas europeos quienes tendrán que ser ejemplo de “paciencia, confianza, coraje y solidaridad”, como dijo el príncipe Alberto, si quieren dejar en sus pueblos la sensación de que los están acompañando en estos días luctuosos y de gran sacrificio. Una vez más tendrán que reinventarse si quieren sobrevivir no solo al virus sino a su condición de reyes.

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